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9 causas de las pústulas en la piel y cómo tratarlas

10 minutos
Las pústulas son una respuesta del cuerpo a una irritación o una infección. Repasamos las enfermedades dermatológicas que pueden causarlas.
9 causas de las pústulas en la piel y cómo tratarlas
Maria del Carmen Hernandez

Revisado y aprobado por la dermatóloga Maria del Carmen Hernandez

Última actualización: 20 noviembre, 2024

Llamamos pústulas a pequeños bultos llenos de pus, similares a las ampollas, que aparecen en la piel. Son comunes en el rostro, el pecho y la espalda, pero también en áreas sudorosas, como la ingle y las axilas. Aunque a veces se confunden con los granos de acné, las pústulas suelen ser de mayor tamaño (entre 5 y 10 milímetros) y se presentan en parches, rodeadas de piel rojiza e inflamada. Además, provocan dolor al tacto, sensación de calor y picazón intensa.

Algunas condiciones de la piel, como la dermatitis, la foliculitis, alergias o diferentes tipos de infecciones, pueden ser causas de aparición de pústulas. Dependiendo del origen, habrá distintas maneras de tratarlas. Por lo que explorar las diferentes causas te ayudará a comprender qué le está pasando a tu piel y cómo puedes tomar acción para no exponerte a otras complicaciones.

Recuerda que acudir con un dermatólogo es esencial para obtener un diagnóstico preciso y tratar las lesiones de manera efectiva. 

1. Acné

Que el acné sea una de las causas principales de pústulas en la piel se debe a la combinación de varios factores. En particular, a una acumulación de células muertas y residuos de sebo que obstruyen y dilatan los poros, generando un ambiente idóneo para la proliferación de la bacteria Propionibacterium acnes.

Al multiplicarse, este microorganismo desencadena una respuesta inflamatoria en la piel. La misma se manifiesta con enrojecimiento, inflamación y la formación de pequeñas protuberancias llenas de pus (pústulas).

¿Cómo tratarlas?

El tratamiento de las pústulas por acné suele realizarse con una serie de cuidados tópicos. Lo primero que debes considerar es una adecuada limpieza de la zona afectada, solo con agua tibia y jabón neutro, un máximo de dos veces al día. Evita cualquier producto irritante o lavados excesivos.

Una vez que la piel esté limpia y seca, utiliza un producto de venta libre (crema, ungüento, loción, gel) que contenga peróxido de benzoilo o ácido salicílico. Te ayudarán a combatir las bacterias, eliminar células muertas y reducir la inflamación.

En casos severos, el dermatólogo puede sugerir otros medicamentos, como los retinoides tópicos, que disminuyen la producción de grasa; y los antibióticos, como las tetraciclinas o los macrólidos, que combaten la infección bacteriana.

2. Foliculitis

Las pústulas causadas por la foliculitis suelen ocurrir cuando bacterias, como Staphylococcus aureus, consiguen multiplicarse. En esta afección, los folículos pilosos se inflaman debido a una obstrucción por vellos encarnados, residuos de sudor, productos para el cabello y células muertas.

Con estas condiciones favorables, las bacterias penetran en la piel y generan una infección, que se manifiesta con elevaciones rojizas, llenas de pus y dolorosas al tacto. A diferencia del acné, que suele ocurrir en zonas ricas en glándulas sebáceas, la foliculitis se forma alrededor de los folículos capilares, como los que hay en la barba, las axilas, las piernas y la ingle.

¿Cómo tratarlas?

A menudo, la foliculitis se resuelve con medidas de autocuidado, como la adecuada limpieza de la zona afectada y la aplicación de compresas tibias para reducir la inflamación. También es crucial evitar rascar las pústulas y no reventarlas.

Si no mejora o si los síntomas son severos, es necesario determinar la causa de la infección para aplicar otros tipos de tratamientos. En el caso de bacterias, el médico dermatólogo puede recetar antibióticos tópicos, como clindamicina y ácido fusídico, u orales, como dicloxacilina y cefalexina.

Cuando la causa son hongos, se sugieren antifúngicos tópicos, como el clotrimazol o el ketoconazol. Algunas veces, se utilizan cremas con corticosteroides para reducir la inflamación y el picor.

3. Impétigo

El impétigo es una infección bacteriana bastante contagiosa, que se manifiesta con pústulas, pero también con picazón, enrojecimiento y dolor. Se origina por bacterias como Staphylococcus aureus y Streptococcus pyogenes.

