Qué es un irrigador dental, cómo usarlo y quién lo necesita

Para tener una boca sana hay que alcanzar todos los espacios, incluso esos que están entre los dientes. Los irrigadores dentales nos facilitan la tarea y son un gran complemento al clásico cepillo.
Qué es un irrigador dental, cómo usarlo y quién lo necesita
Vanesa Evangelina Buffa

Escrito y verificado por la odontóloga Vanesa Evangelina Buffa.

Última actualización: 14 enero, 2024

El cepillo de dientes, las pastas dentífricas con flúor y el hilo dental son ayudas esenciales para mantener la boca saludable. Sin embargo, no son las únicas. También existen otros utensilios, como el irrigador dental, que complementan la higiene bucal.

¿Y para qué se crearon? En concreto, para lograr una mejor limpieza de ciertas zonas que son de difícil acceso, como el espacio existente entre un diente y el otro. Aunque su utilidad no se limita a ello. También resultan prácticos para personas con ortodoncia o que recibieron la colocación de una corona.

Hay distintas variedades de este instrumento y se debe aplicar una técnica correcta de uso, para sacarle el máximo provecho. Aquí te explicamos cómo.

¿Qué es un irrigador dental?

Los irrigadores dentales son dispositivos que disparan un chorro de agua fino a presión, para eliminar restos de comida y placa bacteriana acumulada. Se utilizan en las zonas donde el cepillo no logra acceder, como los espacios interdentales, la unión de los dientes con la encía y en las partes en que asientan aparatos de ortodoncia o prótesis fijas.

Constan de un motor que acciona una bomba. La misma impulsa agua que se almacena, de forma temporal, en un depósito. A través de una boquilla especial, el agua se dirige a las superficies que queremos irrigar.

El fino chorro de agua a presión que sale del aparato es capaz de arrastrar y eliminar con suavidad las partículas de alimentos y las bacterias depositadas sobre los dientes. De este modo, se reduce la placa bacteriana, que es una película pegajosa, responsable en gran medida de las patologías de la boca, como las caries, la gingivitis y la enfermedad periodontal.

Eliminar las bacterias y la placa es el objetivo de la higiene bucal. Si bien se consigue la mayor parte del trabajo con el cepillado de dientes, otros instrumentos complementarios mejoran la eficacia. Tal es la situación con el irrigador dental.


Beneficios de su uso

Estos dispositivos otorgan los siguientes beneficios:

¿Qué tipos existen?

Existen distintos diseños de irrigadores dentales. Se pueden encontrar de marcas variadas y con costos que van desde lo más accesible hasta objetos con un valor considerable. Los siguientes son los más usados.

Con cable

El irrigador bucal con cable, se enchufa en la pared y es uno de los más económicos del mercado.

De todos los irrigadores dentales, los que traen cable son los más voluminosos y pesados. Es necesario enchufarlos a una toma eléctrica y, en general, forman parte de esos productos que quedan instalados en el baño, con poca posibilidad de trasladarlos en un viaje, por ejemplo. La ventaja es que son los más baratos.

Cuentan con un depósito de agua que se debe rellenar cuando se queda sin el líquido. Son potentes y suelen traer diferentes cabezales.

Algunos vienen con la opción de presión regulable. Esto permite elegir la potencia del chorro de agua, lo que los vuelve ideales para personas con encías sensibles o con implantes dentales.

Inalámbrico o a pilas

El irrigador eléctrico son usados para viajes, gracias a su facilidad para ser transportados.

En este caso, son herramientas más pequeñas y que ocupan poco espacio. Resultan más portátiles por dichas razones.

Dada su versatilidad, son ideales para personas que viajan mucho y que, además, sufren gingivitis. Poder llevar el irrigador para continuar el cuidado de las encías en cualquier sitio es de gran ayuda.

Poseen un tanque de agua de gran capacidad y una batería recargable por USB o con enchufes convencionales. De todos modos, no tienen tanta potencia como los de cable y su fuerza puede verse afectada si las baterias están algo descargadas.

De ducha

El irrigador de ducha se conecta directo a la llave de dispensador para ser usado.

Estos irrigadores dentales se conectan al duchador del baño para usarlos antes o después de la ducha. En este caso, no necesitan electricidad ni pilas. Tampoco hay que rellenarlos, pues aprovechan la potencia de la red de agua domiciliaria. Su desventaja es que son más difíciles de maniobrar.

De grifo

Es bastante similar al de ducha, pero este irrigador tiene adaptación para grifo.

Son similares a los anteriores, pero poseen un cable que se conecta a la toma de agua del grifo. Tampoco necesitan recargarse ni electricidad o pilas, pero son incómodos para su manejo.

Este tipo de instrumento no se consigue fácil en tiendas y farmacias. Casi siempre se los encuentra solo en las clínicas odontológicas.

Para niños

Los niños también pueden usar irrigadores dentales, siempre con la supervisión de un adulto.

Todos los irrigadores dentales, de cualquier tipo, pueden ser usados por los niños, con los debidos cuidados. No obstante, se han desarrollado algunos con características especiales, adaptados de manera específica a las condiciones de los más pequeños de la casa.

Una de las particularidades que poseen es un selector para controlar la presión de agua y que esta tenga menos potencia que la usada por los adultos. Así se evita ejercer mucha fuerza sobre las piezas dentales de leche.

