Mi hijo suspende varias asignaturas, ¿qué puedo hacer?
Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz
Antes de las vacaciones de Navidad, de Semana Santa y de verano, llega uno de los momentos más temidos por padres e hijos: la entrega de notas. Estas calificaciones pueden suscitar halagos y celebraciones, conversaciones incómodas en algunas familias y auténticas batallas campales en otras. Padres y madres se preguntan “¿qué hago si mi hijo suspende varias asignaturas?”.
Estos suspensos pueden ser un duro golpe para los niños y adolescentes, pero también para sus progenitores, quienes pueden no saber cómo abordar y mejorar la situación. La realidad es que no hay un único motivo que dé cuenta de unas bajas calificaciones, así como tampoco hay una solución universal. Por ello, queremos ofrecerte algunas claves para proceder en estas circunstancias.
¿Por qué mi hijo suspende varias asignaturas?
Con frecuencia, lo más sencillo es culpar al menor por sus malas notas y achacar esos resultados a su falta de esfuerzo. Aunque en muchas ocasiones sí es la falta de dedicación la causante, puede haber más motivos.
Problemas de aprendizaje sin atender
Es posible que un niño o un joven no logre el éxito académico porque cuenta con dificultades añadidas que no se han identificado. La dislexia, el TDAH, el síndrome de Asperger, los trastornos motrices o la discalculia son algunas condiciones que pueden dificultar el aprendizaje en las aulas y fuera de ellas.
Si tu hijo sufre alguna de ellas y no recibe el acompañamiento, el tratamiento o los apoyos adecuados, le será muy difícil mantenerse al día en lo académico.
Falta de motivación
En otras ocasiones, los padres tienen peleas constantes con sus hijos para que estos se pongan a estudiar cada día y se centren en lo que están haciendo. Siempre hallan una excusa para postergar ese momento y encuentran cualquier pretexto para distraerse de sus tareas (algo que con las redes sociales es cada vez más sencillo).
Esta situación no siempre se produce porque el menor sea irresponsable, sino más bien porque se encuentra desmotivado. Las lecciones, el estilo de aprendizaje o la forma en que funciona el sistema educativo no llaman su atención, no despiertan su curiosidad ni sus ganas de aprender.
De este modo, puede considerar que su formación es una pérdida de tiempo. O que hay una mera imposición de la que escaquearse en cuanto sea posible.
Las distracciones deben regularse para que los niños puedan focalizarse en las tareas escolares.Inadecuados hábitos y técnicas de estudio
Muchos niños sí se esfuerzan por estudiar y cumplir con sus tareas; aun así, siguen suspendiendo. Es real que invierten varias horas cada día, comienzan a estudiar con antelación y aprovechan el tiempo (no se distraen); sin embargo, no obtienen los resultados esperados.
Esto se suele deber a que poseen unos hábitos de estudio inadecuados. Recordemos que no se trata de estudiar más, sino de estudiar mejor.
Falta de tiempo
También es posible que, si tu hijo suspende varias asignaturas, esto se deba a que no dispone de tiempo suficiente para dedicarle a sus estudios. A veces, niños y adolescentes tienen agendas apretadas entre el horario lectivo y las actividades extraescolares. No solo restan tiempo a los estudios, sino también cargan con un nivel de estrés que les impide rendir.
Problemas emocionales
Por último, si el niño está atravesando momentos difíciles a nivel personal, familiar o escolar, esto puede repercutir en sus calificaciones. El divorcio de los padres, el duelo por un ser querido, ser víctima de bullying o no saber gestionar sus emociones, pueden hacer que se dificulte enormemente centrarse en los estudios.
¿Qué hacer si tu hijo suspende varias asignaturas?
El origen de las malas calificaciones puede ser muy diverso. Por ello, las medidas a tomar dependerán del caso en concreto.
Te mostramos algunas claves que pueden ser de utilidad en tu hogar:
- Si sospechas de la existencia de un problema de aprendizaje, lo mejor será acudir a un profesional para realizar una evaluación psicológica. Él podrá determinar los apoyos y las adaptaciones más apropiadas para el menor, así como enseñarle estrategias de uso.
- Es importante establecer una rutina e inculcar buenos hábitos de estudio. Tu hijo necesita aprender a planificarse y organizarse, contar con un espacio adecuado y trabajar cada día. Dejarlo todo para antes del examen no es una buena opción. Puede necesitar aprender nuevas técnicas de estudio que le resulten funcionales. Al inicio puedes ayudarle (o buscar ayuda externa) con este objetivo, pero es importante que progresivamente se haga cargo de su progreso.
- En ocasiones, puede ser útil priorizar actividades para aligerar la agenda y que el niño cuente con más tiempo disponible para estudiar. Un estrés excesivo no es positivo.
- Si tiene problemas de concentración o se le dificulta alguna asignatura en particular, puedes ofrecerle tu ayuda. Sin embargo, cuando los padres actúan como profesores, la emocionalidad hace que la experiencia sea muy negativa para ambos. Una academia o un profesor particular son mejores soluciones.
- Para combatir la falta de motivación, hay que ayudar al hijo a implicarse con su propio proyecto de vida. Animarle a proyectarse a futuro, imaginar la vida que desea vivir y entender cómo la formación juega un papel relevante en este plan. Pese a que la escuela no le motive a corto plazo, contará con un incentivo para continuar.
Si tu hijo suspende asignaturas, no ganas nada con el castigo
Las broncas descomunales y los castigos excesivos no son una buena alternativa educativa.
Estas prácticas minan la autoestima de los menores y socavan los vínculos emocionales entre padres e hijos. Es preferible centrarnos en el refuerzo y en la búsqueda de soluciones conjuntas.
Si tu hijo suspende varias asignaturas, siéntate con él a hablar de las posibles causas y las soluciones disponibles. Implícale en este proceso para que pueda hacerse responsable de lo ocurrido, pero a la vez, que sepa que cuenta con tu apoyo para buscar una salida adecuada.
El refuerzo positivo puede ser utilizado para motivar al niño, pero no es conveniente emplear en exceso recompensas materiales para premiarlo. La motivación intrínseca (la que surge del propio deseo de aprender, mejorar o lograr un objetivo propio) es mucho más fuerte que un refuerzo externo.
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