Duelo desautorizado o prohibido, ¿qué es y cómo afrontarlo?
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
¿Algunos sufrimientos son más válidos que otros? ¿Por qué está bien llorar por ciertos temas mientras los demás parecen sin importancia? Quizás se relacione con que nos acostumbramos a negar emociones por temor a parecer débiles o demasiado sensibles. Y esto mismo lo proyectamos hacia otros en el duelo prohibido o desautorizado.
Evitamos entrar en contacto con lo que sentimos en determinados momentos, frente a ciertas pérdidas, y eso nunca es bueno. Veamos de qué se trata y por qué es importante trabajarlo.
¿Qué es el duelo desautorizado y por qué se produce?
El duelo desautorizado o prohibido tiene que ver con quitarle a alguien (o quitarse uno mismo) el derecho a sufrir por determinadas pérdidas, a partir de la interiorización de mandatos y expectativas sociales.
Dentro de los duelos, a muchas personas les parece lógico llorar por la pérdida de un familiar. Sin embargo, minimizan o subestiman la pérdida de una mascota. Este es un ejemplo de un duelo desautorizado o prohibido.
O también cuando una persona sufre un accidente y pierde alguna parte de su cuerpo. Muchas veces se la presiona a sentirse agradecida porque está viva y porque podría haber sido mucho peor. Sin embargo, más allá de encontrarse con vida, es lógico que se sienta afectada.
En este sentido, se trata de enfatizar que el duelo no es únicamente sinónimo de muerte. A veces es una pérdida o una situación que es vivida como tal.
¿Cuáles son los duelos desautorizados con mayor frecuencia?
Existen algunos duelos prohibidos o desautorizados que son más frecuentes:
- Pérdida de una mascota.
- Separación de una pareja
- Cambios en los proyectos vitales. Por ejemplo, dejar un trabajo o una mudanza a otra ciudad o país.
- Pérdida de alguna capacidad corporal. Por ejemplo, que ya no podamos movernos con seguridad y tengamos que usar bastón.
- Fallecimientos esperados. Por ejemplo, ante la muerte de una persona que tenía problemas con el consumo de alcohol o de sustancias.
- Duelos prohibidos a niños y niñas o personas con cierta discapacidad, ya que se los excluye de rituales por temor a que les afecte, sin darles posibilidad de elegir.
Consejos para afrontar el duelo desautorizado
Aquello que no se procesa y se intenta evitar u ocultar, en algún momento sale a la luz. Es por eso que es mejor vivir lo que haya que vivir, aunque duela.
A continuación, algunas recomendaciones para afrontar un duelo:
- Aceptar las emociones y los estados de ánimo. En ocasiones nos sentiremos abatidos, a veces con tristeza y otras con ira. Los duelos implican una mezcla emocional que forma parte del proceso. No culpabilizarse también es importante.
- No acelerar procesos. Evitar el debería estar bien si ya pasó un tiempo. Cada persona tiene su propio ritmo para sentirse mejor y es lógico tener recaídas.
- Buscar ayuda. Familiares, amigos o ayuda profesional en ciertos casos. Es importante reconocer y aceptar cuando nuestros propios recursos son insuficientes.
Consejos para acompañar a alguien que atraviesa un duelo
Como amigo, familiar o se trate del vínculo que se trate, es posible generar el ambiente para acompañar a alguien que está viviendo un duelo. Esto sería lo ideal, en lugar de convertirlo en un duelo desautorizado o prohibido.
Algunas de las recomendaciones son las siguientes:
- No minimizar lo que sucede: es importante comprender y empatizar con la otra persona que está sufriendo. Evitar las frases del tipo “ya vas a tener otro perro” o “ya vas a encontrar a alguien mejor”. Sugieren la idea de que se puede reemplazar una persona o una mascota por otra, así sin más. También se deben evitar expresiones del tipo “levántate, tus hijos te verán mal”. Transmiten la idea de que otros nos necesitan y que no tenemos lugar para vivir el dolor.
- Permitir la expresión de emociones: durante mucho tiempo escuchamos “no llores” o “no te pongas así”; son expresiones que inhabilitan el expresarse. Es necesario dejar que la persona se libere, pueda vivenciar el dolor y empiece a tramitarlo. A veces no es necesario decir nada, sino simplemente ofrecer una escucha atenta y cálida.
- Respetar tiempos, pero mostrar apoyo: puede pasar que la persona que está viviendo el duelo no se muestre disponible. Sin embargo, es necesario hacerle saber que estamos presentes para lo que necesite.
- Ayudar a organizarse: los primeros días tras una pérdida suelen ser de desorganización. Por lo tanto, podemos hacer las compras por el otro o ayudar a mantener la limpieza del hogar.
Repensar los duelos
La muerte tiene diferentes connotaciones en la sociedad y esto también nos habilita a pensar qué lugar le damos. Por ejemplo, muchas veces una persona debe presentarse en su lugar de trabajo tras la muerte de un amigo porque no es familiar en línea directa. Esto lleva a que la persona deba ser funcional y estar en un sitio, en un momento en que se encuentra vulnerable y sensible.
Hay que reconocer que dicha persona merece cuidado y respeto por sus emociones. Permitirle ausentarse unos días es velar por su bienestar y su salud mental. Caso contrario, se corre el riesgo de arrastrar problemas hacia el futuro, como ansiedad, depresión o insomnio.
Por último, atravesar un duelo y una circunstancia difícil, conectando con las emociones, es aprendizaje. Podemos salir fortalecidos, con resiliencia y conociéndonos más.
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