¿Qué son y para qué sirven los probióticos?
Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto
Los probióticos son microorganismos. Es decir, se trata de seres vivos que podemos ingerir para que comiencen a formar parte de la microbiota intestinal.
Aún no está dilucidado por completo el rol que cumplen en el organismo ni sabemos con exactitud cómo brindan beneficios. Sin embargo, diversas investigaciones siguen avanzando en su comprensión y ya tenemos algunas certezas.
De todas maneras, como advierten los expertos, todavía no existe una legislación uniforme en todo el mundo. Esto implica que en ciertos países se comercializan sin restricciones, mientras que en otros las instituciones de salud son rígidas con los requerimientos para que estos nutracéuticos salgan al mercado.
La definición de un probiótico: ¿qué es?
La palabra probiótico deriva de una combinación de términos en latín. Si tuviésemos que traducirlo, diríamos que significa «a favor de la vida».
Existen muchos intentos científicos de definir al probiótico. Esta conceptualización es fundamental, tanto para la investigación como para el uso clínico de los mismos y para los alcances legales de su comercialización.
Hasta el momento, lo más aceptado es lo dicho en la declaración conjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para estas instituciones, definimos a los probióticos como microorganismos vivos que, cuando son administrados en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped.
Ello implica que estos compuestos ingresan al intestino para pasar a formar parte de la microbiota. Son bacterias y levaduras que se asientan y colonizan el tubo digestivo humano con el propósito de traer beneficios para el organismo.
Al contrario de lo que podría pensarse de antemano, no es perjudicial ingresar estos seres vivos a un órgano. Al contrario, los probióticos toman un lugar «benigno» que no genera enfermedad y que, además, compite con otros microorganismos que sí son capaces de enfermarnos.
A tal punto llegan sus efectos beneficiosos, que hoy se consideran parte de la terapéutica en medicina, como explicaremos a continuación. Es lo que una publicación en Journal of Microbiology describe como farmabióticos.
¿Para qué sirven los probióticos?
Hay una pregunta habitual: ¿por qué debería tomar probióticos? ¿Pueden aportarme algo? La verdad es que muchos estudios científicos corroboran los beneficios de esos compuestos. Sin embargo, no está claro si es conveniente ingerirlos con regularidad o debería limitarse su empleo a circunstancias específicas. Como plantea un artículo en la revista Frontiers in Immunology, el debate es largo y continúa vigente.
De acuerdo a la opinión de expertos publicada en Nature, el médico tiene que tomar una decisión personalizada a la hora de prescribir un suplemento de probióticos a un paciente. No es algo a la ligera ni tampoco es recomendable la automedicación al comprar cualquier preparado que se consiga de venta libre.
Aclarado lo anterior, veamos en qué situaciones concretas se ha demostrado utilidad de los compuestos para el ser humano. La mayoría de las circunstancias coinciden en que existe una disbiosis de base o alteración del equilibrio de la microbiota intestinal.
Para modular la respuesta inmunitaria
Los probióticos restituyen el equilibrio de la flora intestinal y, de modo indirecto, potencian la inmunidad. Por ello, se han realizado pruebas para valorar el efecto de estos compuestos en pacientes con enfermedades que implican una desregulación de su sistema de defensa.
Los probióticos podrían mejorar síntomas asociados a las alergias, de acuerdo a la teoría publicada en Journal of Cellular Physiology. El campo de aplicación es bastante amplio.
El uso durante el embarazo se evalúa como medio para reducir el riesgo de desarrollar alergias en la infancia, sobre todo a los alimentos. También se analiza la coadyuvancia que podrían tener en enfermedades como el asma y la rinitis alérgica. Finalmente, el manejo del eccema y las dermatitis atópica es otra arista.
Para tratar algunas diarreas
Hay evidencia que sugiere que ciertas cepas son útiles para reducir los síntomas en gastroenteritis. Incluso, en niños.
Cuando la diarrea es un efecto secundario por la toma de antibióticos, los probióticos podrían prevenir su aparición si se administran durante el tratamiento con los mismos. Sobre todo, las cepas de Lactobacillus y Bifidobacterium.
También la diarrea del viajero se beneficiaría de los probióticos. Y los suplementos mejorarían la recuperación de pacientes hospitalizados que sufren diarrea pseudomembranosa por Clostridium difficile.
Para abordar la obesidad
La interrelación entre las hormonas (como la leptina), la resistencia a la insulina, la disbiosis y la alimentación es motivo de frecuente estudio. Por ello, una revisión del 2018 aseveró que usar probióticos en el marco de un tratamiento contra la obesidad redundaría en mejores resultados.
