¿Por qué comemos sin tener hambre?
Escrito y verificado por la farmacéutica Sara Viruega
¿Has comido alguna vez sin tener apetito? Seguramente lo hayas experimentado multitud de veces. Pero, ¿por qué comemos sin tener hambre? En este artículo te explicaremos cuáles son los factores que hacen que comamos sin verdaderamente tener necesidad.
Existe una delgada línea que separa a la gente que come sin hambre de los comedores emocionales. Caer en este último grupo puede ser peligroso, ya que incrementa el riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria.
Motivos de la sensación de hambre
Si nos planteamos la pregunta ¿para qué sentimos hambre?, las respuestas son:
- Cubrir las necesidades de nutrientes para vivir.
- Mantener las estructuras y funciones celulares.
- Dar energía a nuestro organismo.
Pero, hoy en día, cada vez comemos más por placer que para nutrirnos. Nuestra cultura, la sociedad de estrés en la que vivimos, el marketing alimentario o la facilidad de acceso a una gran variedad de alimentos son factores que pueden influenciar en este problema. Vamos a descubrir por qué comemos sin tener hambre.
¿Qué es el hambre y cómo se regula?
El hambre es la sensación que indica la necesidad natural de proveer al cuerpo de alimentos, producido por sustancias que operan a nivel del cerebro, en el hipotálamo.
El hambre, la saciedad y el balance energético se regulan por un sistema neuroendocrino integrado a nivel del hipotálamo. El sistema consiste en una compleja red de circuitos neurohormonales. Esta red incluye señales moleculares de origen periférico y central, de corta y de larga duración, así como otros factores de tipo sensorial, mecánico y cognoscitivo.
Las señales a corta duración están reguladas por la grelina, que aumenta con el ayuno, y la leptina, que inhibe la ingesta de alimentos e incrementa el metabolismo. En cambio, las señales de larga duración reflejan el tamaño de la reserva de grasa.
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¿Por qué comemos sin tener hambre?
Como hemos comentado anteriormente, existen otros factores externos que nos incitan a comer sin tener hambre. A continuación, los vamos a explicar.
Alta palatabilidad de los alimentos
La industria alimentaria ha creado alimentos con sabores muy potentes para que se nos despierte el apetito y queramos seguir comiendo más. Por ejemplo, la mezcla de azúcar y grasa en los dulces o los alimentos muy salados y con aromas artificiales como las patatas fritas.
Incluso, se han inventado un quinto sabor, el sabor umami, que lo poseen los alimentos ricos en glutamato monosódico. Este se encuentra principalmente en los alimentos ultraprocesados.
Cabe destacar que los alimentos capaces de generar saciedad son los que presentan un alto contenido en proteínas, grasas y fibra, según un estudio publicado en la revista European Journal of Clinical Nutrition.
El marketing alimentario
Nos encontramos publicidad de comida por todas partes, y no precisamente de comida saludable. Ver un anuncio de algún alimento que te llame la atención mientras estás viendo la tele, puede provocar ciertas emociones y el marketing lo aprovecha para conseguir más ventas.
Los anuncios publicitarios consiguen que tarareemos su melodía o sepamos su eslogan. Al ver o escuchar el anuncio de algún producto alimenticio, podemos vernos tentados a consumirlo, sea la hora que sea.
Factores sociales y culturales
Otro de los factores por los que comemos sin tener hambre es a causa de que la cultura hace que todo lo celebremos comiendo y bebiendo. Celebrar una fiesta, la Navidad, una boda, etc., son momentos que pueden hacer que comamos en exceso sin apenas darnos cuenta.
Las emociones
«Tengo un mal día de trabajo, he tenido mucho estrés, llego a casa agobiado, necesito relajarme y sentirme mejor…» Probablemente, hayas pasado por esto y te hayas refugiado en la comida. Muchas veces comemos por aburrimiento, estrés, felicidad, tristeza, etc. Esto es lo que se llama hambre emocional.
Normalmente, en esos momentos, se puede llegar a perder el control en diferente medida. Lo más común es elegir inconscientemente alimentos poco saludables, que tengan grasa, azúcar o sal. Está demostrado que, en muchas personas, la sensación de estrés es capaz de modificar la regulación entre el apetito y la saciedad.
Mucha variedad de alimentos
Hoy en día, tenemos infinidad de alimentos: locales, importados de otros países, adaptados a distintos estilos de vida y muchos alimentos poco saludables. Al ser humano le tienta probar cosas nuevas, por lo que nos resultará más difícil controlarnos.
No dormir lo suficiente
La falta de sueño produce alteraciones en las hormonas encargadas de regular el apetito y hace que tengamos más hambre. También provoca que nos decantemos por alimentos más calóricos, con más grasas, como muestra este estudio de Scientific Reports.
¿Cómo podemos controlar el comer sin tener hambre?
Lo primero es no comprar alimentos poco saludables, como dulces, snacks salados, pizzas, bebidas azucaradas, etc. En sustitución, compraremos alimentos saludables, como fruta, verdura, frutos secos, lácteos naturales, chocolate negro… Así, en el caso de que te den ganas de picotear, solo puedes comer algunos de estos alimentos que tengas en la nevera o despensa.
Segundo, escucha a tu cuerpo, hazte la siguiente pregunta: «¿de verdad tengo hambre?». Si has comido hace poco, seguramente no tengas hambre. Si prefieres comerte una galleta de chocolate en vez de una fruta, puede ser a causa de la ansiedad o el aburrimiento.
Otra opción, si aún tus ganas se resienten, es ponerte a hacer otra actividad para olvidarte de comer. Por ejemplo, sal a dar un paseo, llama a un amigo o lee un libro. Además, no te olvides de dormir bien y hacer ejercicio físico.
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