Efecto Mandela: ¿qué es y cómo ocurre?
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
Hace algunos años presencié la conversación de dos hermanos que se referían a un mismo episodio de la infancia, aunque con detalles completamente disímiles. Cada uno afirmaba estar en lo cierto y ser testigo fiel de lo que decía. ¿Quién tenía razón? Difícil saberlo, ya que quizás alguno de ellos estaba viviendo el llamando efecto Mandela. Veamos de qué se trata este fenómeno.
¿En qué consiste el efecto Mandela?
Si tuviéramos que pensar en cómo definir el efecto Mandela, podríamos simplificarlo diciendo que se trata de un falso recuerdo. Una persona empieza a reconstruir una situación o episodio, convencida de que sucedió de tal forma, cuando en realidad no es así. A su vez, se agrega el hecho de que tal reconstrucción encuentra asidero en otras personas que adhieren a esa versión.
La idea del efecto Mandela surgió a partir de Fiona Broome, quien demostró cómo la sociedad era capaz de creer en algo que no había ocurrido: el fallecimiento de Mandela en un tiempo y un lugar determinados (cuando estuvo en prisión).
En realidad, Mandela murió en una época bastante reciente (año 2013), luego de ser presidente de Sudáfrica. El convencimiento de la gente era tal, que muchos eran capaces de afirmar que habían visto el entierro por televisión. En dicha explicación, también se incluyó la variable del contagio social.
Algunos ejemplos del efecto Mandela son los siguientes:
- Recordar haber hecho un viaje de pequeños, ser capaces de describir el lugar donde estuvimos y que no haya sido así.
- Algunos episodios o finales de películas pueden ser recreados de manera diversa.
Para entender el efecto Mandela
Algunas de las ideas respecto al efecto Mandela tienen que ver con que el cerebro procesa grandes cantidades de información y de datos en simultáneo, por lo que a la memoria le resulta difícil almacenar todo. De allí que cuando encuentra un vacío, lo completa de algún modo.
Estos datos añadidos pueden ser parciales y de poca importancia, como sostener con firmeza que el día que ocurrió determinado evento tal persona llevaba un pantalón a rayas, por ejemplo. Sin embargo, otras desviaciones pueden ser de gran importancia, como afirmar que se asistió al entierro de una persona, cuando esa persona falleció años antes o mucho después.
A simple vista, puede parecer que se trata de una deformación sin mayor trascendencia. De todos modos, en algunos ámbitos, inclinarse por una información u otra puede ser crucial.
De allí que muchas disciplinas, como la psicología aplicada al campo de la criminología, tengan muy presente el efecto Mandela para distinguir cuándo un testigo dice la verdad y cuándo cree que la dice porque está sesgado por su recuerdo falso.
Algunas explicaciones sobre los recuerdos
Las investigaciones vienen a poner de manifiesto que la memoria no es algo que se conserva intacto sobre una vitrina, sino que sufre procesos, construcciones y reconstrucciones cada vez que apelamos a algo que ella tiene alojado. Muchas veces, esta información se distorsiona por el comentario o añadido de un tercero.
Nuestro recuerdo se vuelve una fusión de ideas y deriva en un falso recuerdo. En otras ocasiones, ese cambio se debe a los propios procesos internos.
Además, el momento en que se conforma el recuerdo, también está asociada la circunstancia. Por ejemplo, si se trata de una experiencia breve o repentina, la calidad del recuerdo puede que no sea buena. También la intensidad de la situación influye, tal como lo demuestran los episodios traumáticos.
Entonces, hay que considerar que muchos eventos son almacenados con una cierta carga emocional. Por lo que también aquello que se selecciona para ser guardado y aquello que queda por fuera puede ser muy diferente.
Asimismo, al rememorar (que es reconstruir) pasan experiencias, expectativas y nuevas emociones. De este modo, aquello del pasado que traemos al presente no necesariamente es tan fiel como creemos.
Sí, la memoria puede fallar
Ahora sabemos que la memoria no es perfecta y que distintos estímulos influyen a la hora de recrear lo vivido. Es por esto que, en la vida cotidiana, podemos apostar por fortalecer la memoria valiéndonos de distintos objetos o técnicas. Por ejemplo, un anotador o algún dispositivo tecnológico es suficiente.
A todo lo anterior hay que agregar que en la construcción de estos falsos recuerdos intervienen perspectivas de diferentes personas. Por lo que cada una de ellas vive una situación desde su propio punto de vista y en sus propios zapatos. De allí que también es factible tener dos historias distintas.
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