Las personas que sufren obesidad, a menudo tienen una composición microbiana diferente en su intestino. Ayudarlos a equilibrar la microbiota contribuiría a la regulación del peso. A su vez, una mejor producción de sustancias propias de la fermentación en el aparato digestivo, regularía la glucosa en la sangre y prevendría la resistencia a la insulina.
La obesidad también está asociada con un estado inflamatorio sistémico. Ciertos probióticos se consideran antiinflamatorios, lo que sería un impulso mayor para controlar otro factor de riesgo.
Para enfermedades con síntomas gastrointestinales
Aunque hay resultados mixtos, algunos probióticos podrían tener un papel en el manejo de la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, dos formas de enfermedad inflamatoria intestinal (EII). También se analiza el uso en el marco de la celiaquía, ya que las propiedades antiinflamatorias podrían reducir los síntomas, aunque no resultar en curación.
Respecto a la intolerancia a la lactosa, existen cepas que producen lactasa, la enzima que descompone el azúcar de los lácteos. La presencia de estas bacterias en el intestino podría ayudar a metabolizar parte de la lactosa consumida. Entonces, se reducirían los síntomas en los pacientes.
Para enfermedades que no asientan en el intestino
Aunque la mayoría de las investigaciones se centran en la salud intestinal, también se ha explorado la utilidad de los probióticos en otras enfermedades. Por ejemplo, los suplementos quizás ayuden a prevenir infecciones del tracto respiratorio, especialmente en niños.
También se encontraron efectos en la salud cardiovascular. Ayudarían a reducir la presión arterial y los niveles de colesterol en la sangre.
El equilibrio de la microbiota oral podría ser un beneficio secundario. Ello implicaría una menor prevalencia de patologías inflamatorias de las encías, como la gingivitis y la enfermedad periodontal.
Para mejorar la salud mental
Según una publicación del 2021, los probióticos contribuyen a una mejor función cognitiva. Pero no solo eso. También modulan el eje intestino-cerebro, con influencia en las comunicaciones bidireccionales entre el sistema nervioso entérico y el sistema nervioso central.
Por si ello fuera poco, algunas cepas de bacterias producen neurotransmisores, como el GABA y la serotonina. Así que se especula con su influencia en la reducción del estrés y la ansiedad.
Aunque todavía no se consideran un reemplazo para los tratamientos convencionales, los probióticos se están probando como enfoque complementario para el abordaje de la depresión.
¿Cuáles son las fuentes de probióticos?
Adquirimos probióticos de alimentos fermentados y de suplementos. Los primeros podrán ser más comunes y económicos, mientras que los segundos requerirán una prescripción médica para usarlos en los momentos oportunos, sin excederse y obteniendo beneficios.
Probióticos naturales en los alimentos
Un alimento con microorganismos vivos beneficiosos para la salud humana es probiótico. En general, se trata de fermentados. Algunos son más comunes que otros, más o menos conocidos, fáciles de preparar o con cierta dificultad en sus recetas.
Los más populares son los siguientes:
- Encurtidos de vegetales fermentados, como los pepinillos
- Quesos fermentados naturales, como el cottage
- Pan de masa madre
- Yogur natural
- Kombucha
- Chucrut
- Tempeh
- Kimchi
- Natto
- Kéfir
- Miso
Los alimentos fermentados promueven la diversidad de la microbiota, asegura una publicación en Cell. Así que incluirlos en la dieta regular redundará en beneficios.
Probióticos en suplementos
Los suplementos de probióticos se elaboran con cepas en un laboratorio. Quiere decir que se tiene control puntual sobre el tipo de microorganismos presentes y la cantidad. De este modo, se formulan para terapias específicas.
La indicación médica se impone para los suplementos. Ello asegurará un uso prudente y el empleo en las circunstancias que realmente lo ameritan, con una posibilidad real de mejorar la salud.
El médico que los prescriba debe evaluar la cepa y la cantidad de unidades formadores de colonias (UFC) del preparado. A su vez, es importante corroborar el origen de las mismas, priorizando siempre las que provienen de humanos, ya que tienen mayor evidencia a su favor.
Aunque son bien tolerados por la mayoría, conviene tener resguardos en algunos pacientes. Por ejemplo, aquellos con supresión del sistema inmunitario, deberían consultar con su médico tratante antes de consumirlos. Las personas con sonda nasogástrica no suelen ser buenos candidatos, pues el paso por el dispositivo aumenta el riesgo de infección.
