5 enseñanzas antiguas que pueden mejorar tu vida ahora mismo


Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
Mucho antes de internet y de que pudiéramos buscar soluciones rápidas a nuestros problemas con la inteligencia artificial, los sabios y filósofos de diferentes culturas ya reflexionaban sobre cómo podíamos vivir mejor. Estas enseñanzas antiguas son una brújula en medio de la oscuridad y su sabiduría sigue siendo tan grande como hace miles de años.
Aunque los tiempos han cambiado, hay inquietudes inherentes al ser humano a las que todos intentamos dar respuesta. ¿Cómo mantener la paz interior en tiempos inciertos? ¿Es posible aprender a aceptar nuestras imperfecciones? ¿Cómo reaccionar ante lo que no podemos controlar? Las siguientes reflexiones te ayudarán a orientarte y tomar decisiones más conscientes hoy.
1. No desperdicies tu energía en lo que no depende de ti
¿Cuántas veces te has llenado de rabia porque el tráfico no avanza o te entristeces porque la persona que te gusta no actúa como te gustaría? Hay cosas en la vida que se salen de nuestras manos y no hay nada que podamos hacer para cambiarlas; más que afrontarlas con madurez e inteligencia emocional. Esta sabia enseñanza era la filosofía de vida de los estoicos.
Según filósofos como Epicteto, lo único de lo que tenemos control son nuestros pensamientos y acciones, y no vale la pena preocuparnos por cosas que no dependen de nosotros. Así que la próxima vez que algo te agobie pregúntate a ti mismo: ¿Puedo hacer algo ante este problema? Si la respuesta es sí, ponte en acción. Si no, respira profundo, suelta y practica la resiliencia.
2. Busca un propósito de vida
Para Aristóteles la felicidad no era un estado de plenitud o una emoción pasajera; es el resultado de vivir con un propósito que nos permita desarrollar nuestros talentos y virtudes. Una vida sin intensión hace que nos levantemos cada día en modo automático, desperdiciando el tiempo en cosas superfluas que no nos llenan ni nos hacen felices.
A esta búsqueda de la felicidad los filósofos griegos la llamaban eudaimonía y consistía en desarrollar nuestro potencial y florecer en diferentes facetas de la vida. Para lograrlo, piensa en las cosas que te mueven y te motivan, puede ser tu trabajo, el arte, la filantropía o algún hobbie, y dedícale tiempo y esfuerzo. Pequeñas acciones diarias en la dirección que nos apasiona le dan sentido a la vida.
3. La felicidad no está en acumular cosas
¿Piensas que por fin serás feliz cuando tengas tu propia casa o el último iPhone? Muchos viven su día a día en pro de tener cada vez más, y aunque las cosas materiales puedan ser muy atractivas, según Epicuro y el concepto de ataraxia, para alcanzar el equilibrio emocional no es necesario llenarnos de lujos, sino liberarnos de los miedos y las cosas que nos generan ansiedad.
En lugar de obsesionarnos con el dinero, este filósofo griego dejó tres grandes enseñanzas antiguas: cultivar amistades genuinas que llenen el corazón, aprender a disfrutar de los pequeños placeres de la vida (como una comida hecha con amor, una conversación con un amigo o el canto de los pájaros) y, por último: valorar más lo que tenemos y no depender tanto de lo material.
4. No caigas en excesos y vive con moderación
Tal como dicen los abuelos “todo en exceso es malo”. Trabajar demasiado genera agotamiento, algunos placeres pueden convertirse en graves adicciones y el exceso de pantallas genera apatía y ansiedad. En el Templo de Apolo en Delfos, una milenaria inscripción griega resume esta enseñanza: Meden Agan, que significa “nada en demasía”.
Vivir el día a día con moderación no se trata de privarnos de lo que nos gusta. Es reconocer que para encontrar el equilibrio debemos cuidar de nuestro bienestar físico y emocional. Si notas que hay algo que se está tomando el control de tu vida, como las redes sociales, las drogas, las fiestas o la comida, procura fijarte límites realistas y poner de tu parte para cumplirlos.
5. Encuentra la belleza en lo imperfecto
La filosofía japonesa del Wabi-Sabi nos invita a dejar de obsesionarnos con la perfección y apreciar la belleza que se encuentra en lo cotidiano y en nosotros mismos. Por ejemplo, puedes sentirte mal por la arruga que acaba de salirte, o estar feliz porque es una señal de que has vivido y has sido feliz. Nada ni nadie es perfecto en el mundo y la belleza está en los ojos de quien la observa.
La vida es un camino de subidas y bajadas en donde aprendemos poco a poco las lecciones que nos hacen crecer como personas. Así que ten presente estas enseñanzas antiguas que buscan hacerte conectar contigo mismo para vivir con más calma y autenticidad. Recuerda que la felicidad no se persigue, se construye día a día con nuestras acciones.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.