A veces, perderse es la mejor manera de encontrarse
Escrito y verificado por el psicólogo Bernardo Peña
En ocasiones sentimos la necesidad de liberarnos de ciertas ataduras y preocupaciones. Ansiamos pensar con claridad, tomar distancia y recuperarnos a nosotros mismos. En este orden de ideas, parece que a menudo perderse es justo la mejor manera de encontrarse.
Pero esto no tiene por qué ser sinónimo de alejarse del propio rumbo vital. Es más, se trata precisamente de reencontrarnos con él, ya que lo habíamos descuidado o lo teníamos algo abandonado.
Así, permitirse un pequeño descanso de vez en cuando es una forma de darle unas vacaciones al cerebro. Para lograrlo la premisa básica consiste en ponerse un paso más allá de todo lo que nos rodea. De este modo se abre la oportunidad de explorar nuevas perspectivas, de acceder a otros escenarios estimulantes en los que descubrir más de uno mismo y retomar aquello que había quedado olvidado. ¿Te atreves?
Perderse: ¿la mejor manera de encontrarse?
Lejos de ser una línea recta perfecta, es común que el ciclo vital dé unos cuantos rodeos antes de llegar a un objetivo concreto y provechoso. Esto es, las personas solemos tomar senderos, cruces de caminos, desvíos e hasta rutas menos adecuadas.
A veces, incluso, transitamos un auténtico laberinto hasta que, paso a paso, empezamos a ver la manera de alcanzar el equilibrio y la satisfacción. Por tanto, parece que es natural que nos alejemos en varias ocasiones de los propios orígenes para después poder reencontrarnos con ellos.
Todo este trayecto es un proceso de aprendizaje valioso. Y aunque los cambios generen miedo, también se abren nuevas puertas para hallar más armonía y paz interior.
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Cuando la situación actual nos aleja de la propia identidad
Es probable que hayamos detectado con qué valores, límites, necesidades o propósitos nos identificamos. No obstante, puede suceder que, según avanzan los días, ciertas circunstancias externas vayan mermando o distorsionando tales principios.
Es como si se fueran erosionando poco a poco. Al igual que esas rocas de una playa moldeadas por las embestidas del océano y cuya forma original acaba siendo imposible de reconocer. Pues bien, con la autoestima y las metas personales a veces ocurre lo mismo:
- Los entornos laborales, familiares y afectivos en lo que nos movemos llegan a ejercer una influencia directa e indirecta sobre nuestra identidad.
- Darnos cuenta de esa disonancia interna, entre lo que éramos antes y lo que somos ahora es, sin duda, un modo de abrir los ojos y un impulso para actuar ante estas situaciones.
Con todo, la clave reside en mantener la vista puesta en aquello que nos motiva e ilusiona sin dejar de lado los compromisos cotidianos. Es decir, por una parte resulta inviable hacer todo lo que deseamos en cada momento. Sin embargo, tampoco por ello es necesario olvidarse de las propias aspiraciones o de esos otros estímulos que también nos definen.
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Perderse para desconectar y reflexionar
Quienes experimentan estrés de modo continuado en el tiempo a menudo sienten que han perdido las riendas de su vida. Se trata de casos en los que la persona tiene la sensación de haber caído en manos de las presiones externas, sin saber cómo abordarlas de modo eficiente.
No obstante, las secuelas de estos períodos prolongados no se hacen esperar. De hecho, una de las consecuencias frecuentes son las alteraciones o lagunas en la memoria, las cuales se relacionan con los elevados niveles de cortisol (hormona producida por la glándula suprarrenal) que acompañan al malestar emocional.
Por ejemplo, un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos) encuentra evidencias en dicha dirección, lo que advierte de los efectos que el estrés puede ocasionar sobre ciertas estructuras cerebrales.
Ahora bien, antes de llegar a ese punto, quizás sea más sano que intentemos actuar con antelación nosotros mismos. Así, en la medida en que percibamos que el bienestar se nos escapa, será más fácil que iniciemos algunas estrategias para mejorar la situación. Una de ellas es justo la de desconectar, pero con un método adecuado.
Cómo desconectar de forma saludable
No se trata de comprar un billete de avión e irnos al primer destino que aparezca en el horizonte. Tampoco consiste en cerrar la puerta y cortar toda comunicación con los demás.
- Perderse para encontrarse requiere una preparación. En este sentido, habrá que planificar la vuelta y tomar más de una decisión.
- Más que en huir se basa en alejarnos para sanar. Es darse prioridad y la oportunidad de disponer de un tiempo puntual para estar con ese yo que habíamos descuidado, aparcado a un lado e, incluso, olvidado.
- Es preferible dejarle claro a las personas de nuestro entorno por qué lo hacemos y por qué lo necesitamos: “Quiero pasar un fin de semana en soledad para relajarme, pensar y tomar decisiones”.
Nos perdemos para volver más fuertes, para tomar las riendas de la vida que queremos llevar con más aplomo y seguridad.
La valentía de perderse y el placer de encontrarse
Más allá de los miedos que sintamos por distanciarnos, es posible pensar en lo que ganaremos al parar un instante con pautas como esta.
Si nos atrevemos a hacerlo, el premio de reencontrarnos y asumir nuevas perspectivas puede estar a la vuelta del camino. Sin duda, a veces perderse es la mejor manera de encontrarse.
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