El tamaño también es importante. Vienen con dimensiones más acotadas, para que los niños los puedan maniobrar bien.



¿Cómo se usa el irrigador dental?

Seguros y fáciles de manipular, los irrigadores dentales se encuentran disponibles para que los use cualquier persona en el hogar. Aun así, respetar los pasos correctos asegura una mayor eficiencia en la limpieza y una mayor vida útil del producto.

El siguiente es el paso a paso básico para su empleo:

  1. Primero cepilla los dientes de la manera habitual y usa hilo dental para acceder a las zonas interdentales.
  2. Llena el tanque del irrigador con agua o con un colutorio bucal diluido (una parte de enjuague bucal en cuatro de agua). En el caso de que tu modelo sea de ducha o de grifo, en vez de cargar el depósito, conectas el artefacto a la corriente de agua.
  3. Elige la boquilla que mejor se adapte a tu boca. Si no es la primera vez, ya sabrás cuál te sienta mejor.
  4. Ajusta la presión de agua que te resulte más conveniente.
  5. Introduce el cabezal a la boca y pasa el irrigador por todos los elementos dentarios, activando el botón disparador en cada zona que quieras irrigar. Es importante llegar a la zona de unión de los dientes con las encías, a los espacios interdentales y, por último y con menos presión, sobre las superficies dentarias.

Al finalizar la rutina, se debe limpiar el tanque de agua y la boquilla utilizada. Para ello, basta hacerlo con agua corriente, durante un tiempo de entre dos y cinco minutos.

Lo recomendado es utilizarlo solo una vez por día, preferiblemente después de cenar y antes de acostarte a la noche. Si tienes heridas abiertas en la mucosa, úlceras o aftas bucales, entonces evita su uso mientras duren las lesiones, ya que las mismas se podrían agravar.

Los irrigadores dentales no son sustitutos del cepillado ni del hilo dental. Son un dispositivo más que completa y mejora la higiene bucal, según refiere un reciente artículo científico.

¿Quiénes deberían usar irrigador dental?

Los irrigadores dentales pueden ser utilizados por cualquier persona que quiera cuidar su salud bucal y realizar una higiene oral completa. De todos modos, hay algunos casos en los que estos dispositivos cumplen una función especial, como los siguientes:

  • Inflamación y sangrado de encías: las personas con gingivitis, periodontitis y otros factores que les causen sangrado de las encías, podrían encontrar doloroso el uso del hilo dental. Incluso, les podría traumatizar la zona y generar más sangrado. Los irrigadores dentales, al contrario, tratan con mayor suavidad el tejido y mejoran las condiciones de la encía, según una publicación del Journal of Dental Hygiene.
  • Enfermedad periodontal: se trata de la complicación de la gingivitis, por lo que el irrigador puede ser indicado por el odontólogo, junto con colutorios especiales, para acceder y tratar localmente las bolsas periodontales.
  • Sequedad bucal: los pacientes que sufren la falta o escasez de saliva (xerostomía) tienen más riesgo de sufrir caries y periodontitis. Los irrigadores dentales permiten humedecer la cavidad bucal y eliminar la placa bacteriana acumulada que la poca saliva no logra limpiar.
  • Ortodoncia con brackets: los aparatos fijos tienden a favorecer el acúmulo de comida y bacterias. Por ello, la higiene dental con ortodoncia se favorece de los irrigadores, que eliminan las partículas atrapadas.
  • Presencia de coronas o implantes: las rehabilitaciones con implantes y coronas requieren una minuciosa higiene para evitar el atrapamiento de comida sobre los aditamentos. Además, si se usa el irrigador con clorhedixina, se reduce el riesgo de inflamación alrededor del implante.

¿Cómo elegir el irrigador dental adecuado?

A la hora de optar por uno de estos artefactos para comprar, un análisis del Ministerio de Salud de Ucrania plantea que hay que considerar algunos aspectos técnicos y otros que tienen que ver más con la comodidad y los gustos personales. También se debe tener en cuenta, en caso de haberla, la recomendación del odontólogo.

En cuanto a su fuente de energía, los de cable son más potentes, pero voluminosos. Para viajar, convienen los portátiles a pilas o recargables mediante USB.

La cuestión del depósito tiene que ver con la comodidad deseada. Los portátiles suelen contar con 50 a 150 ml, pero los de cable llegan a tener hasta un litro de capacidad, por lo que la recarga es menos frecuente.

Los artefactos de mayor calidad suelen traer boquillas impermeables y un certificado de resistencia al agua. Así mismo, se comercializan con la opción 2 en 1, que permite acoplar un cabezal de cepillado para emplearlo como cepillo eléctrico también. Finalmente, la capacidad de elegir los niveles de intensidad de la presión del agua es un plus.



Visitar al dentista para asesorarse no está de más

Los irrigadores dentales son utensilios cómodos y útiles para limpiar de manera completa la cavidad bucal. Si bien no sustituyen al cepillado por completo, son un gran aporte para cuidar la sonrisa.

Consultar con el dentista sobre las opciones más adecuadas para tu boca es buena idea. El profesional no solo te podrá asesorar con tu compra, sino que también te aconsejará respecto al cuidado integral de tu sonrisa.

Y si sufres alguna condición especial en tus dientes o están en un tratamiento de ortodoncia, con mayor razón deberías debatir con el profesional las opciones. De modo que, optes por aquel que resulte adecuado para tus circunstancias.


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