Cervicitis: síntomas, tratamiento y prevención
Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina
La cervicitis es la inflamación del cuello uterino. Este, a su vez, es un paraje estrecho que conecta al útero con la vagina. Está atravesado por el canal cervical, un conducto por el que sale la sangre menstrual y que también permite el paso de un bebé desde el útero hasta la vagina durante el parto.
Según las estimaciones, más de la mitad de las mujeres adultas tendrá cervicitis en algún momento de su vida. Por lo tanto, se considera un problema muy común que, además, puede ser tratado con éxito en la mayoría de los casos.
Las mujeres que tienen múltiples parejas sexuales o que presentan conductas sexuales riesgosas son más propensas a desarrollar la cervicitis. También quienes han tenido enfermedades de transmisión sexual. Sin embargo, hay muchas otras causas que pueden desencadenar esta inflamación.
Síntomas de la cervicitis
En muchos casos, la cervicitis no provoca ningún síntoma. No es raro que la enfermedad se detecte solo durante una exploración ginecológica. Esto recalca la importancia de hacerse exámenes periódicos.
Si hay síntomas, lo usual es que comprendan uno o varios de los siguientes:
- Flujo vaginal abundante que puede ser de color gris, blanco o amarillo y tiene un olor fuerte.
- Micciones dolorosas y frecuentes.
- Sangrado durante o después de tener relaciones sexuales.
- Sangrado anormal durante la menstruación, entre periodos menstruales o después de la menopausia.
- Dolor durante las relaciones sexuales.
- Dolor en la vagina.
- Sensación de ardor o picor en la zona.
- Sensación de presión en la pelvis.
- Irritación de la vulva.
Otros síntomas solo se detectan durante una exploración ginecológica. Estos incluyen la inflamación de las paredes vaginales y el enrojecimiento del cuello del útero. Si también se produce una inflamación de los ligamentos que sostienen a los órganos de la pelvis, puede haber dolor de espalda, menorrea o dismenorrea.
¿Qué la causa?
Lo más habitual es que la cervicitis surja como consecuencia de una infección. Esta, a su vez, suele ser efecto de una enfermedad de transmisión sexual como la clamidia, la gonorrea, el herpes genital, la tricomaniasis, la ureaplasma o la micoplasma.
La infección también puede ser causada por una higiene inadecuada en elementos como dispositivos intrauterinos, conos vaginales o tampones. Sin embargo, no siempre la cervicitis es fruto de una infección. A veces es el resultado de alguno de los siguientes factores:
- Alergia. La inflamación puede surgir como respuesta a las duchas vaginales, los espermicidas o el látex de los condones.
- Desequilibrio bacteriano. El cuello uterino inflamado puede ser un síntoma de vaginosis bacteriana. Esta es una condición en la que abundan las bacterias dañinas en la vagina.
- Irritación. Si se insertan en la vagina elementos como tampones, diafragmas, etc., es posible que se irrite o dañe el cuello uterino.
- Embarazo. Durante la gestación esta zona es más sensible y el cambio en los niveles hormonales puede dar origen a la cervicitis.
- Cáncer o tratamiento para el cáncer. No es muy frecuente, pero estas condiciones pueden provocar síntomas de la enfermedad.
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Factores de riesgo
Se consideran factores de riesgo para la cervicitis los siguientes:
- El uso frecuente de duchas vaginales.
- Comenzar a tener relaciones sexuales a edad temprana.
- Tener relaciones sexuales con diversas parejas sin la debida protección.
- Tener relaciones sexuales con una pareja que presenta conductas sexuales de riesgo.
- Presentar antecedentes de enfermedades de transmisión sexual.
- La menopausia favorece el desarrollo de infecciones en el sistema genitourinario.
Pruebas de diagnóstico
Es necesario consultar con el médico si hay síntomas de cervicitis. Es importante tomar en cuenta que no siempre se trata de esta enfermedad, sino que también puede corresponder a otras patologías.
Los medios para diagnosticar la cervicitis son los siguientes:
- Examen pélvico bimanual. El médico inserta un dedo en la vagina, mientras presiona el abdomen y la pelvis con la otra mano. Esto permite detectar anomalías.
- Prueba de Papanicolaou. Es el análisis de laboratorio de una muestra de células del cuello uterino y la vagina.
- Biopsia cervical o colposcopia. Consiste en tomar una muestra de moco, analizarla y luego tomar una muestra de tejido, si hay alguna anormalidad. Solo se hace cuando la prueba de Papanicolaou detecta algo anormal.
- Cultivo de secreción cervical. Se toma una muestra de la secreción del cuello uterino y se analiza en laboratorio para detectar si hay alguna infección.
Tratamientos disponibles de la cervicitis
El tratamiento para la cervicitis depende de la causa que la provoque. Lo más usual es que si la enfermedad es causada por bacterias, se acuda a un tratamiento con antibióticos. Si el factor que la origina es un virus, se aborda con antivirales.
Si el anterior tratamiento no funciona o la enfermedad se prolonga más allá de lo razonable, es posible que sea necesario acudir a procedimientos más especializados como alguno de los siguientes:
- Criocirugía. Mediante una técnica de congelación se destruye el tejido anómalo en el cuello uterino.
- Electrocauterización. Se extirpan los tejidos dañinos mediante calor generado con electricidad.
- Terapia láser. Los tejidos anormales se cortan, cauterizan y destruyen mediante el uso de láser.
Algunas veces resulta conveniente complementar el tratamiento médico con remedios caseros. Los más utilizados son los siguientes:
- Yogur o suplementos probióticos. Se emplean cuando la causa es una vaginosis bacteriana, ya que su consumo ayuda a disminuir las bacterias dañinas en la vagina.
- Hierbas chinas. Algunas hierbas chinas tienen un efecto antiinflamatorio y ayudan a que el tratamiento farmacológico sea más eficaz.
- Ajo o suplemento de ajo. Es un antibacteriano natural y puede contribuir a aliviar la infección que provoca la cervicitis.
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Prevención y recomendaciones
Si se toman medidas preventivas adecuadas, lo más probable es que no se desarrolle la cervicitis. Tener relaciones sexuales seguras es muy importante. Siempre se debe emplear condón y limitar el número de parejas sexuales. La monogamia, con un compañero monógamo, es la mejor prevención contra las infecciones sexuales.
También es muy importante evitar los irritantes químicos, tales como las duchas vaginales o los tampones con desodorante. Cualquier dispositivo que se introduzca en la vagina debe estar muy bien colocado. Los productos higiénicos como las toallas sanitarias o los tampones deben cambiarse con regularidad.
Lo más indicado es utilizar ropa interior de algodón y holgada. Es más transpirable y reduce la humedad, con lo cual se evita la proliferación de bacterias. Se cree que el té verde podría ser eficaz en la prevención de problemas genitourinarios, aunque estos datos están en estudio.
Consulta con el médico si padeces cervicitis
Es muy importante tratar la cervicitis a tiempo, ya que el cuello del útero es una barrera para evitar que las bacterias o los virus ingresen al útero. Si esto llega a suceder, es posible que se produzca una infección uterina, una condición más delicada.
La cervicitis no tratada también puede dar lugar a la enfermedad pélvica inflamatoria, el dolor pélvico crónico, el embarazo ectópico o, incluso, la esterilidad. Un tratamiento adecuado y a tiempo casi siempre evita cualquiera de estas complicaciones.
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