Las lesiones suelen ser elevadas y rellenas de líquido amarillento (pus). Revientan y forman costras. Si la infección se agrava, estas se vuelven más grandes o ulcerosas. Por el riesgo de contagio y su complejidad, es fundamental buscar atención médica.

¿Cómo tratarlo?

El tratamiento del impétigo se realiza con medicamentos tópicos y orales. Si bien es conveniente mantener la zona limpia y seca para prevenir la propagación de las bacterias, es necesario aplicar antibióticos, como la mupirocina o el ácido fusídico, para eliminar la infección.

En casos graves, el médico recomienda fármacos de administración oral, como la dicloxacilina o la cefalexina, para matar las bacterias y facilitar el alivio de la piel. Es fundamental completar el tratamiento, incluso si las lesiones mejoran.

4. Dermatitis de contacto

La dermatitis de contacto, tanto alérgica como irritante, puede cursar con pústulas. No es la manifestación clínica más común, pero sucede cuando hay una reacción inflamatoria severa que facilita la proliferación de bacterias.

Es más común luego del contacto prolongado con sustancias cáusticas y alérgenos potentes, como detergentes y jabones fuertes, alcohol, acetona, plantas como la hiedra venenosa y el níquel presente en algunas joyas.

¿Cómo tratarlas?

La primera medida para aliviar las pústulas es identificar y evitar el contacto con la sustancia que detona la dermatitis. Luego, limpiar la zona y aplicar compresas frías puede reducir la inflamación y el dolor.

Las cremas o ungüentos con corticosteroides disminuyen la inflamación, el enrojecimiento y el dolor. Además, el médico puede sugerir antihistamínicos para controlar la reacción alérgica o antibióticos si hay signos de infecciones bacterianas.

5. Infecciones por hongos

Las pústulas asociadas a las infecciones fúngicas son infrecuentes y suelen ocurrir cuando la persona tiene su sistema inmunitario comprometido, ya sea por enfermedades como el VIH/SIDA, la diabetes y el lupus, o por malnutrición.

Especies como la cándida y ciertos hongos dimórficos consiguen invadir las capas más profundas de la piel, generando las lesiones. No obstante, el síntoma también puede indicar una infección secundaria por bacterias, que agravaría la condición.

¿Cómo tratarlas?

Además de mantener limpia y seca la piel afectada, resulta útil la aplicación de antifúngicos tópicos, como clotrimazol, miconazol y econazol. Si lo amerita, el médico puede recomendar medicamentos orales, como fluconazol o itraconazol.

6. Reacciones alérgicas

Las reacciones alérgicas, que ocurren como una respuesta inmunitaria severa y generalizada del cuerpo a un alérgeno (alimentos, medicamentos, picaduras de insectos, látex, veneno de animales), pueden causar reacciones cutáneas atípicas, como las pústulas.

No es algo común, pero tiende a suceder cuando la alergia debilita el sistema de defensa del cuerpo y lo predispone a contraer infecciones bacterianas secundarias. El riesgo aumenta entre personas con trastornos autoinmunes o de la piel.

Los primeros signos son las ronchas, la dificultad para respirar, la hinchazón de la cara o la boca, la tos, los vómitos y los mareos. Las pústulas suelen ser una complicación y señal de gravedad. De allí la importancia de buscar atención médica inmediata.

¿Cómo tratarlas?

El tratamiento de las pústulas relacionadas con alergias debe ser personalizado, ya que los detonantes pueden diferir. Es primordial identificar el alérgeno para evitar cualquier contacto con este. Los casos severos se intervienen con corticosteroides tópicos y antihistamínicos. Según la causa subyacente, que debe estar diagnosticada por el médico, puede ser necesario utilizar medicamentos inmunosupresores, antibióticos u otros.

7. Psoriasis

Una forma severa de esta enfermedad, conocida como psoriasis pustulosa, se manifiesta con la aparición de ampollas llenas de pus en diversas partes del cuerpo. Sobre todo, en las palmas de las manos y en las plantas de los pies.

No es infecciosa, sino que se produce cuando el sistema inmunitario ataca por error las células sanas de la piel y da lugar a una inflamación excesiva. Tener psoriasis en placa, consumir tabaco o sufrir otros trastornos autoinmunes eleva el riesgo de padecer esta complicación.

¿Cómo tratarlas?

