Lo más valioso de la vida no es lo que tenemos, sino a quién tenemos
Escrito y verificado por la psicóloga Raquel Aldana
Las personas que realmente nos importan; ese es nuestro verdadero hogar. Lo más valioso de la vida no se mide en posesiones materiales, sino emocionales.
Puede que se nos olvide, o que en determinados momentos no le prestemos demasiada importancia a este hecho pero, al final, todo termina siendo más sencillo cuando alguien nos acompaña.
Da igual que sean otras personas o que seamos nosotros mismos, tener un corazón emocional rico en amor y amistad es lo verdaderamente significativo al cabo del tiempo.
A continuación, vamos a profundizar un poco más en el tema.
Querer y valorar a los que nos rodean es la base del crecimiento
El patrimonio emocional lo conforman aquellas relaciones satisfactorias, sanas y recíprocas con las que sembramos el camino de nuestra vida.
Los amigos y la familia tienen distinta relevancia en las diferentes etapas vitales que conforman nuestra evolución, nuestro crecimiento emocional. Cuando se entiende eso, sabes que no hay nada más allá que debas buscar.
Según vamos cumpliendo años, el dinero, el trabajo o esa silueta perfecta dejan de tener tanta relevancia en la lista mental de cosas imprescindibles que todos elaboramos en algún momento.
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La lista de prioridades, lo más cambiante de nuestra biografía
Nuestra actitud la determinan nuestras prioridades. Esta es la razón por la cual, cuando echamos la vista hacia atrás, pensamos cosas como: “¡Cuanto hemos cambiado!” o “¡Cuánto hemos madurado por el camino!”
Somos personas y, por definición, seres cambiantes que aprenden y desaprenden en todos los ámbitos de su realidad. Las distintas vivencias nos hacen darnos cuenta de lo efímera que es la vida, por lo que, poco a poco, valoramos más la experiencia de conectar de manera especial con los demás, de vincularnos afectivamente y de tener alguien con quien reír, llorar o lo que haga falta.
Necesitamos la unión social para sentirnos completos y, por ello, acabamos por darnos cuenta de que hay algo que el dinero nunca podrá comprar.
Hay que procurar que las personas que mantenemos a nuestro lado sean merecedoras de nuestro tiempo. No debemos dejar que nuestra vida se intoxique con toxicidad y negatividad.
Hay muchas “personas mágicas” rodeándonos por todas partes
Las “personas mágicas” son aquellas con las que conocemos la felicidad. Esas que nos ayudan a volar, a brillar y a descargar nuestra mochila emocional de esas piedras innecesarias que acumulamos en el camino. Con ellas compartimos hogar, complicidad, permanencia. Vínculos sanos, claros en contenidos, que dibujan bellas formas de relación con nosotros mismos y con nuestro entorno.
Sus miradas sinceras aligeran pesares y nos permiten deshacernos de los obstáculos que se nos presentan. Son relaciones que nos ayudan a ser más conscientes, más sensibles y más hábiles emocional y socialmente.
Porque solo a través de la conexión emocional que establecemos aprendemos la importancia de sintonizar, de escuchar, de dar lugar a lo que el otro quiera decir, de establecer buenas relaciones, de tener en cuenta a los demás, de construir intercambios fluidos y eficaces.
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Una vez más, sin duda, la clave está en abstraernos de necesidades intrascendentes y tomarnos tiempo para establecer contactos íntimos. Porque forjar uniones nos engancha a la vida, nos anima a ser mejores y a destapar esas sombras que oscurecen nuestro día a día. Es maravilloso tener cerca a personas de sentimientos sinceros con las que poder forjar una amistad libre de egoísmos, hipocresía y malos sentimientos.
Lo importante, casi siempre, es invisible a los ojos (como bien lo dice El Principito). Se demuestra con hechos, detalles y demostraciones de cariño y compromiso. No temas si te cuesta distinguir a los interesados de los verdaderos: poco a poco aprenderás a afinar tu vista.
Rodéate de aquellos que te hagan sentir bien
No es que esto sea fácil pero, en realidad, todo el mundo acaba con la sensación de que lo realmente importante es permanecer en un lugar que se convierta en hogar gracias a las personas que te rodean.
Así que ama y guarda, como oro en paño, a aquellas personas significativas que recorran tu vida. Solo a través de tu patrimonio emocional podrás vivir desde el bienestar todos los días de tu existencia.
Lo más valioso de la vida no es lo que tenemos, sino a quién tenemos.
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