¿Por qué deberías terminar tu ducha con 30 segundos de agua fría?

Seguro has escuchado que deberías terminar tu ducha con unos segundos de agua fría y te preguntas si tiene beneficios reales o simplemente es un mito más sobre bienestar que se ha popularizado. Al exponer tu cuerpo a cambios repentinos de temperatura, se produce una vasoconstricción de los vasos superficiales y la sangre es llevada a tus órganos vitales.
Lo que sigue es una activación de tu sistema simpático por lo que entras en un estado de alerta. La experiencia resultante es una descarga de adrenalina que da energía, claridad mental y aumenta el ritmo cardíaco. La ducha fría es un estímulo que sacude al organismo y puede ofrecerte algunos beneficios. Te explicamos cómo aprovecharlos.
Una ducha fría sí puede ayudarte a sentirte mejor
La evidencia científica muestra efectos modestos, pero interesantes. Por ejemplo, un ensayo clínico encontró que, entre 30 y 90 segundos de agua fría al final de la ducha diaria, reducía en casi un 30% las bajas laborales por enfermedad.
Aunque las infecciones fueron similares en las personas que practicaban el método de la ducha como en quienes no lo hacían, la diferencia estuvo en cómo esos episodios de enfermedad afectaban sus actividades habituales.
Se cree que el cambio térmico repentino puede cambiar la percepción que se tiene del malestar o la tolerancia a sus síntomas. Lo que significa que, ducharte 30 segundos con agua fría, no tendrá un impacto directo en tu sistema inmunológico, pero sí puede hacer que te sientas más preparado para seguir adelante cuando estés algo indispuesto.
Consejos para aplicar el método y cuándo es mejor evitarlo
Si decides probarlo, lo mejor es iniciar poco a poco para ir acostumbrándote al cambio de temperatura.
- Los primeros días, baja la temperatura ligeramente y mantén el agua así por 10 segundos o, si puedes, un poco más de tiempo. Ve ajustando la temperatura para poner el agua más fría conforme te adaptes.
- Una ducha de 30 segundos es suficiente, aunque si gustas puedes llegar a los 60 o 90 segundos.
- Respira de forma controlada y constante. Evita los jadeos o la respiración acelerada, pues eso solo elevará los niveles de estrés en tu cuerpo.
- Si mojar todo tu cuerpo de golpe con el agua fría te resulta muy difícil, prueba comenzando con tus piernas y luego el torso.
Sé paciente porque con el tiempo tu cuerpo tolerará más el cambio.
En cuanto a las restricciones, la práctica debe evitarse si tienes antecedentes de arritmias, o te han diagnosticado alguna cardiopatía. También si tienes hipertensión arterial no controlada, fenómeno de Raynaud o problemas de circulación periférica.
Considera que terminar la ducha con agua fría puede ser una herramienta útil si buscas empezar el día sintiéndote más alerta y con mejor disposición para afrontar tus tareas. No va a prevenir infecciones ni sustituir otras medidas de salud. Es un hábito sencillo que te hará sentir más despierto.
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- Buijze, G. A., Sierevelt, I. N., van der Heijden, B. C., Dijkgraaf, M. G., & Frings-Dresen, M. H. (2016). The effect of cold showering on health and work: a randomized controlled trial. PLoS One, 11(9). https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0161749&trk=public_post_comment-text
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