Metabolismo hepático: antibióticos y alcohol
Escrito y verificado por el médico Nelton Abdon Ramos Rojas
¿Alguna vez has oído que no debes tomar alcohol cuando estas tomando medicamentos? Mucho más aún, cuando estos medicamentos son antibióticos las precauciones se extreman. La razón por la que mezclar alcohol con antibióticos es perjudicial para tu salud reside en el metabolismo hepático, un proceso que tiene lugar en el hígado. Sin embargo, para poder explicar este proceso es importante aclarar algunos conceptos.
¿Qué es un antibiótico?
Un antibiótico es una sustancia química producida por un ser vivo o derivado sintético, que mata o impide el crecimiento de ciertas clases de microorganismos sensibles. Se trata de fármacos usados en el tratamiento de infecciones por bacterias, de ahí que también se les conozca como antibacterianos.
Los antibióticos generalmente ayudan a las defensas de un individuo hasta que las respuestas locales sean suficientes para controlar la infección. Un antibiótico es bacteriostático si impide el crecimiento de las bacterias, y bactericida si los destruye, pudiendo generar también ambos efectos, según los casos.
¿Qué es el alcohol?
El alcohol es una droga depresora del sistema nervioso central que inhibe progresivamente las funciones cerebrales. Se caracteriza por la aparición de síntomas de intoxicación que afectan a la actividad cerebral, genera falta de coordinación motora y produce cambios de comportamiento.
El consumo habitual y prolongado de esta sustancia provoca la inflamación y destrucción de las células hepáticas (células del hígado). Esto da como resultado que la persona padezca cirrosis.
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¿Cuál es la función del hígado? ¿Cómo es el metabolismo hepático?
El hígado es uno de los órganos más importantes porque realiza múltiples funciones para el organismo. Esto se debe, fundamentalmente, a la gran cantidad de funciones importantes que lleva a cabo a lo largo del día.Entre las funciones en las que participa podemos mencionar su papel en el metabolismo, controla las proteínas en sangre y la distribución de algunos nutrientes como el hierro, regula el colesterol y los triglicéridos y realiza la función de eliminación de tóxicos.
Una de las principales funciones del hígado es para filtrar los materiales tóxicos del cuerpo. Dado que tanto los antibióticos como el alcohol son tóxicos, es en el hígado donde tiene lugar su metabolismo.
Cuando se produce una acumulación de ese material tóxico hablaremos de una hepatitis tóxica. Para poder determinar si el metabolismo hepático esta funcionando correctamente, podemos recurrir a las pruebas de función hepática. Estas pruebas son analíticas utilizadas para evaluar la actividad del hígado.
Pruebas de función hepática
Las pruebas de función hepática, para determinar la función hepática miden ciertas proteínas, enzimas y sustancias incluyendo:
- Bilirrubina: se trata de una sustancia de color amarillo parte de la bilis. Esta sustancia se forma cuando los glóbulos rojos se descomponen. Hay pruebas que detectan la bilirrubina en la orina y en la sangre. en el caso de la bilirrubina en sangre, cuando se encuentra en exceso puede causar ictericia.
- Aminotransferasas: enzimas que reflejan la integridad del hepatocito. De esta manera, aumentan en necrosis hepatocelular, es decir, cuando se produce la muerte de las células del hígado.
- Fosfata alcalina (Fa): el marcador más sensible de colestasis, aunque no es específica de una sola enfermedad.
Hepatitis tóxica
La hepatitis tóxica es un término que hace referencia a la inflamación del hígado. Las causas de esta inflamación pueden ser muy variadas, siendo las más frecuentes las causas infecciosas. Sin embargo, también hay otras causas como una reacción anormal al consumo de un fármaco o la exposición a sustancias tóxicas de la naturaleza.
A parte de las causas mencionadas, una hepatitis tóxica también puede estar causada por mezclar antibióticos con alcohol. Esto se debe a que ambos son sustancias tóxicas y al combinarse interaccionan. Cuando esto ocurre podemos distinguir entre dos mecanismos.
- Toxicidad directa o intrínseca: tanto el alcohol como los antibióticos son tóxicos y ambos se metabolizan en el hígado. Así, si el metabolismo hepático se sobrecarga, no podrá gestionar la demanda de trabajo y se producirá como resultado la hepatitis.
- Toxicidad idiosincrásica: hay ciertos antibióticos que interaccionas con el alcohol y se inactivan. Esto provoca que dejen de hacer efecto y no cumpla su función de matar a las bacterias. El gran problema en este caso, es que la bacteria que se pretendía acabar se hace resistente al antibiótico, por lo que será mucho más difícil acabar con ella.
Para ilustrar la hepatitis tóxica idiosincrática, podemos mencionar el antibiótico: amoxicilina-clauvulánico. Actualmente este fármaco es la causa más frecuente de hepatitis tóxica idiosincrásica en Occidente. Mezclado con alcohol se inactiva, provocando que la bacteria se haga resistente. De manera que en el futuro esa bacteria no podrá ser eliminada empleando amoxicilina-clauvuláico.
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Riesgo de resistencias
Actualmente, la resistencia de las bacterias a los antibióticos es cada vez mayor, y un problema grave de salud pública en la población global. Para evitarlo, debemos seguir adecuadamente las pautas de los medicamentos, no automedicarse ni tomar antibióticos para tratar enfermedades víricas como la gripe o el resfriado, así como evitar el consumo de antibióticos con otras sustancias como el alcohol.
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