Neurosis depresiva: síntomas, causas y tratamiento
Escrito y verificado por el psicólogo Andrés Carrillo
La neurosis depresiva se caracteriza por el compromiso anímico. Es decir, no basta solo con sentir que el entorno es hostil de manera exagerada e irracional, como ocurre en la neurosis convencional. En este caso, las personas experimentan estados depresivos intensos y constantes.
Aquellos que se ven afectados por esta alteración tienen conductas características de la depresión. Fundamentalmente, el bajón anímico es provocado por la percepción de la realidad en extremo negativa.
En la mayoría de los casos existen síntomas somáticos. En otras palabras, la disminución intensa del estado de ánimo trae consigo malestar físico, como dolores de cabeza, tensión muscular y problemas para conciliar el sueño, entre otros.
¿Cuáles son las causas de la neurosis depresiva?
Según el psicoanálisis y sus corrientes, desde donde proviene el término neurosis depresiva, esta es provocada por una condición psicógena, la que sería adquirida por experiencias traumáticas del entorno.
Tenemos dos grandes grupos de traumas que producen este tipo de neurosis. En primer lugar, los fallos recurrentes en determinadas áreas de la vida que generarían una desesperanza aprendida. Esto es que las personas aprenden que, por más que intenten conseguir el éxito, no podrán tenerlo.
Al segundo grupo se le denomina hechos de privación. Este espectro está conformado por aquellas experiencias que alejan a las personas de sus fuentes de seguridad. Por ejemplo, los que han tenido que abandonar a sus familiares de forma abrupta.
En independencia de cuáles hayan sido los traumas, el detonante para este tipo de neurosis es la dificultad para sobreponerse. De este modo, podemos entender que ninguna persona está libre de ellos; la diferencia está en la intensidad de lo negativo y en la capacidad para superar la situación.
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Síntomas de la neurosis depresiva
Los síntomas principales de esta psicopatología van desde las conductas de irritabilidad hasta la abulia. En este orden de ideas, una persona podría presentar euforia al estar molesto o mostrarse indiferente ante cualquier situación.
Veamos un listado con la sintomatología más característica de la neurosis depresiva:
- Pragmatismo excesivo: esto quiere decir que las personas se amoldan a rutinas repetitivas de manera intensa, como rituales.
- Abulia: es la falta de disposición para hacer cualquier tipo de actividad o solo para ponerse en movimiento; suele estar acompañada por la sensación física de cansancio.
- Conductas introvertidas: es común que las personas busquen aislarse del mundo para evitar sentirse expuestos a los peligros del medio ambiente.
- Pensamientos dubitativos: la falta de disposición también se ve reflejada en la toma de decisiones; las personas se muestran incapaces de tomar decisiones firmes respecto a cualquier área de su vida.
- Sentimientos de culpabilidad: la persona se percibe a sí misma como la única responsable de los hechos negativos que ha experimentado.
- Comportamientos ansiosos: el patrón de pensamiento ansioso es un síntoma recurrente; la persona asume que cualquier cosa que realice le resultará mal, incluso antes de comenzar.
Otros síntomas psíquicos de esta patología tienen que ver con la escasa tolerancia hacia la frustración. En concordancia, podría haber arrebatos de ira incontrolables de manera repentina e irracional.
Además, también existen síntomas físicos que es importante tener en cuenta:
- Insomnio u otras alteraciones del sueño.
- Exceso de sudoración en manos y en otras partes del cuerpo.
- Cefalea tensional. Se trata de un dolor de cabeza intenso provocado por la contractura excesiva en ciertos grupos musculares del cráneo.
¿Cómo se puede tratar la neurosis depresiva?
Como hemos visto, esta patología está conformada por signos y síntomas propios de la neurosis y la depresión. Es por tal motivo que el tratamiento debe estar enfocado de manera dual. A continuación veremos cuáles son los abordajes más empleados por los profesionales de la salud mental.
1. Tratamiento psiquiátrico
Las terapias psiquiátricas incluyen la medicación con algunos fármacos para controlar el estado anímico de las personas. Los psiquiatras prescriben antidepresivos que actúan de manera efectiva sobre algunos neurotransmisores (serotonina, dopamina y noradrenalina).
Al tratamiento farmacológico se le debe hacer seguimiento para tener controladas las dosis de los fármacos. Además, en estos casos es común que el psiquiatra trabaje con el psicólogo, el que estará encargado de la parte emocional.
2. Terapia cognitivo conductual
Esta modalidad de terapia psicológica está orientada a la reestructuración de los patrones de pensamiento disfuncionales. Es decir, busca cambiar aquellos esquemas mentales que sean desadaptativos por unos que resulten funcionales. El éxito viene por medio de las sesiones conversacionales.
3. Terapia breve centrada en soluciones
Esta corriente terapéutica busca efectividad en cortos periodos de tiempo. Aborda las problemáticas de los pacientes con los recursos más efectivos para cada caso.
La terapia breve centrada en soluciones no pone el énfasis en las causas del conflicto. Es particularmente efectiva cuando el psicólogo trabaja conjuntamente con el psiquiatra. De tal forma que se pueda abordar la parte anímica desde un punto de vista emocional.
4. Terapia sistémica
Los familiares de personas con neurosis depresiva no serán capaces de comprender con claridad qué le ocurre a su familiar. Por tal motivo, se hace indispensable incluirlos en el proceso terapéutico.
La terapia sistémica tiene como finalidad detectar los conflictos que hay en una dinámica o sistema conformado por varias personas. Por ejemplo, núcleos familiares o relaciones de pareja.
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¿La neurosis depresiva tiene cura?
Al igual que ocurre con la mayoría de los trastornos psiquiátricos, la neurosis depresiva se puede tratar en el largo plazo. Es importante aclarar esto para tener un manejo adecuado de las expectativas. Un paciente con este diagnóstico lo puede superar y llevar una vida plena al cabo de un tiempo.
La brecha entre los casos que mejoran y los que no está marcada por la disposición que puedan tener los familiares o cuidadores de los pacientes. Sobre todo porque quienes presentan el trastorno no serán capaces de mantener la iniciativa necesaria para asistir a las consultas.
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