Microorganismos buenos y necesarios
En resumen, los probióticos se presentan como aliados para la salud humana. Estas bacterias «amigables» no solo contribuyen a la digestión, sino que también mejoran el metabolismo general y, en definitiva, el bienestar.
Es posible que en el futuro cercano conozcamos más funciones y corroboremos sus efectos en áreas que parecen distantes, como la salud mental. Mientras tanto, el asesoramiento con médicos y nutricionistas es esencial.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Cristofori, F., Dargenio, V. N., Dargenio, C., Miniello, V. L., Barone, M., & Francavilla, R. (2021). Anti-inflammatory and immunomodulatory effects of probiotics in gut inflammation: a door to the body. Frontiers in immunology, 12, 578386. https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fimmu.2021.578386/full
- do Carmo, M. S., itapary dos Santos, C., Araújo, M. C., Girón, J. A., Fernandes, E. S., & Monteiro-Neto, V. (2018). Probiotics, mechanisms of action, and clinical perspectives for diarrhea management in children. Food & function, 9(10), 5074-5095. https://pubs.rsc.org/en/content/articlehtml/2018/fo/c8fo00376a
- Fontané, L., Benaiges, D., Goday, A., Llauradó, G., & Pedro-Botet, J. (2018). Influencia de la microbiota y de los probióticos en la obesidad. Clínica e investigación en arteriosclerosis, 30(6), 271-279. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0214916818300482
- Hajavi, J., Esmaeili, S. A., Varasteh, A. R., Vazini, H., Atabati, H., Mardani, F., ... & Sahebkar, A. (2019). The immunomodulatory role of probiotics in allergy therapy. Journal of cellular physiology, 234(3), 2386-2398. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/jcp.27263
- Jakubczyk, D., Leszczyńska, K., & Górska, S. (2020). The effectiveness of probiotics in the treatment of inflammatory bowel disease (IBD)—a critical review. Nutrients, 12(7), 1973. https://www.mdpi.com/2072-6643/12/7/1973
- La Fata, G., Weber, P., & Mohajeri, M. H. (2018). Probiotics and the gut immune system: indirect regulation. Probiotics and antimicrobial proteins, 10, 11-21. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28861741/
- Lee, E. S., Song, E. J., Nam, Y. D., & Lee, S. Y. (2018). Probiotics in human health and disease: from nutribiotics to pharmabiotics. Journal of Microbiology, 56, 773-782. https://link.springer.com/article/10.1007/s12275-018-8293-y
- Oak, S. J., & Jha, R. (2019). The effects of probiotics in lactose intolerance: A systematic review. Critical reviews in food science and nutrition, 59(11), 1675-1683. https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/10408398.2018.1425977
- Oniszczuk, A., Oniszczuk, T., Gancarz, M., & Szymańska, J. (2021). Role of gut microbiota, probiotics and prebiotics in the cardiovascular diseases. Molecules, 26(4), 1172. https://www.mdpi.com/1420-3049/26/4/1172
- Reid, G., Gadir, A. A., & Dhir, R. (2019). Probiotics: reiterating what they are and what they are not. Frontiers in microbiology, 10, 424. https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2019.00424/full
- Sanders, M. E., Merenstein, D., Merrifield, C. A., & Hutkins, R. (2018). Probiotics for human use. Nutrition bulletin, 43(3), 212-225. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/nbu.12334
- Sivamaruthi, B. S., Prasanth, M. I., Kesika, P., & Chaiyasut, C. (2019). Probiotics in human mental health and diseases-A minireview. Tropical Journal of Pharmaceutical Research, 18(4), 889-895. https://www.ajol.info/index.php/tjpr/article/view/207545
- Stavropoulou, E., & Bezirtzoglou, E. (2020). Probiotics in medicine: a long debate. Frontiers in immunology, 11, 2192. https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fimmu.2020.02192/full
- Wastyk, H. C., Fragiadakis, G. K., Perelman, D., Dahan, D., Merrill, B. D., Feiqiao, B. Y., ... & Sonnenburg, J. L. (2021). Gut-microbiota-targeted diets modulate human immune status. Cell, 184(16), 4137-4153. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0092867421007546
- Zendeboodi, F., Khorshidian, N., Mortazavian, A. M., & da Cruz, A. G. (2020). Probiotic: conceptualization from a new approach. Current Opinion in Food Science, 32, 103-123. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S221479932030028X
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.