La obsesión de perfección estética llegó a las partes íntimas
La preocupación por la belleza está cada vez más presente en nuestra sociedad. Cuidamos aspectos que eran impensables hace unos años. Tanto que mucha gente se pregunta si el interés por vernos bien no ha llegado al extremo. Si no se ha convertido en una obsesión que, como tal, nos perjudica más que beneficiarnos.
No obstante, aspirar a sentirnos bien no significa buscar la perfección. Mientras que lo primero es asequible y genera felicidad, lo segundo es imposible, por lo que solo es útil para provocar frustración.
Nunca nos parece suficiente y siempre encontramos algún defecto que ocultar o modificar. Además, los patrones de belleza cambian de manera constante, por lo que entramos en un estado de alerta permanente para no quedarnos atrás.
De hecho, esta obsesión es el origen de ciertos trastornos mentales, más allá de la anorexia, la bulimia o la vigorexia o la obsesión por la cirugía estética. La insatisfacción con nuestra imagen nos puede llevar, incluso, a poner en riesgo nuestra salud.
Un ejemplo de esto es el aumento de intervenciones quirúrgicas en los genitales. Ya no solo se trata de una depilación con más o menos fantasía: ahora se llega al extremo de ponernos en mano de cirujanos para dar forma a nuestros genitales.
Las partes íntimas en juicio: en busca de la vulva perfecta
La intervención más popular en este caso es la labioplastia. Consiste en reducir el tamaño de los labios menores. Las mujeres que se someten a ella creen que sus partes íntimas son demasiado grandes, pequeñas… La cuestión es que no se encuentran bien con ellas y quieren ponerle solución.
No obstante, algunas féminas advierten que lo hacen por comodidad. Los beneficios de esta operación son variados. Además de la estética, muchas mujeres apuestan por ella porque el tamaño de sus partes íntimas les impide hacer deporte con comodidad o para tener relaciones sexuales más placenteras.
- Es cierto que puede suponer un impedimento en la cama o en la cancha, pero solo en casos límites.
- Un exceso de piel o de grosor puede obstaculizar la penetración u otros juegos, así como para correr o moverte con libertad.
A pesar de esto, la estética desempeña un papel importante en la inmensa mayoría de los casos. Debido al creciente acceso al desnudo, se ha creado un estándar de «la vagina perfecta». Por tanto, como sucede con otras zonas del cuerpo, la obsesión por la estética las lleva al quirófano.
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La vulva perfecta, ¿un deseo libre?
Como decíamos, llama la atención que la creciente inquietud por esta cuestión se esté dando en un momento en el que el desnudo está más presente que antes. Ya sea en géneros convencionales o pornográficos, el cuerpo está muy visible.
Si echamos la vista atrás, nos damos cuenta de que los medios de comunicación han tenido mucha importancia en cómo vivimos nuestro cuerpo.
En general, han funcionado como espejo y prescriptor al mismo tiempo. Queremos vernos representados en ellos y, si no sucede, intervenimos sobre nosotros para parecernos a quienes aparecen en ellos.
En este sentido, cuando vemos un sinfín de partes íntimas homogéneas, con las mismas características, nos comparamos y empezamos a pensar que nuestra diferencia es una imperfección.
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Por tanto, comenzamos un proceso de digestión de dicha imperfección, casi de manera inconsciente. A partir de aquí podemos reaccionar de dos maneras: buscar soluciones para modificar nuestro cuerpo o aceptar dicha diferencia.
Así, la creciente obsesión por la estética se ha convertido en la primera opción en la preferida de un sector de la población mayor de lo que se podría pensar.
Las partes íntimas nunca habían estado tan presentes en nuestras preocupaciones estéticas. Es cierto que el tamaño del pene sí ha sido una constante en este sentido, pero no en el caso de las mujeres.
Cabe preguntarse por qué está sucediendo y si esta obsesión nace de manera genuina de nosotras o si, por el contrario, procede del anhelo de parecernos a lo que vemos en los medios.
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