¿Qué nos sucede si no fuimos amados en la infancia?
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
El apego es la base de nuestro desarrollo y una indudable fuente de satisfacción con la vida. Pero ¿qué sucede cuando no fuimos amados en la infancia? Al parecer, este es el origen de algunos problemas de conducta.
Cuando nacemos, la protección y la seguridad que necesitamos se basa en el amor que solo los padres pueden darnos. Sin embargo, esto no siempre es así, llegando a reflejarse años después en el comportamiento y en las relaciones con los demás.
Si no fuimos amados en la infancia: algunas consecuencias
La falta de amor en la infancia antecede a ciertas consecuencias en la adolescencia y la edad adulta. A continuación, comentamos algunas de ellas.
1. Indiferencia hacia los sentimientos ajenos
Ante el escaso afecto recibido en la infancia, es posible que algunas personas muestren dificultad para conectar con lo que sienten los demás. Este rasgo es lo que se conoce como ‘comportamiento insensible’ o ‘emociones prosociales limitadas’.
En este sentido, estudios como el realizado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Michigan han explorado cómo la falta de cariño en los primeros años de vida tiene efectos a los 10-12 años e, incluso, a los 20 años.
En concreto, tales autores observan que esta carencia se relaciona después con una menor empatía en los niños y adolescentes cuyos padres han sido poco cercanos o hasta agresivos en la crianza.
Revisiones más recientes también destacan cómo la calidad de las interacciones entre padres e hijos se asocia con una mayor compresión de los sentimientos de los otros. Esto facilita el establecimiento de relaciones positivas con los demás. Así lo señala un trabajo liderado por varios investigadores de las universidades holandesas de Tilburg y Utrecht.
Tales resultados ponen, pues, el foco de atención sobre las secuelas que se experimentan si, por diferentes motivos, no fuimos amados durante la niñez.
No obstante, la intervención temprana es viable en muchos casos. Existen programas dirigidos a ayudar a los padres a lidiar con ciertos problemas (económicos, personales, etc.) y a enseñarles estilos de comunicación más saludables.
Además, como a su vez apunta la última publicación citada, las relaciones con los iguales representan un fuerte apoyo. Estas constituyen asimismo una clara oportunidad con la que entrenar la empatía y generar vínculos interpersonales positivos.
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2. Problemas para relacionarse y expresar sentimientos
En función de lo anterior, vemos que un amor insuficiente en la infancia en ocasiones constituye el inicio de una cadena de futuras generaciones con problemas.
Una persona que no recibió cariño por parte de sus padres, puede llegar a repetir el mismo patrón con sus hijos. Es decir, si no fuimos amados en la infancia, corremos el riesgo de replicar, sin darnos cuenta, aquello que conocimos.
Y es que el afecto en la infancia es el ‘motor’ que impulsa las capacidades altruistas del ser humano. A medida que crecemos, estas son el resultado de la calidad del amor que vivimos en nuestros primeros años.
Por tanto, parece difícil obviar cómo esas necesidades insatisfechas en la infancia luego se manifiestan en la edad adulta. De forma inconsciente, los protagonistas de esta situación anhelan cubrir ese vacío, lo que condiciona su comportamiento y modo de relacionarse con los demás.
De hecho, investigaciones como la del profesor Adam J. Rock y su equipo aportan evidencias relevantes en esta dirección. Estos autores hallan cómo los diferentes estilos de apego (seguro, ansioso o evitativo) tienen mucho que ver con la conducta que tenemos en las interacciones sociales.
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¿Por qué es importante, entonces, sentirnos amados en la infancia?
Como vemos, mostrar amor hacia los hijos es de suma importancia por diversas razones. Sobre todo, cabe considerar que la humanización de las personas se realiza a través del afecto en la infancia.
Y es que el cariño vivido en los primeros años llega a relacionarse en gran medida con el desarrollo de las futuras habilidades interpersonales. Así que si queremos evitar que los niños crezcan con tales carencias, es necesario darles el afecto que merecen.
Y si en algún momento como padres requerimos de ayuda, no dejemos de pedirla. La intervención temprana, el apoyo social y el asesoramiento psicológico en estos casos son, por supuesto, estrategias útiles a considerar.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
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