Las relaciones intermitentes son una tortura
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
Muchas parejas tienen relaciones intermitentes. Esto quiere decir que rompen y se dan una nueva oportunidad una y otra vez. Esto es debido a que tienen algún problema que no saben solucionar y cuya elección de darse un tiempo y volver no hace más que desgastar la relación.
Las relaciones intermitentes suelen darse cuando una pareja lleva muchos años juntos o alguno de sus miembros (o los dos) sufre dependencia emocional.Este tipo de situaciones les lleva a no dar por acabada su relación e intentar darse una nueva oportunidad. No conciben el hecho de perder a la otra persona. El problema de todo esto es que termina siendo una verdadera tortura.
La tortura de los múltiples duelos
A lo largo de nuestra vida tendremos que hacer frente a muchos duelos. El duelo por perder a una persona muy querida, por una ruptura de pareja, por ponerle fin a un contrato laboral… Son procesos difíciles, duros, pero que realmente ayudan a sanar.
A continuación, vamos a ver las diferentes fases del duelo y cómo las personas en relaciones intermitentes actúan en cada una de ellas. Si te sientes identificado o te das cuenta de que te encuentras en una de estas fases de duelo y no avanzas, te recomendamos que pidas ayuda profesional.
Fases de un duelo
- Negación: no se quiere ver la realidad e incluso la persona actúa como si no hubiera pasado nada. Cuando la negación se cae por sí misma, entra en la siguiente fase.
- Ira: una fase en la que los miembros se culpan mutuamente del desastre de la relación, de los problemas y de por qué no ha funcionado. Es un período en el que solo se recuerda lo malo y en el que se ve a la que fue pareja con enfado.
- Tristeza: es aquí cuando, después de perder el control con la ira, una emoción muy fuerte, justo surge otra. Una tristeza inmensa que paraliza, que le permite a la pareja recordar los buenos tiempos y sentir nostalgia porque estos quedaron en el pasado.
- Negociación: se intenta volver con la pareja y, en las relaciones intermitentes, los miembros lo consiguen. La tristeza les hace rememorar lo mucho que mereció la pena lo vivido. Por ello, se dan una nueva oportunidad. Se niegan a renunciar a esa relación.
La última de las fases sería la de la aceptación. Aceptar que la relación no funciona, que siempre que surge una nueva oportunidad se puede predecir otro fracaso. Por lo tanto, lo más sabio y saludable para los miembros de la relación es romper definitivamente.
Sin embargo, los miembros de las relaciones intermitentes no quieren aceptar que su relación tiene un fin. Por eso, en la fase de negociación llegan al acuerdo de darse otra oportunidad. Posiblemente bajo la premisa de “voy a cambiar”.
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Las relaciones intermitentes y los miedos
El hecho de que las relaciones intermitentes no sean capaces de llegar a la fase final del duelo tiene que ver con los miedos. Las personas que llevan más de 6 u 8 años con su pareja han vivido tantas experiencias y están tan apegadas a la otra persona que no ven posible no luchar por su relación.
Por eso, a pesar de que las rupturas (en ocasiones camufladas bajo “es que necesito un tiempo”) son sinónimo de que algo no está funcionando, siguen intentándolo a toda costa. No importa lo mucho que estén sufriendo. Son incapaces de ver otras alternativas.
Es normal tener crisis de pareja, pero no es normal romper y volver, y así sucesivamente. Se pasan por muchos pequeños duelos que afectan a los miembros de la relación y que desgastan su vínculo. Mientras, se ignora cuál es la raíz del verdadero problema.
En el caso de que los miembros sean codependientes, surge el mismo dilema. Las relaciones intermitentes manifiestan esa imposibilidad de vivir sin el otro, de hacer la vida sin él. Parece que cuesta soltar a esa persona y que forzamos un nuevo inicio de relación. Como si pudiésemos empezar de cero cuando en realidad no es así.
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Lo que no ha funcionado, no funcionará
¿Cuál es el problema de que la relación se rompa y se reanude múltiples veces? Si el problema radica en que nuestra personalidad y la de nuestra pareja chocan en algún aspecto, hay diferentes perspectivas sobre la vida o se tienen objetivos que no pueden ser afines (uno quiere vivir en el extranjero, otro quedarse en su país natal), no habrá manera. Las promesas de cambio y los intentos por intentar congeniar lo que es imposible no darán sus frutos.Si, por el contrario, es un problema debido a que ambas personas trabajan juntas o tienen hijos y el estrés puede con ellos, entonces hay que ver cómo gestionar la situación correctamente. Buscar ayuda profesional o acudir a terapia de pareja puede ayudar.
Las relaciones de pareja intermitentes son una verdadera tortura. Por eso, tenemos que ver dónde está el problema. Si estamos dándonos oportunidades que no sirven para nada o si, por el contrario, tenemos que aprender a gestionar mejor algún aspecto de nuestras vidas.
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