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Depresión de verano: causas, síntomas y cómo afrontarlo

9 minutos
El calor puede provocar desgano e irritabilidad en la mayoría de las personas. Sin embargo, cuando la presencia de estos malestares se prolonga, podemos estar ante un caso de depresión de verano.
Depresión de verano: causas, síntomas y cómo afrontarlo
Maria Fatima Seppi Vinuales

Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales

Última actualización: 24 mayo, 2023

Quizás, la mayoría de nosotros asocia la tristeza, el desgano o las ganas de quedarse encerrado a una estación como el invierno. Si bien la depresión estacional suele ser más frecuente en dicha época, también existe la depresión de verano.

Para casi todos, la época estival representa salir y pasar días enteros al aire libre, en reuniones sociales, en la piscina, en la playa y más. Sin embargo, para otros, ese reflejo de lo que sucede «allá afuera» causa malestar o lo que se conoce «trastorno estacional afectivo». ¿Quieres saber más al respecto?

Síntomas de la depresión de verano

De acuerdo con una publicación en la revista Psychiatry, entre el 10 y el 20% de los casos de depresión recurrente siguen un patrón estacional. Y si bien en verano no es tan recurrente como durante el otoño o el invierno, se presentan muchos casos. Los principales síntomas son los siguientes:

  • Agotamiento o fatiga. Una de las causas es la cantidad  y la calidad del sueño. Tiene que ver con que los días son más largos y muchas personas van retrasando sus actividades, por lo que duermen menos. Además, descansan mal porque las noches suelen ser pesadas y calurosas. El ritmo circadiano con los ciclos de sueño-vigilia se ve impactado por las horas de luz.
  • Enlentecimiento. El calor excesivo provoca que todo se desarrolle a un ritmo más lento, pues lo cierto es que el cerebro, pasados los 36 grados, empieza a pasar factura. El rendimiento y la productividad es menor, junto al factor vinculado al descanso, ya mencionado.
  • Ansiedad. En muchas personas, esa sensación de «no hacer nada» en verano les genera gran malestar, ese sentimiento de pérdida de tiempo. Asimismo, esto se ve acrecentado porque, en general, muchas instituciones públicas cierran sus puertas, lo que deja en suspenso diferentes trámites y gestiones.
  • Nerviosismo o irritabilidad. 
  • Pérdida de apetito. Puede haber un menor deseo en la ingesta de alimentos.
  • En algunos casos más graves, pueden presentarse sentimientos de muerte, con ideación suicida.

Es importante tener en cuenta la duración de estos síntomas, ya que al principio puede tratarse de solo una forma de desmoralización pasajera. Pero si se alargan más de dos semanas, es mejor acudir con un especialista.

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La depresión en verano tiende a manifestarse con tristeza excesiva, irritabilidad, agotamiento y ansiedad.

¿Por qué ocurre la depresión en verano?

No existe una causa específica que indique el por qué de una depresión en verano. En lugar de esto, debemos analizar un conjunto de factores que intervienen tanto lo biológico como en lo individual-personal y lo social. Respecto de lo biológico, ya hemos mencionado el impacto que tiene el calor en el cuerpo.

Por otro lado, un síntoma como el estrés -mencionado anteriormente- también se acrecienta en verano. En particular se asocia al cierre de ciclos y a la partida de las vacaciones. Dejar la casa en orden, preparar valijas, adquirir boletos y otras tareas suelen concentrarse en estos días de calor, lo que acaba por causa agobio.

Lo cierto es que la rutina establece un orden y un rumbo en el día a día. En verano, las obligaciones y los horarios se diluyen; en consecuencia, algunas personas experimentan esa sensación de pérdida de control que les impide conectarse con el disfrute.

A su vez, el hecho de ver en las redes sociales las fotografías de gente pasándola bien, de grupos de amigos y familias reunidas puede resultar perjudicial en muchos. Esto puede ser interpretado como muestra de soledad, algo que durante el resto del año se puede disimular con el peso de las obligaciones diarias.

Por su parte, la cantidad de luz también influye. Aunque para la mayoría de las personas una mayor luminosidad es un factor protector,  existe un porcentaje de personas que tienen la respuesta a la luz invertida. Es decir, se deprimen si los días son más largos y luminosos.

Asimismo, la presión social de tener que ser un «amante del verano» lleva a que muchas personas no comprendan el malestar que pueden estar sintiendo otras. Por último, el factor económico también incide. El verano es una época en donde suele gastarse mayor dinero, ya que se planifican vacaciones.

Frente a esta situación, no todas las personas cuentan con los mismos recursos, e incluso hay quienes se endeudan. De este modo, la presión y el estrés terminan por afectar.

