Qué es una resonancia magnética
Revisado y aprobado por el biotecnólogo Alejandro Duarte
La resonancia magnética, técnicamente denominada IRM (imagen por resonancia magnética), consiste en una tecnología no invasiva que produce imágenes anatómicas tridimensionales. A través de esta metodología, se pretende obtener información de determinadas partes del cuerpo.
Las resonancias magnéticas evitan el uso de radiación que pueda resultar dañina. En su lugar, utilizan imanes y ondas de radio potentes para crear imágenes del cuerpo.
Su funcionamiento está basado en una eficaz técnica. Consiste en estimular y detectar el cambio en la dirección del eje de rotación de los protones de los átomos de hidrógeno. Las imágenes producidas a través de esta se denominan cortes y son almacenadas generalmente en ordenadores, aunque también se pueden imprimir en una película.
En un único examen realizado con una resonancia magnética pueden llegar a producirse desde decenas hasta cientos de imágenes.
¿Cómo funcionan las resonancias magnéticas?
Las resonancias magnéticas utilizan para su funcionamiento poderosos imanes. Su función principal es producir un gran campo magnético. Con este campo se obliga a los protones del cuerpo a alinearse. Al pulsar una corriente de radiofrecuencia a través del paciente, los protones se estimulan y giran fuera de equilibrio, luchando contra esta fuerza magnética.
Posteriormente, al apagar el campo de radiofrecuencia, los sensores de la resonancia magnética son capaces de detectar la energía liberada. Los protones entonces se realinean con el campo magnético. La cantidad de energía liberada, así como el tiempo que tardan los protones para realinearse con el campo magnético, cambian según la naturaleza química de las moléculas.
Los profesionales tienen capacidad para identificar la diferencia entre los distintos tipos de tejidos basándose en las propiedades magnéticas mencionadas.
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¿Para qué se usa la resonancia magnética?
Habitualmente, las resonancias magnéticas se utilizan para la detección de enfermedades yel diagnóstico y la monitorización de tratamientos. Son especialmente apropiadas para obtener imágenes de las partes no óseas o de los tejidos blandos del cuerpo.
Como se ha mencionado anteriormente, no utilizan la radiación ionizante dañina de otras tecnologías, como pueden ser la TAC (tomografía computarizada) o los rayos X. Además, los músculos, los ligamentos y los tendones, así como el cerebro, los nervios y la médula espinal, se ven con mayor claridad a través de resonancias magnéticas que con las demás metodologías.
Es por este motivo que también se utilizan frecuentemente para detectar lesiones de hombros o rodillas. Concretamente, en el caso del cerebro, las resonancias magnéticas pueden utilizarse de cara a:
- Detectar tumores.
- Diagnosticar aneurismas.
- Diferenciar entre la materia blanca y la materia gris.
Gracias a que las resonancias magnéticas no utilizan radiaciones, es un método especialmente favorable cuando se requieren imágenes frecuentes para distintos diagnósticos o terapias cuando se trata del cerebro.
Se debe mencionar que existe una clase de resonancia magnética especializada, denominada imagen por resonancia magnética funcional (IMRf).
Esta es utilizada para observar las estructuras del cerebro y determinar qué áreas del cerebro consumen más oxígeno y se activan durante las tareas cognitivas. Sobre todo, a través de esta tecnología, se quiere fomentar el entendimiento de la organización del cerebro. La IMRf tiene un gran potencial para evaluar el estado neurológico y el riesgo neuroquirúrgico.
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¿Cómo se realiza la resonancia magnética?
Primeramente, cuando se quiere realizar una resonancia magnética, los especialistas solicitan al paciente que vista prendas sin broches metálicos. La razón de ello es que determinados tipos de metal pueden causar imágenes borrosas.
Para el desarrollo de la resonancia magnética, en muchos casos, se requiere de la utilización de un tinte especial como medio de contraste. Este tinte se administra vía intravenosa a través de la mano o el antebrazo antes del examen. Este medio de contraste ayudará al especialista a observar determinadas zonas más claramente.
Además, pueden colocarse también pequeños dispositivos, denominados espirales, alrededor de las diferentes zonas que vayan a ser estudiadas. Con la utilización de estos dispositivos se puede mejorar la calidad de las imágenes debido a que ayudan a enviar y recibir las ondas de radio.
Por último, la resonancia magnética tiene una duración aproximada de 30 a 60 minutos, aunque en determinadas circunstancias puede aumentar ese tiempo.
¿Qué riesgos que pueden implicar?
Las resonancias magnéticas no emiten radiación dañina, pero sí emplean un potente campo magnético. Esto implica determinados riesgos:
- El campo magnético creado ejerce fuerzas muy poderosas sobre los objetos de hierro (extendiéndose incluso más allá de la máquina). Los pacientes con implantes deben notificar este hecho a sus médicos antes del escaneo.
- Ruido fuerte. En determinadas resonancias magnéticas, la intensidad del sonido de hasta 120 decibelios puede requerir de protección especial para los oídos.
- Muchos pacientes con ansiedad o claustrofobia pueden ver comprometida su salud mental. Esto sucede durante la prueba, generalmente. Algunas personas se sienten muy agobiadas por estar dentro de la máquina y experimentan taquicardias e incluso ataques de pánico.
¿Hay que tenerle miedo?
En los casos anteriormente mencionados, es importante explicar que no existe ningún tipo de riesgo físico para la persona. Aquellos que se someten a una resonancia magnética ya han sido evaluados por su médico y han seguido sus indicaciones, por lo que no hay nada que temer.
De la misma forma, es importante mentalizarse de que se trata de una técnica que dura un período corto de tiempo. Es recomendable tratar de establecer ejercicios de respiración cuando aparezca el nerviosismo y pensar que se trata de algo necesario.
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