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7 emociones "tóxicas" que nos impiden alcanzar la felicidad

6 minutos
Aunque los miedos o la ansiedad pueden ser emociones que, en su justa medida, nos ayudan a sobrevivir, en exceso pueden resultar más perjudiciales que beneficiosas, por lo que es importante aprender a controlarlas.
7 emociones "tóxicas" que nos impiden alcanzar la felicidad
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater

Última actualización: 24 mayo, 2023

Las emociones tóxicas son aquellas que ponen vetos a nuestra calidad de vida. Así, dimensiones como la envidia, la rabia, la frustración, el miedo o el odio son sin duda factores que dificultan el poder disfrutar de un bienestar personal óptimo y adecuado.

Por otro lado, somos conscientes de que, en el campo de la psicología y el crecimiento personal, hay un término que, quizá, utilizamos en exceso. Nos referimos a la “toxicidad”: a la afirmación de qué tales personas o tales conductas son tóxicas. Bien, en ocasiones hay ideas que encuentran su mejor traducción en esos términos populares y sacados al uso que es necesario saber contextualizar.

No hay personas “tóxicas”. Hay personas que, sencillamente, no saben construir relaciones respetuosas, saludables y satisfactorias. Así, cuando hablamos de emociones tóxicas nos referimos, por tanto, a emociones que hacen daño, que ponen cercos a nuestro bienestar, alambradas a nuestra felicidad y muros a nuestro bienestar psicológico.

La palabra “tóxico” no tiene, por tanto, ninguna validez científica, pero sí un valor ilustrativo de lo que se quiere dar a entender: un comportamiento disfuncional, que causa malestar, dolor o infelicidad.

Las emociones tóxicas que atender

Las emociones tóxicas están ahí para ser atendidas. Descuidarlas, evitarlas o incluso alimentar su intensidad nos conduce a estados tan debilitantes como peligrosos. Es importante tener en cuenta que estos estados internos no solo tienen el poder de afectar a nuestro estado de ánimo. También median en nuestras decisiones y comportamientos.

De este modo, una mente habitada por la frustración y la rabia puede dar forma a decisiones poco adecuadas e incluso dañinas para uno mismo y los demás.

Lo mismo ocurre con la vergüenza o el miedo, emociones tóxicas y limitantes que ponen zancadillas a cada aspecto de nuestra vida.

Así, investigaciones como la publicada en la revista Behavioral Sciences en 2018 nos señalan que este tipo de emociones median en cualquier proceso social: afectan a nuestra capacidad de aprender, de trabajar y de relacionarnos.

Conocerlas y manejarlas de forma efectiva puede permitirnos tener un mayor control sobre nosotros mismos. Veámos de cuáles se trata.

1. Emociones tóxicas: la vergüenza

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Dicen que, con el tiempo, uno pierde la vergüenza pero, en realidad, hay quien la intensifica hasta llegar a límites insospechados y a casi todos los ámbitos de su vida.
  • Hay muchos tipos de vergüenza: a mostrarnos tal y como somos, a vestir determinados tipos de ropa, vergüenza a dirigirnos a personas que nos atraen, a preguntar, a confiarnos a alguien, a mostrarnos vulnerables
  • Queda claro que en la interacción social y en el comportamiento cotidiano hay límites, hay barreras que nunca cruzaremos por razones morales, convencionales o de decoro.
  • Estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Kent, en Reino Unido, nos revelan que las personas con vergüenza no solo temen ser etiquetadas y juzgadas por sus emociones o comportamientos.

A menudo, incluso llegan a esconderse realidades emocionales así mismas, lo cual intensifica aún más el sufrimiento. Por tanto, cuando estamos dentro del campo del crecimiento personal, hay que tenerlo claro: la vergüenza limita nuestra identidad y nuestra plenitud.

La vergüenza se relaciona con el miedo y la inseguridad, así que nunca está de más ahondar en todo aquello de nosotros mismos que no aceptamos o que nos incomoda para trabajar en ello.

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2. La ansiedad

La ansiedad será tóxica siempre y cuando nos sobrepase y cruce ese umbral saludable en el que las personas encontramos ese impulso o esa motivación para dar mucho más de nosotros mismos.

