Los riesgos de utilizar un sujetador con una talla inadecuada
Escrito y verificado por la médica Karla Henríquez
¿Cómo sueles elegir un sujetador? ¿Buscas aquellos que te ofrecen comodidad? ¿O prefieres quizá esos modelos que te hacen el busto más atractivo?
La verdad es que no importa si elegimos uno con relleno o uno deportivo, lo que siempre deberíamos tener en cuenta es si la talla es realmente la adecuada para nuestros pechos.
Según un estudio llevado a cabo hace unos años por la firma de corsetería “Pillow Bra” en colaboración con la Universidad de Barcelona (España) casi el 70% de las mujeres usamos sujetadores que no son adecuados para nuestro busto.
O bien son pequeños, o bien los aros no se ajustan adecuadamente a la forma de nuestros senos. Es un aspecto importante que bien merece tenerse en cuenta porque todo ello ocasiona más de una consecuencia en nuestra salud.
Ante todo, es fundamental consultar con el médico o especialista cualquier síntoma, signo o cambio que se observe en el pecho. Puede tratarse de un simple roce por el mal tallaje del sujetador o puede tratarse de un problema de salud más grave que sea necesario vigilar y tratar.
Que pasa si no usas un sujetador adecuado
Los sujetadores no son únicamente esas prendas que embellecen nuestra figura y que nos dan un aire sexy. También cumplen una finalidad práctica que debemos tener muy en cuenta.
Debes saber que los sujetadores cuentan con un tipo de arquitectura textil que tiene como finalidad sostener, moldear y contener el pecho mediante un sistema de adecuadas presiones, las cuales no debemos notar en ningún momento.
Sin embargo, en ocasiones aparecen rozaduras, rojeces, y otro tipo de problemas asociados a una talla incorrecta que debes conocer.
1. El peligro de una presión excesiva
Pensemos en esos sujetadores con aros que solemos llevar con tanta frecuencia.
De elegir una talla incorrecta, lo que puede suceder es lo siguiente:
- Los aros oprimen el pecho.
- Esta presión puede dañar los ligamentos mamarios y acelerar así la flacidez.
- Una presión muy elevada de nuestro sujetador va a ocasionar problemas en el riego sanguíneo y, por tanto, pueden aparecer algunos enquistamientos de los tejidos.
2. Un sujetador demasiado grande
Si el sujetador tiene una talla por encima de la nuestra, es frecuente que aparezcan rozaduras.
Y no solo eso, también propicia la flacidez del pecho e incluso es frecuente que sintamos molestias en los tendones de los hombros.
¿La razón? Es un elemento extraño que no se adapta a nuestra constitución y, sin que nos demos cuenta, nos obliga a hacer movimiento extraños que poco a poco van ocasionando pequeñas sobrecargas.
3. El roce de unos aros que no se adaptan adecuadamente
Elegir el mejor sujetador para nuestros senos nunca es fácil.
Algunas mujeres tienen grandes pechos pero una espalda pequeña, con lo cual, es muy complicado encontrar la talla adecuada.
Cada cuerpo es un mundo y el mercado no siempre nos ofrece el modelo ideal para nosotras. Los especialistas nos indican que el mayor riesgo para nuestra salud son esos aros inadecuados.
Cada vez que nos movemos nos rozan y afectan a los nervios intercostales, sometiendo a los senos a un elevado nivel de estrés.
El peligro es aún mayor si cometemos el error de dormir con este tipo de sujetadores. La presión será mayor y, día a día, vamos a notar sus efectos.
4. ¿El uso continuado de un sujetador inadecuado puede aumentar el riesgo de padecer cáncer de mama?
No. Los expertos nos dicen que no hay ninguna relación entre el uso de un sujetador inadecuado con el desarrollo del cáncer de mama.
No tiene nada que ver ni existe ninguna evidencia científica. Igualmente, lo afirma así la AECC o Asociación Española contra el Cáncer.
No obstante, sí que pueden producirnos algunos daños o patologías como procesos inflamatorios, quistes, dolores en la espalda, en los hombros y en los propios senos.
Es importante tenerlo en cuenta.
¿Cómo elegir el sujetador más adecuado?
Tal y como te hemos señalado antes, elegir el sujetador más adecuado no siempre es fácil.
Hay mujeres para las que, por su constitución (senos grandes pero figura delgada, o senos pequeños pero espalda amplia), esta tarea es, en ocasiones, toda una aventura con la cual tener que visitar numerosas tiendas hasta dar con el más indicado.
Es importante pues que tengas en cuenta estos aspectos:
- Tu talla de sujetador no va a ser siempre la misma.
- Los cambios hormonales hacen que en ocasiones cojamos algo de peso, o que sintamos los pechos algo más inflamados durante el síndrome premenstrual.
- La ovulación, por ejemplo, hace que tengamos los senos un poco más grandes. Hay que tener en cuenta estos aspectos.
- Mide tu contorno. Para ello, coge un metro y colócalo por debajo del pecho midiendo el perímetro y sumándole +15. Te dará un número ‘X’, y este será el que se corresponderá con la talla: 75, 80, 90, 95 (según sea el sistema de tu país, pueden aparecer con un tallaje diferente: 34, 36, 38, 40).
- La copa: es lo que nos ofrece la famosa letra A, B, C, D… ¿Cómo se mide? Muy fácil, coloca el metro en horizontal entre ambas areolas rodeando la espalda. Esta cifra encajará con un número asociado a su vez a esas letras. Existen tablas donde puedes verlo.
- Recuerda también que el tirante por detrás no debe quedar más abajo de la línea baja del pecho. Tampoco debe ser muy corto ni aún menos debe dejarte marcas.
- Asimismo, ten en cuenta que los aros deben estar pegados al aro tórax, no pueden tocar tus pechos en forma ascendente, es decir “clavarse en tu piel”.
- Cuidado con los tirantes. Si tienes un pecho grande, el sujetador y los aros también se clavarán en tu piel. Busca siempre unos tirantes adecuados que no te molesten y que aguanten bien la forma y el peso de tus senos.
Un consejo final: Pruébate todos los sujetadores que quieras en las tiendas, nunca te lleves uno a casa sin antes haberlo probado.
Y, como hemos dicho, no dudes en consultar con el médico o especialista cualquier síntoma, signo o cambio que se observe en el pecho. Puede tratarse de un simple roce por el mal tallaje del sujetador o puede tratarse de un problema de salud más grave que sea necesario vigilar y tratar.
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