Herpes zóster

El herpes zoster es una enfermedad que afecta principalmente a las personas mayores de 50 años o a quienes tienen debilitado el sistema inmunitario.
Herpes zóster
José Gerardo Rosciano Paganelli

Revisado y aprobado por el médico José Gerardo Rosciano Paganelli.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 27 julio, 2023

El herpes zóster es una infección causada por el virus VVZ o varicela -zóster. Esta enfermedad afecta principalmente a los nervios que están por debajo de la piel.

Además, su principal manifestación es la inflamación y aparición de erupciones en forma de ampollas. Estas se localizan a lo largo de todo el nervio al cual afectan, por lo tanto, se pueden percibir con facilidad. Así, la piel afectada, se encuentra irritada, con pequeñas vesículas que siguen el recorrido del nervio.

Esa disposición hace que la enfermedad se conozca popularmente con el nombre de “culebrilla”. Asimismo, debido a que las ampollas producen un dolor que parece abrasar la dermis, en algunos lugares del mundo se le conoce como “Fuego de san Antonio”.

En la mayoría de los casos, esta enfermedad afecta a las personas adultas. Sin embargo, algunos adolescentes tienen episodios de herpes zoster, pero estos suelen ser leves. Normalmente es a las personas mayores a quienes esta infección les origina grandes dificultades.

Causas de la enfermedad

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La determinación de carga viral no es exacta, pero permite una aproximación al valor real que ayuda al tratamiento y diagnóstico

El virus que causa el herpes zóster es el mismo de la varicela. Dicho virus nunca es erradicado del cuerpo, sino que permanece en el organismo en estado latente. Cuando se presentan determinadas condiciones de salud, el virus se reactiva en los ganglios nerviosos.

No todas las personas que han tenido varicela desarrollan herpes  zóster. Lo usual es que el virus se reactive en quienes tienen alteraciones temporales o permanentes del sistema inmunitario. Estas pueden producirse a causa de la edad, de otra enfermedad, o de la administración de algunos medicamentos como corticoides, medicinas para el reumatismo y otros.

El herpes zóster no se contagia. Pese a esto, una persona que padezca esta enfermedad sí puede contagiar el virus de la varicela a quien no la haya padecido. Se ha establecido que tal contagio solo se produce por contacto directo con las ampollas.

Las personas más propensas a desarrollar esta enfermedad son los adultos mayores de 50 años. También serán propensos aquellos individuos que tengan debilitado el sistema inmunitario (VIH). Asimismo, se ha observadUn estudio revela que el virus del herpes puede provocar alzhéimero que quienes padecieron varicela antes del primer año de vida también pueden desarrollar este herpes.

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Síntomas del herpes zóster


El dolor es uno de los síntomas más evidentes y puede aparecer incluso antes de que sean visibles las ampollas. Esto se debe a que el virus afecta a los nervios de la dermis.

En la mayoría de los casos, las ampollas aparecen entre 1 y 14 días después de las primeras sensaciones. Además, el dolor puede ser tanto leve como severo.

Los primeros síntomas del herpes zóster son los siguientes:

  1. Picazón.
  2. Cosquilleo.
  3. Hormigueo.
  4. Dolor focal.

Además, durante la fase inicial del herpes zóster, pueden presentarse también los siguientes síntomas:

  • Fiebre.
  • Dolor de cabeza o malestar general.
  • Molestias gastrointestinales.

No obstante, sin duda alguna, su principal síntoma son las vesículas. Al principio las erupciones son pequeñas, pero estas pueden crecer y unirse con otras, formando grandes ampollas.

Normalmente, su periodo de crecimiento oscila entre los 3 y los 5 días. Luego, pasado un tiempo, se forman costras que se corresponden con la fase final del episodio. En caso de que el virus reaparezca en la zona de la cabeza, puede afectar incluso la vista o el oído.

Además, si se aloja en el nervio mandibular podría ocasionar lesiones en la cavidad bucal, la lengua y la garganta. Aunque en raras ocasiones lleva a la pérdida del sentido del gusto.

Diagnóstico y complicaciones

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Las clasificaciones de la enfermedad pretenden mejorar el abordaje brindando herramientas a los profesionales de la salud.

El diagnóstico del herpes zóster se hace a partir de la exploración física del paciente. Además, siempre se deben tener en cuenta, evidentemente, sus antecedentes e historial clínico.

Puede que no exista certeza alguna de que se trate de un caso de herpes zóster. En este caso se procede a ordenar la toma de una muestra de tejido de las lesiones para hacer un examen de laboratorio que permita evaluar el caso a fondo. Asimismo, el análisis de sangre también es un método confiable para establecer el diagnóstico definitivo.

Sin embargo, solo cuando está comprometido el sistema nervioso se acude a la punción lumbar para diagnosticar la enfermedad. Adicionalmente, en casos atípicos, se recurre al “test de Tzanck”, en el cual se hace un cultivo del líquido que compone las ampollas.

Una de las complicaciones más frecuentes y severas de la enfermedad es la “neuralgia posherpética. Esta aparece hasta en el 50 % de los pacientes y consiste en un dolor que muchos describen como quemante, eléctrico e insoportable.

En los casos más difíciles, el dolor puede incapacitar por completo al individuo. Lo más grave es que puede durar semanas, meses, años e incluso para toda la vida.

Otras complicaciones son problemas en la vista, cuando el herpes zóster tiene lugar cerca del ojo. Los efectos en ocasiones podrían llegar a ser muy graves. También pueden originarse infecciones adicionales en la piel, como celulitis o impétigo. Por último, en algunos casos este tipo de herpes puede dar origen a una meningitis.


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