Castigo físico en los niños y sus consecuencias
Escrito y verificado por el psicólogo Bernardo Peña
El castigo físico ha sido usado durante décadas como manera de impartir disciplina. Sin embargo, se ha demostrado que este tipo de sanción no es efectiva. Por el contrario, es evidente el daño que por años se ha impuesto a niños y niñas con este tipo de prácticas.
A pesar de esto, aún existen muchos padres que consideran el castigo físico como la forma idónea de educar o corregir conductas en sus hijos.
El método correctivo utilizado suele incluir bofetadas, pellizcos, tirones de cabello y zarandeos. Y lo que resulta más preocupante es que cada vez son más los casos reportados sobre este tipo de procedimientos.
No porque haya más caso que antaño, al contrario. Es porque este método del todo anacrónico y pernicioso ha demostrado científicamente su falta de eficacia.
Castigo físico o abuso físico
Existe una delgada línea que separa el llamado castigo físico del abuso. Ambos se caracterizan por desatinadas conductas violentas en contra de niños y adolescentes que pretenden controlarlos.
El castigo físico puede definirse como la intención de provocar una experiencia dolorosa en el niño pero sin causar lesiones, con el objetivo de corregir la conducta del pequeño.
Sin embargo, el abuso suele infligir lesiones físicas, algunas veces sin la intención de dañarlo. El abuso físico puede ser resultado del castigo excesivo o desmedido.
No obstante, este tipo de disciplina afecta además la psique del pequeño, generando una serie de problemas en la salud mental y emocional del joven.
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Consecuencias del castigo físico en los niños
A pesar de las múltiples campañas para erradicar la violencia que este procedimiento promueve, el castigo físico es la manera más común y aceptada de violencia infantil.
A continuación, listamos algunas de las consecuencias más evidentes de este tipo de castigo en los niños.
- Perjudica la autoestima del niño haciéndolo propenso a la inseguridad, el temor y el retraimiento social.
- Limita la autonomía de los pequeños convirtiéndolos en adultos sumisos e influenciables.
- Deteriora el desarrollo emocional de los niños empujándolos hacia sentimientos de angustia, tristeza y ansiedad.
- Impone barreras de comunicación entre padres e hijos que perduran hasta la edad adulta.
- Incrementa en los niños la sensación de abandono, soledad y falta de afecto.
- Compromete el correcto desarrollo de habilidades sociales esenciales para la solución de conflictos.
- Gesta en el pequeño, conductas agresivas y violentas contra amigos y compañeros de clases.
- Interfiere negativamente en los procesos de aprendizaje del pequeño, inhibiendo su creatividad, sentimientos e inteligencia emocional.
- Enseña a ver la violencia como método apropiado para resolver conflictos. Deteriorando la salud mental y la capacidad cognitiva del niño.
- Promueve una actitud positiva acerca del castigo físico en su vida adulta y replican el método con sus propios hijos.
Otras repercusiones del castigo físico en los niños
Aunque los daños mentales suelen ser proporcionales al tipo de sanción, se ha demostrado que los niños víctimas de este tipo de violencia suelen convertirse en maltratadores.
Esto no ocurre directamente como una tendencia a infligir dolor en otros. Más bien es porque no conocen otra manera de imponer disciplina. Durante su crecimiento van enfrentando conflictos que resolverán con la única herramienta que conocen, la violencia.
Así mismo se ha determinado que las reprimendas físicas suelen ser uno de los principales motivos por los que algunos jóvenes se inician en el uso y abuso de sustancias como las drogas y el alcohol.
Otra consecuencia incluye trastornos de personalidad, del estado de animo y del sueño. Esto podría deberse al incremento del cortisol, (la hormona del estrés), lo que podría conllevar a un desajuste neurobiológico.
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Conclusión
Como conclusión queda entendido que el castigo físico dilapida el normal desarrollo emocional y psicológico de nuestros hijos.
Por tal razón, debemos evitar esta práctica y emprender otras técnicas que nos ayuden a mejorar la relación con nuestros pequeños.
Estas técnicas positivas incluyen el reforzar las conductas deseadas, ignorar aquellas que resulten conflictivas o realizar llamadas de atención que lleven al pequeño a identificar la actitud errónea y enseñarle con amor y paciencia cómo debe comportarse.
Finalmente, y sin perjuicio de otros tipos de castigo, evita hacerlo cuando estés enfadado o frustrado, porque seguramente no serás ni justo ni objetivo.
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