7 consejos para pedir una disculpa de forma sincera
Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz
Es evidente que ninguna persona es perfecta y que todos, en más de una ocasión, hemos cometido errores. Cuando nuestras acciones dañan a otros, el vínculo con ellos se ve perjudicado y tal vez la confianza se rompe. Revertir esta situación es complicado, pero pedir una disculpa sincera es un excelente e imprescindible primer paso.
Disculparse constituye todo un arte si realmente queremos que esta expresión de arrepentimiento sea reparadora. Hay quienes optan por hacer como que nunca pasó nada, como que el daño nunca se causó; hay otros que se lavan las manos con un escueto “lo siento”. Pero solo quienes logran elaborar una disculpa real y completa pueden restituir la relación dañada.
Ahora bien, pese a que ofrecer una disculpa es el camino más lógico y apropiado, generalmente nos cuesta mucho dar este paso. Tal vez por orgullo, por vergüenza o por no ponernos en una situación incómoda. Quizá porque creemos que nuestras palabras no serán bien recibidas o porque realmente no pensamos que nuestra ofensa haya sido tan grave.
En cualquier caso, es importante derribar esta barrera, aprender a hacernos cargo de los errores y saber disculparnos apropiadamente.
¿Cómo pedir una disculpa sincera?
La ciencia ha comprobado que no todas las disculpas son igual de efectivas y que las más elaboradas y completas suelen ofrecer mejores resultados. Además, hay ciertos componentes que tienen más peso que otros.
Si quieres tener éxito en tu cometido, estos son algunos de los elementos que no pueden faltar en tu disculpa.
Arrepentimiento sincero
En primer lugar debes reflexionar acerca de tus actos y de sus consecuencias. Has de valorar el daño que has causado y qué emociones has podido despertar en la otra persona.
Tomar consciencia de tu transgresión es fundamental, pues de nada sirve una disculpa vacía pronunciada únicamente para calmar al otro o para evitar su enfado. Es necesario comprender verdaderamente que se le ha herido.
Expresión de las emociones
Una vez has tomado consciencia del daño causado, es probable que surjan en ti emociones como la culpabilidad o el arrepentimiento. Al igual que todas las demás, estas emociones son necesarias y cumplen una función. En este caso, nos avisan de que hemos cometido una transgresión.
Al hablar con la persona a quien has dañado, es importante que expreses cómo te sientes al respecto. Déjale saber que te duele o te avergüenza haberle fallado. Este paso puede hacerte sentir vulnerable y por ello es posible que quieras saltártelo, pero es un ingrediente imprescindible.
Concretar los hechos
Cuando te disculpes, trata de clarificar los actos o palabras de los que te arrepientes. Una disculpa vaga y genérica es poco efectiva; la otra persona necesita saber que has detectado con precisión qué la ha dañado, a fin de que puedas evitarlo en el futuro. Así, en lugar de decir “lo siento por lo de la otra noche”, di “siento haberte levantado la voz y haberte insultado”.
Asume tu responsabilidad
¿Cuántas veces nos disculpamos tratando de excusarnos o justificar nuestro comportamiento? Estos dos actos parecen contradictorios, pero están más presentes de lo que pensamos. “Siento haberte gritado, pero es que estaba muy nervioso” o “perdóname por haberte mentido, pero es que sabía que te enfadarías mucho” no son alternativas válidas.
Es importante ser maduros, responsables y hacernos cargo de nuestras acciones sin tratar de buscar atenuantes. Es cierto que nuestra conducta estaría motivada por diversas razones, pero esto ahora no importa. Resulta primordial reconocer que cometimos un error y que debimos haber actuado diferente pese a todo.
Habla en primera persona
Cuando te disculpas, ¿buscas que el otro también asuma su parte de culpa? Si es así, has de saber que estás en un error.
Ofrecer una disculpa es un acto voluntario e individual que se realiza por reconocer un fallo propio y con la intención de subsanar el daño causado. Así, debes hablar de ti, de lo que tú hiciste y de cómo has reflexionado al respecto.
En muchas ocasiones, todos los involucrados tienen una parte de responsabilidad, pero es tarea de cada uno reflexionar y decidir si se intenta subsanar el daño. En tu caso, olvida por un momento lo que hicieron los demás y excúsate por la parte que te corresponde.
Fomentar el cambio
Este es uno de los aspectos más relevantes a la hora de pedir una disculpa. Hemos de estar dispuestos a no repetir el error.
De lo contrario, de poco serviría excusarse por lo ocurrido. Hemos de transmitirle a la otra persona nuestro compromiso de cambio; incluso, podemos hacerle partícipe y pedirle ayuda para que la situación sea más favorable la próxima vez. Por ejemplo, podemos decir “sé que te hirieron las palabras que utilicé, ¿de qué otra forma podría expresarme para que no te sintieras dolido?”.
Reparar
Por último, podemos buscar la forma más apropiada de reparar o subsanar el daño. Según investigaciones, esto es fundamental para restablecer la confianza.
Por ejemplo, si ayer dejamos plantado a un amigo que nos pidió ayuda con su mudanza, podemos ofrecernos a ayudarle hoy mismo. En otras ocasiones, sin embargo, la solución no es tan sencilla.
Antes de caer en tópicos vacíos como regalar unas flores, preguntémosle al otro de qué manera siente que podríamos compensarle. ¿Qué necesita o le gustaría recibir de nosotros? Esta es la mejor forma de acertar.
Pedir una disculpa es validar lo que el otro siente
En definitiva, la clave que hace una disculpa efectiva es que logre transmitirle a la otra persona que sus sentimientos nos importan, que hemos comprendido cómo le hicimos sentir y que nos duele haberle generado ese tipo de emociones.
Finalmente, los seres humanos solo queremos ser vistos, escuchados, comprendidos y tenidos en cuenta. Si tienes la valentía de reconocer tu error, expresarte, ser vulnerable y humilde, lo más probable es que el otro acepte tu disculpa y ambos logréis reparar el vínculo. Por ello, no dudes en hacerlo siempre que lo consideres necesario.
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