Cómo luchar con el enamoramiento de alumnos con profesores
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
El enamoramiento de alumnos con profesores es mucho más común de lo que se cree. Por ello es muy importante hablar con los jóvenes y hacerles entender que, a pesar de lo “perfecto” que pueda ese docente para ellos, hay varios aspectos importantes que deben considerar, por su propia integridad.
Cabe destacar que conversar con los jóvenes sobre el tema no implica imponerles una opinión o transmitirles un miedo propio sin más, sino de ayudarles a discernir dónde pueden estar los peligros de establecer relaciones con profesores, más allá de lo normal en el ámbito académico.
¿Es el amor platónico un problema?
Durante la adolescencia e incluso parte de la juventud, todos somos propensos, en mayor o menor medida, a tener un amor platónico (o más). Actores, cantantes y otros tipos de celebridades suelen encabezar la lista de los personajes más comunes, pero en esta también pueden entrar personas más cercanas, como compañeros de clase y amistades.
El enamoramiento de alumnos con profesores no está bien visto socialmente, en especial, cuando el alumno es menor de edad. Sin embargo, se da con cierta frecuencia. En muchos casos, puede que quede en lo platónico, pero en otros, puede suponer un problema mayor.
El problema en sí no es que el alumno se enamore de su profesor, sino que el adulto corresponda a esos sentimientos y decida profundizar en ello (generalmente a escondidas de todos).
De una forma u otra, para ambas partes, esa dinámica se tratará de algo prohibido, mal vista y que deberán esconder… sobre todo de la familia del alumno. Y justo en ese “esconder” acercamientos e intercambios es donde pueden ocurrir varias cuestiones, y no necesariamente positivas o saludables para el alumno.
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¿Por qué surge el enamoramiento de alumnos con profesores?
De pequeños, podemos decir que “nos gusta” un profesor o una profesora porque aún cargamos con un complejo de Edipo (o de Electra) muy fuerte. Los profesores se suelen convertir en “segundos padres” (o padre) y es normal sentir cierto aprecio por estas figuras… hasta cierto punto.
En la adolescencia este sentimiento puede volverse peligroso si no se saben poner límites saludables. En esta etapa los amores platónicos, delirantes o insuperables están a la orden del día. Por ello, la revolución hormonal y los profundos cambios emocionales propios de esta etapa del desarrollo, pueden hacer que un joven confunda la admiración o el aprecio a una figura adulta (como un profesor) con enamoramiento.
Cuando esa confusión ocurre, los jóvenes les otorgan a esas figuras rasgos, valores o características que consideran “deseables” o directamente “perfectas”, según sean sus ideas y sueños. Además, exaltan en demasía lo interesante que es esa figura, por sus conocimientos o experiencia, y engrandecen sus virtudes sin darse cuenta de que esas figuras también son seres humanos y que por tanto, no solamente tienen virtudes, sino también limitaciones.
La gran diferencia de edad, experiencia y conocimientos hacen que esta relación sea desigual y especialmente peligrosa para el alumno. Además del abuso sexual, la manipulación y el maltrato psicológico pueden estar a la orden del día, así como también otras formas (más o menos sutiles) de daño.
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¿Qué hay que hacer?
En principio, no es relevante si el joven se enamora platónicamente de un profesor o un cantante. El problema es que el adulto sobrepase sus límites y decida alimentarle la fantasía al alumno de diversas maneras hasta concretarla, sin tener en cuenta la integridad del implicado. Es decir, los límites se trasgreden en el momento en el que el profesor decide comenzar una relación amorosa con el alumno.
La buena comunicación en casa será clave para prevenir situaciones peligrosas o bien gestionarlas a tiempo para evitar problemas más graves. La idea no es imponerles “porque sí” el distanciamiento con su profesor, sino despertar en el joven el pensamiento crítico para que entienda por qué no es beneficioso que siga adelante con su enamoramiento.
También es importante cultivar el apoyo familiar para que el joven no sienta que debe “ocultar” cuestiones o simplemente dejar de comunicarse con sus padres en un momento de inquietud.
Por otra parte, el profesor deberá ser lo suficientemente sensato como para evitar los acercamientos que no sean estrictamente académicos y velar por el bienestar de ese joven. Y en caso de que no lo haga y más bien intente seducir al joven, es posible aplicar diversos instrumentos legales para detenerlo.
En resumen, el enamoramiento de alumnos con profesores no es, en sí mismo, un problema. El problema está en la correspondencia que el adulto decida darle.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.