5 claves para aprender a amar sin apego y no sufrir en el intento
Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater
Amar sin apego no significa querer menos ni construir un vínculo débil con la pareja en cuestión. Cuando hablamos de apego es fácil confundir algún que otro término.
Cuando hablamos de relaciones de pareja, la palabra “apego” implica dependencia, y la dependencia deriva en la pérdida de la dignidad y la destrucción de la autoestima.
Esa despersonalización que a veces establecemos con la persona amada no es ni saludable ni responde a lógica alguna. Por ello, tarde o temprano aparece la frustración, el chantaje, el vacío y el consecuente dolor.
1. Evita ser un “adicto afectivo”
La base del apego en una relación de pareja se erige sobre una serie de procesos psicológicos y afectivos muy concretos, a la vez que complejos.
Hay personas que, por encima de cualquier cosa, necesitan ser amadas. Es tal la necesidad que llegan a confundir control con cariño, o celos con pasión. Así lo afirma este estudio realizado por la Universidad de Oviedo.
Algo que debemos tener muy claro es que quien ama de verdad invierte tiempo, dedicación y esfuerzos en dar felicidad.
Los adictos afectivos experimentan el amor del mismo modo que un adicto necesita su “droga”. No les importan los efectos secundarios, no les importa el dolor o esa lenta autodestrucción personal.
No debemos llegar nunca a estos extremos. Entiende que cualquier tipo de dependencia, ya sea hacia algo o alguien, nos despersonaliza, dejamos de ser nosotros mismos para convertirnos en una marioneta.
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2. No tener apego no es desamor, es amar de forma madura
Para entender estos términos más fácilmente, os pondremos un ejemplo. Elena tiene 28 años y hace 3 que sale con Rafael. Su vida ha cambiado mucho en este tiempo, tanto, que incluso ha dejado de salir con sus amigas, y sus proyectos profesionales han quedado aparcados.
- No le importa, se dice a sí misma que su única preocupación y su única necesidad es hacer feliz a Rafael. Aunque, a veces, echa en falta esas salidas con sus amigas, hablar con ellas o incluso su trabajo como periodista.
- A medida que pasa el tiempo, Elena se pregunta si está haciendo las cosas bien. Tiene claro que quiere a su pareja, pero siente que está en el interior de un círculo que cada vez la oprime más, que le deja sin aire.
- Lo que nuestra protagonista debería hacer en este caso no es dejar a Rafael, es “desapegarse” de esa dependencia afectiva y aprender a amar de manera madura.
Amar a alguien no implica dejar a un lado lo que somos, o lo que nos identifica. Dejarlo todo por alguien hará que, tarde o temprano, nos sintamos frustrados. Debemos aprender a priorizarnos, a decir “me quiero” y “te quiero”.
3. El amor tiene un límite y se llama dignidad
El amor tiene límites, fronteras y barreras infranqueables. Tenerlas claras desde un inicio nos puede evitar sufrir de forma inútil.
La propia autoestima es un límite esencial. Si nos empequeñecen, nos ridiculizan o nos hacen sentir débiles, no nos están queriendo de una forma sana y madura.
La dignidad personal no admite rebajas; es una raíz de nuestro crecimiento personal que nadie puede ni debe arrancar ni dañar.
4. Conviértete primero en la persona que quieres encontrar
Cuando una persona construye una relación basada en el apego, es común que su esquema mental se rija por la idea de “no soy capaz de hacerme cargo de mí mismo: sin él o ella no soy nadie”.
Llegar a estos extremos personales supone, sin duda, una despersonalización de nosotros mismos y una bajada de autoestima importante. Es, por lo tanto, importante evitar este tipo de adicciones afectivas e iniciar un camino paralelo al de nuestra pareja, pero a la vez acompañados.
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En lugar de encontrar a la pareja ideal, preocupémonos primero por querernos a nosotros mismos y tener la personalidad que deseamos tener para no ser marionetas ni moldes de la otra persona.
Conviértete en una persona sin vacíos, fuerte emocionalmente y llena de felicidad, alegría y pensamientos positivos.
Ver también:
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