Los efectos físicos y emocionales de llorar mucho


Revisado y aprobado por la médica Alejandra Ramirez Ovalle
Aunque a veces quieras esconderlo, los ojos rojos y la cara hinchada son señales visibles de un llanto profundo. Esta respuesta natural suele activarse cuando una situación externa o interna sobrepasa tu umbral sensorial y emocional, provocando distintos efectos en el cuerpo, como dolor de cabeza, congestión nasal e incluso sudoración. Por lo general, estas manifestaciones físicas temporales suelen ser la antesala de beneficios como el alivio emocional.
Se sabe que llorar mucho puede desencadenarse por desequilibrios hormonales, agotamiento, soledad o incluso como efecto secundario de ciertos medicamentos. Sin embargo, este mecanismo puede convertirse en un problema que requiere la ayuda de un especialista cuando —sin ningún motivo aparente— las lágrimas no paran casi a diario durante mucho tiempo, se producen ante situaciones menores o vienen acompañadas de tristeza profunda, pensamientos negativos constantes y desesperanza.
A continuación, profundizamos en lo que ocurre por dentro y por fuera de tu cuerpo (y mente) cuando lloras mucho.
1. Hinchazón del rostro y los ojos
Cuando lloras por mucho tiempo, los vasos sanguíneos alrededor de tu rostro, y en especial de tus ojos, se dilatan para aumentar el flujo de la sangre. A su vez, las glándulas lagrimales también trabajan de forma excesiva, por lo que agravan la inflamación. Esta es la causa de la aparición de ojos hinchados. De igual forma, cuando te frotas los ojos, se intensifica la hinchazón. Este efecto también ocurre porque se produce la acumulación de líquido en los párpados.
2. Dolor de cabeza
La contracción de los músculos del rostro, el cuero cabelludo y el cuello, que comprime los vasos sanguíneos y nervios, el esfuerzo que requiere sollozar y la deshidratación son los responsables del dolor de cabeza tras un llanto intenso. Por lo general, se produce un dolor pulsante y opresivo que es temporal.
3. Congestión nasal y dolor de garganta
Las lágrimas no solo fluyen hacia los ojos, sino que también drenan por la nariz, a través del conducto nasolagrimal. Este exceso de líquido se mezcla con la mucosidad y la diluye, lo que provoca moqueo abundante.
Asimismo, el estrés emocional puede causar congestión nasal cuando se activa el sistema nervioso parasimpático y provoca la dilatación de los vasos sanguíneos nasales. En consecuencia, se pone en marcha la respiración por la boca, que expone a la garganta al aire seco.
Esto, sumado al goteo postnasal (moco y lágrimas) y a la tensión de los músculos cuando sollozas, puede irritar la garganta y causar ronquera, carraspera o un dolor leve cuando tragas.
4. Sequedad bucal
Tras el llanto profundo y prolongado, lo más probable es que experimentes sequedad bucal debido a la deshidratación. En conjunto, ocurre un desequilibrio hormonal, ya que se eleva la noradrenalina, que inhibe la secreción salival, mientras que el cortisol hace la saliva más espesa.
5. Cambios en el ritmo cardíaco y la respiración
Cuando te abruman las emociones y brotan las lágrimas con intensidad, pueden producirse cambios en la respiración y el ritmo cardíaco. De acuerdo a algunos estudios, esta respuesta busca la autorregulación del cuerpo.
Por un lado, durante el llanto provocado por un estímulo estresante, una investigación observó la ralentización en la respiración al comenzar a llorar, así como un aumento inicial del ritmo cardíaco, seguido de su rápida disminución.
Otro estudio indicó que los participantes que lloraron por videos tristes registraron una respiración más estable, mientras que esta se aceleró en quienes no lo hicieron. Además, justo antes de que aparecieran las lágrimas, se identificó una disminución de la frecuencia cardíaca; sin embargo, durante el llanto regresó a niveles normales.
Aun así, esto no es lo único que puede ocurrir. Durante episodios de estrés emocional agudo, puede aumentar la frecuencia respiratoria y el ritmo cardíaco se hace más variable.
6. Sudoración
En sintonía con la consecuencia anterior, debido a las emociones intensas, bien sea tristeza, ira o angustia, tu cerebro activa su sistema de alarma. Es allí cuando se eleva la temperatura y aparece la sudoración emocional, principalmente en la palma de las manos y las axilas, para enfriar el cuerpo. De hecho, esta respuesta es común durante ataques de pánico o ansiedad severa.
