Coparentalidad: consejos para ser padres sin ser pareja
Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz
Tradicionalmente, la paternidad y el matrimonio han ido estrechamente unidos, al punto de que parecía impensable tener un hijo sin estar involucrado en una relación de pareja. En la sociedad actual hay nuevos modelos de familia que emergen, abriendo un mundo de posibilidades para aquellos que anhelan ser padres. Es aquí que la coparentalidad se presenta como una alternativa.
La coparentalidad refleja la situación de dos personas que comparten la paternidad sin ser pareja. Esta es una realidad que ya experimentan quienes se han separado o divorciado tras tener un hijo, pero abarca también otro tipo de casos. Mujeres y hombres solteros, parejas homosexuales o personas que tienen problemas de fertilidad pueden recurrir a la paternidad compartida.
¿Cómo entender la coparentalidad?
Son muchas las situaciones vitales que pueden llevar a un ser humano a desear convertirse en padre sin mantener una relación amorosa. Tal vez por la incapacidad de encontrar a la persona adecuada o por la elección de seguir soltero.
Incluso, estando en pareja es posible que no se llegue a un acuerdo con el otro respecto a la opción de tener hijos. En estos casos, en lugar de renunciar al deseo, se decide compartir la aventura de la paternidad con otra persona con el mismo anhelo.
¿Qué conlleva la coparentalidad?
Tener un hijo es una de las mayores responsabilidades que se pueden asumir, ya que implica hacerse cargo de otra vida humana. Teniendo esto en mente, la coparentalidad supone grandes retos.
El bienestar de los hijos debe prevalecer por encima de los desacuerdos y discrepancias de ambos adultos. Y esto, si ya es difícil en una pareja, puede complicarse aún más cuando no se mantiene un vínculo afectivo con el otro. Pero, en la otra mano, conlleva una serie de beneficios que han de tenerse en cuenta.
Beneficios de la coparentalidad
Veamos algunos beneficios que se asocian al hecho de practicar la coparentalidad. Por supuesto que serán cuestiones personales y no todos se identificarán con ellos, pero en términos generales sirven de orientación.
Mejor uso del tiempo
Criar a un hijo en solitario puede resultar una tarea exigente a nivel del tiempo que ha de invertirse en ella. Llevar y recoger al niño del colegio, de las actividades extraescolares, acudir a citas médicas y compartir tiempo de ocio con él puede hacer difícil conciliar la vida familiar, personal y laboral si es una única persona la que enfrenta el reto.
La coparentalidad ofrece la oportunidad de compartir esta responsabilidad con otra persona y, por ende, disponer de más flexibilidad de tiempo para atender a los hijos de la mejor manera.
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Compartir responsabilidades
Por otro lado, existen decisiones de suma importancia que han de tomarse respecto a la educación de un hijo. Velar por su bienestar y por su correcto desarrollo físico y mental es una gran responsabilidad en la que puede ser de ayuda contar con un compañero de equipo.
Esto es algo que no solo beneficia al adulto, sino también al niño, que cuenta con dos figuras que le respaldan y en las que puede apoyarse.
Permite crear un lazo familiar
Ante todo, la coparentalidad surge como un nuevo modelo de familia en respuesta a las demandas de la sociedad actual. Personas solteras que desean ser padres, parejas homosexuales o con problemas de fertilidad tienen la posibilidad de crear lazos familiares con alguien determinado y comprometido a cumplir ese sueño como ellos mismos.
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Generar estabilidad económica, social y personal
Además, resulta mucho más sencillo afrontar los gastos de la paternidad si estos son compartidos entre dos adultos. La calidad de vida a la que puede acceder el menor será mayor que si solo contase con un progenitor a su lado.
Por otra parte, compartir la crianza permite a ambos padres disponer de más tiempo para sí mismos y para cultivar el área personal y social en sus vidas privadas.
¿Cuáles son los inconvenientes?
A pesar de las múltiples ventajas que ofrece la coparentalidad, existen una serie de inconvenientes o desafíos que habrán de afrontar los co-padres. En primer lugar, es imprescindible asegurarse de escoger a la persona adecuada.
Los padres han de compartir valores y perspectivas, especialmente respecto a la crianza de los menores. De lo contrario, puede convertirse en un calvario de muchos años de duración.
Además, ambos adultos han de llegar a acuerdos respecto a asuntos como la custodia, la manutención o la toma de decisiones acerca de los hijos. Si esto no sucede se producirán fricciones y conflictos que perjudicarán a los niños.
Adicionalmente, habrán de mantener una comunicación fluida y continuada que les permita a ambos estar al tanto de lo que ocurre en el día a día. El respeto y la flexibilidad deben primar para que la coparentalidad se lleve a cabo de la mejor forma posible.
Una opción válida
Pese a lo novedoso o extraño que puede sonar el concepto de la coparentalidad, esta es una alternativa válida y beneficiosa. Los hijos criados en este tipo de familias no tienen por qué presentar ningún tipo de carencia o conflicto a nivel psicológico, pues lo primordial es que reciban amor y cuidado.
Gracias a la coparentalidad, muchas personas podrán experimentar la paternidad a la que no tenían acceso desde el camino convencional.
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