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Hiperhidrosis: causas y síntomas

4 minutos
Cuando hay una sudoración excesiva que no se asocia a una situación que la provoque se llama hiperhidrosis. Te vamos a contar en este artículo cómo se produce y cuáles son sus posibles tratamientos.
Hiperhidrosis: causas y síntomas
Sara Viruega

Escrito y verificado por la farmacéutica Sara Viruega

Escrito por Leonardo Biolatto
Última actualización: 06 julio, 2023

La hiperhidrosis es la situación en la que el cuerpo humano suda de una manera anormal. Se trata de una sudoración en demasía que no está generada por una causa que la provoque.

Es natural esperar un aumento de la sudoración en días de calor extremo o al realizar una actividad física. En la hiperhidrosis, la sudoración excesiva, sin embargo, no se dispara por estas situaciones, sino que es constante.

El sudor es básicamente agua. Apenas el 1 % de sus componentes son sales. El cuerpo lo produce en las glándulas sudoríparas para regular la temperatura corporal. Es el sistema nervioso el que ordena, en situaciones normales, sudar más o menos.

Aunque sea toda la piel la que suda, el trastorno se hace más evidente en manos, pies y axilas. Esas regiones, si la humedad se almacena por mucho tiempo, se pueden infectar generando olor por la descomposición del sudor a través de las bacterias. Esa situación se llama bromhidrosis.

Se calcula que un 2 % de la población mundial puede ser diagnosticada con los criterios de hiperhidrosis. Y es común que el trastorno sea familiar, encontrando padres e hijos, o hermanos, con el mismo padecimiento.

Causas de hiperhidrosis

Básicamente, la hiperhidrosis se puede atribuir a dos causas generales: la primaria o idiopática y las secundarias. La forma más común de presentación responde a la hiperhidrosis primaria, es decir, aquella que se genera por sí misma.

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Se piensa que los factores genéticos desempeñan un papel en la estimulación excesiva de la sudoración. Pese a ello, los mecanismos aún no se entienden bien.

El tipo primario se denomina hiperhidrosis focal esencial. El problema está en los nervios que inervan las glándulas sudoríparas. En estas personas, estos nervios se hallan hiperactivos, estimulando todo el tiempo la producción de sudor. Si bien el sudor no se asocia a calor o ejercicio, sí puede incrementarse con el estrés.

Por otro lado, las causas secundarias de hiperhidrosis son variadas. Se trata de enfermedades que tienen entre sus síntomas el aumento de la sudoración. Entre ellas tenemos:

  • Hipertiroidismo e hipotiroidismo: las hormonas tiroideas, como reguladoras del metabolismo, pueden afectar la producción de sudor.
  • Diabetes: en algunas personas es el sudor excesivo del tronco lo que despierta sospechas sobre la posibilidad de que padezcan diabetes.
  • Enfermedad isquémica coronaria: en los episodios agudos cardiacos, la sudoración abundante puede provocarse por el estímulo que el dolor genera sobre el sistema nervioso simpático.
  • Cuadros infecciosos sistémicos: en parte, por la fiebre y, en parte, por la aceleración del metabolismo durante una infección, el momento agudo se suele acompañar de hiperhidrosis.
  • Neuropatías: específicamente, las enfermedades de los nervios periféricos y del sistema nervioso simpático son capaces de alterar la inervación de las glándulas sudoríparas.

Criterios diagnósticos y síntomas

No se puede diagnosticar como hiperhidrosis cualquier sudoración que se perciba como excesiva. La comunidad médica ha establecido algunos criterios que, de cumplimentarse, permiten diagnosticar la patología.

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Generalmente, las áreas con la mayor densidad de glándulas ecrinas son las más afectadas. Es decir, las plantas de las manos, la planta de los pies, la cara y las axilas.

La primera condición ineludible es que se padezcan más de seis meses de sudor abundante sin una explicación directa. Es decir, sudor generado sin padecer episodios de calor ni tras la realización de ejercicios intensos.

Además de esa característica, se deben agregar por lo menos dos de las siguientes circunstancias:

  • Afectación de las actividades cotidianas.
  • Aparición del sudor excesivo por lo menos una vez por semana.
  • Haberlo padecido desde antes de los veinticinco años de edad.
  • Tener un familiar con hiperhidrosis diagnosticada.
  • Sudar de manera simétrica: en ambas axilas, por ejemplo, al mismo tiempo.
  • Transpirar durante las horas de sueño en noches que no son calurosas.

Tratamientos para la hiperhidrosis

  • Antitranspirantes: esta es la primera medida que se toma entre los que padecen hiperhidrosis. En general, suele ser un tratamiento instaurado por el mismo paciente antes de consultar al médico. El componente de los antitranspirantes que mejor actúa es el cloruro de aluminio. Los efectos adversos son la irritación dérmica, especialmente en personas con piel sensible.
  • Fármacos: si bien existen medicamentos para reducir la sudoración, no siempre se indican debido a sus efectos adversos.
  • Iontoforesis: el fundamento de esta técnica es la electricidad. A través de la corriente eléctrica, se logra anular la función de las glándulas sudoríparas. El tratamiento requiere una serie de sesiones para ser efectivo y no tiene mayores efectos adversos. El paso de corriente es controlado y de ninguna manera se alcanzan niveles peligrosos para el cuerpo.
  • Toxina botulínica: la sustancia se inyecta directamente en la zona más afectada por la hiperhidrosis para bloquear los nervios que llevan el estímulo de la sudoración. Puede inyectarse en las axilas, en las manos y en los pies.
  • Cirugía: el procedimiento quirúrgico por excelencia para quienes lo requieren es la simpatectomía torácica endoscópica. Se reserva para casos de máxima gravedad donde la calidad de vida está muy afectada o las infecciones dérmicas son muy frecuentes por la humedad generada. El procedimiento consiste en el corte de un nervio del sistema nervioso simpático para detener el estímulo de las glándulas sudoríparas.

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