Además, tanto las lágrimas como el sudor son respuestas al estrés. Y es que cuando este mecanismo de regulación emocional se manifiesta conlleva un esfuerzo físico leve que produce calor corporal, debido a que viene acompañado de tensión muscular, sollozos y espasmos en el pecho.
Eso sí, esto no ocurre siempre. Si el llanto es suave, desprovisto de una gran carga emocional o mucho esfuerzo, lo más probable es que no sudes.
7. Temblores
¿Has notado que en episodios de llanto fuerte se tensan tus músculos? Esto ocurre porque cuando estás bajo mucho estrés, tu cuerpo libera noradrenalina, una sustancia que estimula el sistema nervioso. Esto activa las neuronas y provoca estas contracciones rápidas e involuntarias. En realidad, se trata de la forma en que tu organismo responde a la sobrecarga emocional, en especial durante crisis de angustia.
8. Cansancio y fatiga
Después de un episodio de llanto prolongado es probable que hayas experimentado agotamiento. Esto se debe a que, como indicamos, contraes los músculos, y varía tanto el ritmo cardíaco como la respiración. De igual forma, cuando lloras se produce la liberación de cortisol, conocida como la hormona del estrés, cuya regulación implica gasto energético.
9. Alivio emocional y reducción del estrés
¿Has tratado de contener las lágrimas? Si es así, te recomendamos no hacerlo porque dejarlas salir podría producir un efecto de catarsis. Incluso, es posible que puedas sentir mayor control de tus emociones y manejar mejor los eventos difíciles. De manera que llorar se asocia al alivio emocional, debido a que te permite expresar la tristeza, la frustración, al igual que la alegría.
De esta forma, liberas endorfinas y hormonas asociadas al bienestar que te producen calma. Por eso, después de un episodio prolongado de llanto puedes sentir la reducción de la tensión y el aumento de la claridad mental. De hecho, un estudio reveló que más del 70 % de las personas encuestadas afirmó que llorar les hacía sentir mejor. Eso sí, puede que no ocurra de forma inmediata.
Además, después de un episodio de este tipo, se activa el sistema nervioso parasimpático que produce calma y ayuda a restablecer el equilibrio emocional.
No obstante, este efecto positivo del llanto puede no producirse en todas las personas, es decir, no es universal. Esto se debe a que entran en juego variables como el entorno social y las emociones de quien llora. Además, quienes sufren de ansiedad o depresión pocas veces reportan alivio emocional.
10. Apoyo y cohesión social
Cuando lloras muestras vulnerabilidad y, al percibirla, los otros ofrecen su apoyo social y comprensión, al tiempo que facilita la cohesión grupal. Esto permite mejorar los lazos sociales y fortalecer las relaciones, debido a que promueve empatía y conexión emocional.
No obstante, como desventaja, cuando el llanto es desproporcionado podría ser interpretado por otros como búsqueda de atención o incluso manipulación.
¿Cuándo es necesario acudir al médico?
Aunque el llanto es una respuesta natural de nuestro cuerpo, cuando se produce de forma excesiva, al punto de afectar tu vida cotidiana, puede indicarte que debes tomarte el tiempo para determinar qué hay detrás de esta manifestación. Algunas señales por las que debes acudir a un especialista son las siguientes:
- Llorar a diario sin un motivo claro.
- Sentir tristeza, desesperanza y vacío.
- Tener problemas para conciliar el sueño.
- Perder el interés en actividades que solías disfrutar.
- Experimentar pensamientos negativos recurrentes.
Presta atención a las señales
Como hemos visto, el llanto es una respuesta natural que desencadena tanto efectos físicos como emocionales. En el primer caso, produce el aumento de la respiración y cansancio, mientras que en el segundo destaca el alivio emocional y el apoyo social.
Mientras unas personas sienten que no pueden llorar, otras lo hacen con mucha frecuencia. Por eso, cuando de llanto emocional se trata, considerar variables como el género, la edad y el entorno social hace posible valorar las diferencias entre personas y grupos.
No obstante, también es clave reconocer cuando llorar mucho puede ser una señal de problemas, como ansiedad y depresión. Si notas que te ha invadido la desesperanza y te abruman los pensamientos negativos, te recomendamos buscar ayuda profesional para recuperar el bienestar físico y emocional.
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