La aplicación de aceites humectantes, compresas frías y baños de avena puede contribuir al alivio de las pústulas por psoriasis. Sin embargo, los casos severos precisan de terapia farmacológica con acitretina, ciclosporina, metotrexato o infliximab. Las cremas y las lociones tópicas con corticosteroides y la fototerapia con luz ultravioleta A (PUVA) también se consideran eficaces y seguras.

8. Rosácea

La rosácea es otra causa no infecciosa de pústulas. En esta enfermedad, una inflamación crónica de los vasos sanguíneos del rostro suele causar enrojecimiento, pequeñas venas visibles y, raras veces, protuberancias llenas de pus. Las mejillas, la nariz y la frente son las zonas más afectadas.

Aunque no hay una causa exacta establecida, se plantea que sucede por una combinación de factores genéticos y ambientales. Entre ellos, temperaturas extremas, alimentos picantes, tabaquismo y alcohol.

¿Cómo tratarlas?

La limpieza, la hidratación y la protección solar son esenciales para mantener la piel sana y evitar los brotes. Para reducir la presencia de pústulas, se recomienda la aplicación de cremas o geles con brimonidina u oximetazolina, que estrechan los vasos sanguíneos y favorecen la recuperación.

Si el médico dermatólogo lo considera necesario, pueden aplicarse otros medicamentos tópicos, como ácido azelaico, metronidazol o ivermectina. De manera opcional, se puede recurrir a la terapia con láser, que suele generar mejores resultados que los productos tópicos.

9. Infecciones virales

Infecciones virales, como la viruela, el herpes simple o la mpox, también son causas de pústulas. No son tan comunes como las bacterianas, pero pueden manifestarse con esta lesión, debido a que el cuerpo experimenta una reacción inflamatoria en su intento por atacar el virus.

¿Cómo tratarlas?

Para abordar este tipo de pústulas es necesario determinar cuál es el virus que está causando la infección. De todos modos, algunas líneas generales de tratamiento abarcan la administración de antivirales (aciclovir, valaciclovir, famciclovir) y cuidados locales (limpieza de la zona afectada, aplicación de compresas húmedas).

Otras estrategias, como las cremas o lociones con antihistamínicos o corticosteroides, ayudan a detener la picazón y el ardor. Asimismo, es primordial evitar el rascado para prevenir la posible propagación del virus a otras zonas de la piel o a otras personas.

¿Hay remedios caseros para tratar las pústulas?

Por tradición popular, remedios caseros como las mascarillas con arcilla, el gel de aloe vera y el aceite de árbol de té diluido en agua se han empleado para reducir la inflamación y acelerar el alivio de las pústulas. No obstante, la evidencia científica que respalda su eficacia es escasa.

Es posible que ayuden a calmar de forma temporal la inflamación, el enrojecimiento y la comezón. Aun así, no son suficientes para tratar la causa subyacente de las lesiones ni tampoco sustituyen el tratamiento médico.

Conviene evitar remedios agresivos con limón, vinagre puro, pasta dental o cualquier ingrediente que tenga sustancias irritantes, como el alcohol. Lejos de ayudar, este tipo de opciones empeoran la inflamación y pueden conducir a complicaciones.

¿Las pústulas y las pápulas son lo mismo?

No. Ambas son elevaciones de la piel, de apariencia similar, pero las pústulas contienen pus y las pápulas no. Estas últimas son más sólidas, similares a granos pequeños, sin cabeza blanca.

La forma de tratarlas también difiere, pues las pústulas requieren antibióticos u otros medicamentos adicionales para controlar la infección o la causa subyacente. En cambio, las pápulas suelen mejorar con antiinflamatorios tópicos.

Personaliza tu tratamiento con un dermatólogo

Ahora que conoces la información sobre sus diferentes causas, si observas pústulas en tu piel, lo mejor es que no las subestimes. Pueden ser indicio de infecciones cutáneas o de enfermedades que ameriten atención rápida.

Consultar con el dermatólogo te brinda numerosos beneficios. No solo porque puedes establecer con más exactitud la causa subyacente, sino porque tienes la posibilidad de recibir un tratamiento personalizado, de acuerdo a tus necesidades.

El profesional también te orientará sobre cómo evitar brotes futuros y qué hacer en tu rutina para mantener la piel más saludable. Además, te ayudará a resolver cualquier inquietud relacionada con tu recuperación.


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Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.