Grupos y factores de riesgo

La depresión de verano, o trastorno afectivo estacional, es uno de los tipos de depresión, y no afecta a todas las personas por igual. Si bien hay una mayor prevalencia en mujeres, también se ven afectados otros grupos. Entre ellos, encontramos los siguientes:

  • Personas mayores y quienes requieren de cuidados más frecuentes. Son las principales afectadas, ya que en general su red social de apoyo empieza a ser intermitente por el inicio de las vacaciones. De modo que se acrecienta la sensación de soledad y aislamiento, aunque sea unas semanas.
  • Mujeres que cuidan de otros. Este grupo de mujeres también suele verse afectado por la depresión de verano. Pues suelen estar acostumbradas a cuidar de otros, pensando poco en sí mismas durante el año. Esto provoca que se sientan solas e inútiles cuando los hijos u otros familiares se van de vacaciones.
  • Adolescentes. En una edad en donde el grupo de pares lo es todo, la separación física es un factor interviniente para la depresión. Pasar semanas separados de los amigos puede llevar a la sensación de que el verano no se disfruta igual.
  • Las personas que suelen ser multitasking y que durante el resto del año llevan un ritmo febril de trabajo, en verano suelen tener dificultad para «encontrarse» y encontrar qué hacer.  Además, como tampoco están acostumbradas a desconectar, no encuentran demasiado sentido en «echarse a hacer nada». Incluso, esto suele ser una fuente de conflicto en las familias o en las parejas para quienes sí pueden y desean compartir tiempo.
  • El verano también es una época que pone en jaque a las personas que tienen algún problema con su cuerpo o no están conformes con él. El clima agobiante es una invitación a andar más liviano de ropa, además de la presión de lo significa socialmente un cuerpo perfecto y bonito. Así, hay personas -la mayoría mujeres- que desearían poder disfrutar en la piscina o en la playa, pero no se hayan a gusto al verse expuestas a las miradas. Lo mismo ocurre con aquellas personas que tienen problemas de sudoración, cuya incomodidad se acrecienta con las altas temperaturas.
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Las personas jóvenes y los adultos mayores son las poblaciones con más riesgo de tener depresión en verano.

Tratamientos y consejos

Algunas de las recomendaciones y hábitos saludables que se pueden tener presentes para que la temporada de verano sea más llevadera son las siguientes:

  • El sol es necesario puesto que aporta vitamina D al cuerpo; por lo tanto, tampoco resulta ideal el hecho de evitarlo. En cambio, lo que se puede hacer es tomar un poco de sol a primera hora del día. De este modo, se evita la exposición a los rayos agresivos.
  • Mantenerse hidratado. Llevar siempre consigo agua o alguna bebida para evitar la deshidratación.
  • Dormir lo suficiente. Con la llegada del verano es común que las personas duerman menos. Por tanto, debemos tomar las acciones necesarias para garantizar un buen descanso. Como por ejemplo, hacer alguna actividad relajantes antes de dormir, evitar las pantallas durante la noche y contar con un lugar tranquilo y cómodo.
  • Evitar suspender las actividades que se realizan a diario, sino más bien reprogramarlas. A causa del calor, muchas personas dejan de practicar ejercicio, lo que les ocasiona gran malestar. Lo mejor es no interrumpir, sino intentar buscar un momento en donde el calor no sea intenso, por ejemplo, al finalizar el día. De igual manera, quienes sufren de calor, pero les gusta reunirse con amigos, pueden optar por cambiar horarios o elegir sitios frescos para el encuentro.
  • También es conveniente tratar de mantener una rutina durante el día.
  • Evitar las temperaturas extremas y las alteraciones en el patrón de luz. Lo ideal es permanecer en sitios frescos en las horas de más calor y dormir en total oscuridad. En algunos casos, incluso, podría ser útil usar gafas de sol especiales a última hora de la tarde, pero para eso es necesario consultar con su médico.
  • Acudir con un especialista. Si uno nota que se está deprimiendo, hay que buscar ayuda inmediatamente. No hay que esperar a ponerse cada vez peor, pues la solución puede ser mucho más difícil si se deja pasar el tiempo.

Calor, sol y medicación

Por su parte, si estamos recibiendo tratamiento farmacológico para la depresión es importante tener en cuenta que algunos medicamente pueden afectar la capacidad de sudoración, produciendo sequedad de la piel y mucosas y empeorando el control de la temperatura interna. En estos casos, lo ideal es evitar las altas temperaturas e hidratarse bien.

Además, los antidepresivos (especialmente los antiguos) pueden provocar fotosensibilidad, por lo que una exposición prolongada al sol podría producir reacciones cutáneas. Para ello, se recomienda utilizar un buen protector solar.

La depresión es más que un «bajón»

No debemos subestimar la importancia que conlleva un malestar como la depresión, ya que en ocasiones no se trata simplemente de «estar de bajón». A veces, las consultas o los pedidos de ayuda llegan tras varios meses de malestar, por lo que la dificultad en su abordaje es aún mayor.  Es mejor no confiarse en el «ya pasará» y darle a la salud mental el lugar que se merece.

El calor excesivo es algo que nos afecta a todas las personas anímicamente, sobre todo si muchos están pasándola bien mientras que otros están trabajando. La irritabilidad y el desgano se hacen presentes, pero son intermitentes, no permanentes.

Así pues, es importante prestar atención a la duración de los síntomas, ya que no siempre se trata de algo pasajero, sino de algo que siempre está presente y que se acrecienta en determinados momentos. En todo caso, la consulta con un profesional es mejor para sacarse dudas y obtener un tratamiento.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


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