Esta emoción, experimentada en un nivel ajustado, trabaja siempre a nuestro favor. El problema llega por tanto cuando perdemos control sobre ella y cambia la calidad de nuestros pensamientos para situarlos en contra nuestra.

  • En el momento uno percibe una amenaza continua, un estrés constante o una ansiedad corrosiva, aparece la toxicidad, es decir, la emoción negativa que todo lo invade.
  • La ansiedad persistente, lejos de impulsarnos a mejorar, lo que consigue es desanimarnos, darnos sensación de cansancio, de sobrecarga, de falta de concentración…

3. La angustia

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La angustia es una bomba de relojería, porque en ella se comprimen múltiples dimensiones negativas: el miedo, la sensación de amenaza, la negatividad, la incertidumbre, la baja resistencia a la frustración, el dolor…

Nadie puede vivir eternamente angustiado. Es una forma de morir en vida y de cercar por completo nuestra posibilidad de ser libres, felices de autorrealizarnos como personas.

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4. La insatisfacción constante

En ocasiones, la insatisfacción actúa como un poderoso motor que nos insta al cambio, a la superación, a la mejora…

  • Sin embargo, cuando la insatisfacción es crónica y sin sentido, ese malestar y esa apatía lo invaden todo.
  • Poco a poco perdemos las ganas, los ánimos, la sonrisa y la motivación.

No obstante, cuidado con esa sensación de que la insatisfacción es crónica, porque lo más probable es que estemos ante un tipo de depresión.

5. Emociones tóxicas: la envidia

Envidiar no es saludable. Experimentar esa sensación o emoción de forma constante a lo largo de la vida lo que consigue es dejar nuestra autoestima por los suelos.

  • La envidia nos lleva por la senda del sufrimiento. Querer para nosotros atributos, cosas o dimensiones que no nos pertenecen o que no somos capaces de conseguir hace daño y no es útil para nuestro bienestar psicológico.
  • El no ser capaces de apreciar el éxito ajeno, de respetar y celebrar lo que otros son, muestran o tienen dice mucho de uno mismo.
  • Es importante ser capaces de celebrarnos a nosotros mismos, de querernos y de apreciar también lo que otros consiguen.

6. El miedo constante

Si buscásemos una definición simple de la felicidad sería esta: ausencia de miedo. No obstante, sabemos que los miedos cumplen un fin concreto: nos ayudan a sobrevivir y nos alertan de un riesgo.

Sin embargo, cuando llega un momento en que todo nos da miedo, en que tenemos la sensación de que todo va a ir mal, que vamos a ser acechados, criticados, abandonados o que todo cambio es por sí mismo negativo, estaremos coartando por completo nuestra capacidad para ser felices.

7. La frustración

La frustración saludable anima al cambio, a la superación. Sin embargo, las frustraciones son otras de esas emociones tóxicas que nos encallan en la orilla de los miedos, de los sueños perdidos y las rendiciones.

  • No podemos olvidar que toda frustración se alimenta del fracaso y de la decepción, de un sueño no cumplido, de un objetivo no alcanzado.
  • Así, antes de convertirnos en personas resentidas, seamos capaces de aprender de error y del fracaso para avanzar, para aplicar nuevas estrategias, para tomar el control y priorizarnos nuevamente para alcanzar el éxito.

Para concluir, tal y como hemos visto, todas estas emociones nos son sobradamente conocidas. No obstante, todas ellas pueden resultar positivas siempre y cuando mantengamos el control sobre las mismas.

En el momento en que ellas tomen las riendas de nuestra vida y se acomoden en el palacio de nuestra mente sin que hagamos nada al respecto, se convertirán emociones tóxicas…

Imagen principal cortesía de © wikiHow.com


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  • Rowe, A. D., & Fitness, J. (2018). Understanding the role of negative emotions in adult learning and achievement: A social functional perspective. Behavioral sciences, 8(2), 27.
  • Macdonald, J., & Morley, I. (2001). Shame and non‐disclosure: A study of the emotional isolation of people referred for psychotherapy. British Journal of Medical Psychology, 74(1), 1-21.
  • Härtel, C. E. (2008). How to build a healthy emotional culture and avoid a toxic culture. Research companion to emotion in organizations, 575-588.

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.