Autoestima baja: cuando te conviertes en tu propio enemigo
Una autoestima baja nos afecta de forma negativa en todos los aspectos de nuestra vida. Es como si llevásemos puestas unas gafas que todo lo oscurecen, que nos impiden darnos cuenta de lo valiosos que somos y que poco a poco, nos convierten en nuestros peores enemigos.
Así, la persona que vive bajo el manto de la baja autoestima se encuentra sin ilusiones, sin ese sentimiento de capacidad y valía. Ha perdido el brillo de sus ojos al mirarse en el espejo porque ha dejado de confiar en sí misma. No obstante, es conveniente mencionar que ambos aspectos son modificables.
Profundicemos al respecto.
La autoestima es clave para el bienestar y cuando está baja, paraliza
La autoestima es clave para el bienestar, una de las piezas fundamentales que construyen el camino hacia la felicidad. Querernos es imprescindible para sentirnos bien, el escudo que nos protege de un gran número de amenazas y sufrimientos.
Así, cuando no lo hacemos, cuando nos olvidamos de nosotros mismos y nos adentramos en las profundidades del autodesprecio, es inevitable que el malestar aparezca. Y así, en este escenario, poco a poco vamos perdiendo las ganas, las ilusiones se apagan y comenzamos a boicotearnos a nosotros mismos.
La autoestima baja tiene un poder altamente paralizante. Es capaz de atraparnos e inmovilizarnos en nuestra rutina. Nos costará levantarnos, nos sentiremos vulnerables, inseguros y sin iniciativa.
Luego, nos pondremos a la defensiva ante cualquier comentario y si esta situación se prolonga en el tiempo, acabaremos desarrollando una depresión. Por esta razón, es importante aprender a gestionar esos momentos en los que las fuerzas se tambalean y comenzamos a dejar de creer en nosotros mismos.
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Cuando la autoestima está baja, las opiniones afectan demasiado
Uno de los problemas más relacionados con la autoestima baja es el valor que le damos a las opiniones de los demás. Aunque estas no dejan de ser pensamientos e ideas sobre cómo otras personas observan su alrededor, a veces les otorgamos más valor del merecido.
Lo peor de todo, no obstante, es cuando atribuimos a esas opiniones el poder de la verdad y dejamos que definan nuestro mundo, dando lugar a un sufrimiento inútil. Ahora bien, ¿por qué le damos tanta importancia a las opiniones? La educación que hemos recibido suele tener mucho peso.
Por ejemplo, esa costumbre de buscar la aprobación de los demás, de recibir opiniones positivas que indiquen que lo estamos haciendo bien o simplemente, valorar la opinión de determinada gente por encima de la nuestra porque cumple una serie de características.
De repente, la concepción que tenemos de nosotros cambia y si los demás criticaran algún aspecto de nuestro comportamiento, nos lo atribuimos. De esta forma nuestros niveles de autoestima se ven reducidos.
Para no dejarnos influenciar por las opiniones de los demás o, al menos, no contaminar la percepción que tenemos de nosotros mismos, lo ideal es observar cuáles son nuestros pensamientos y ver las cosas en perspectiva.
Es importante tener en cuenta que no siempre estamos en lo correcto y que nuestras emociones negativas pueden empañar la realidad.
No tenemos por qué ser nuestros propios enemigos
Como vemos, nos acabamos convirtiendo en nuestros enemigos. Asumimos todo eso que los demás opinan junto a cómo nos hacen sentir y, de repente, nuestra autoestima baja e incluso desaparece.
¿Qué podemos hacer para evitar esto? A continuación, dejamos algunas claves que pueden suponer un punto de inflexión entre lo que somos y lo que seremos. Son las siguientes:
- Ser asertivos.
- Regalarnos tiempo.
- Realizar ejercicio físico.
- Fijar objetivos realistas.
- Apreciar nuestras cualidades.
- Realizar críticas constructivas.
- Evitar comparaciones con los demás.
- Tratarnos con cariño y ser positivos.
- Ser conscientes de nuestras limitaciones.
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Invertir en amor propio es clave para el bienestar. No obstante, recuerda que esta es una tarea que lleva tiempo, sobre todo si has puesto demasiadas barreras.
En este caso, la ayuda de un profesional en la materia siempre es recomendable. Acudir a terapia con un psicólogo puede ayudarte a establecer pautas y a mejorar tu forma de ver las cosas. No temas pedir consejo externo si así lo necesitas.
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