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Síndrome de Sandifer: causas, síntomas y tratamientos

5 minutos
El síndrome de Sandifer no se considera una afección grave y en la mayoría de los casos se resuelve por sí solo. Sin embargo, provoca síntomas que afectar la alimentación y el desarrollo del bebé.
Síndrome de Sandifer: causas, síntomas y tratamientos
Leidy Mora Molina

Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina

Escrito por Edith Sánchez
Última actualización: 06 julio, 2023

El síndrome de Sandifer es un trastorno del movimiento. En la mayoría de los casos afecta a bebés de entre 18 y 24 meses de edad. Lo más habitual es que los síntomas desaparezcan por sí solos antes de que el niño cumpla 2 años.

La principal característica del síndrome de Sandifer es la presencia de episodios en los que el bebé gira el cuello, arquea la espalda y echa la cabeza hacia atrás. Este movimiento es muy similar a una convulsión. Duran entre 1 y 3 minutos, y pueden presentarse hasta 10 veces al día.

Se cree que el síndrome de Sandifer es raro, pero esto no está corroborado ya que muchas veces no se diagnostica. Los episodios casi siempre se presentan durante o después de que el niño se alimente. Aunque puede causar impresión, lo cierto es que no es una condición peligrosa para el bebé.

Síntomas relacionados

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El síndrome de Sandifer destaca por un movimiento de torsión y retorsión involuntario.

El principal síntoma del síndrome de Sandifer es el movimiento de torsión y retorsión, originado por contracciones musculares involuntarias. Lo más característico es el arqueamiento de la espalda. El bebé también presenta sacudidas y espasmos.

Durante los episodios, el bebé puede quedarse quieto de repente, como si hubiera entrado en otro estado mental. El niño se pone rígido, luego se relaja y después puede repetir el ciclo varias veces. También es posible que se vuelva irritable y llore.

Otros síntomas del síndrome de Sandifer son los siguientes:

  • Sonidos de gorgoteo o tos durante los episodios.
  • Problemas para dormir.
  • Irritabilidad continua.
  • Asfixia.
  • Tentativa de contener la respiración.
  • Comer con lentitud.
  • Neumonía recurrente.
  • Cuello torcido o tortícolis.
  • Movimientos involuntarios y anormales de los ojos.
  • Anemia.
  • Movimiento limitado del cuello.
  • Dolor en el estómago.
  • Esofagitis o inflamación del esófago.
  • Vómito de sangre o hematemesis.
  • Vómitos.
  • Hernia de hiato.
  • Dificultades de alimentación y pérdida de peso.

Causas y factores de riesgo

La ciencia no conoce la causa exacta del síndrome de Sandifer. Sin embargo, se asocia a la presencia de reflujo gastroesofágico durante la digestión. En esta condición, el alimento se regurgita de forma parcial y pasa del estómago al esófago.

Este problema también es frecuente en los niños que tienen hernia de hiato. En este caso, hay una parte del tracto digestivo que no está en el abdomen sino en el tórax y sobresale por el diafragma. Se cree que el espasmo del bebé puede ser una forma de reducir el dolor que provoca el reflujo.

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No hay evidencia de que este problema tenga su origen en el sistema nervioso, aunque los episodios se parezcan a una convulsión. A veces el síndrome de Sandifer genera problemas conductuales, ya que el niño puede sentirse inhibido para comer por el dolor que sobreviene después.

Asimismo, esto lleva a que el bebé se alimente mal y puede provocar anemia. En esos casos, el niño puede mostrarse poco activo o desanimado. También es posible que presente problemas con el sueño. Pese a todo, el síndrome de Sandifer no es un problema conductual.

Exámenes de diagnóstico

El diagnóstico del síndrome de Sandifer es difícil, ya que los síntomas por sí solos no son indicadores de la enfermedad. Asimismo, hay bebés que tienen síntomas leves o que no presentan ningún signo de que haya reflujo, por lo que es frecuente que se confunda con otras enfermedades.

Uno de los aspectos que marca la diferencia es el hecho de que los episodios se presentan durante o después de alimentarse. Si hay sospecha de que esta enfermedad está presente, lo habitual es que se hagan algunas pruebas como las siguientes:

  • MII o Impedancia Intraluminal Multicanal. Permite medir el flujo de sólidos, líquidos y aire en el esófago. Ayuda a diagnosticar el reflujo gastroesofágico.
  • Prueba de pH. Tiene el mismo objetivo que el anterior.
  • Tomografía computarizada. Revela si hay anomalías musculares.
  • EEG o electroencefalograma. Se realiza para observar la actividad eléctrica del cerebro y descartar posibles afecciones neurológicas.

Es posible que se indique la elaboración de un registro de las horas de alimentación. Esto permite contrastar a qué hora el niño come y si esto coincide con la presencia de los episodios. Si es así, el diagnóstico del síndrome de Sandifer es probable.

Tratamiento del síndrome de Sandifer

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El síndrome de Sandifer suele asociarse al reflujo gastroesofágico.

En tanto el síndrome de Sandifer está asociado con el reflujo gastroesofágico; por lo tanto, el tratamiento se centra en abordar el problema de origen. Para esto se acude a cambios en la alimentación, medicamentos o cirugía, según sea el caso.

Dentro de los cambios alimentarios sugeridos están los siguientes:

  • Darle al bebé menos comida, pero con más frecuencia.
  • Espesar el alimento con cereal.
  • Mantener al bebé en posición vertical después de comer.
  • Hacer que el bebé juegue bocabajo, con estricta supervisión, para que fortalezca su musculatura.

Los medicamentos que se emplean para tratar el síndrome de Sandifer incluyen los antiácidos, los antagonistas de la histamina H2, los inhibidores de la bomba de protones y otros.

En los casos más graves o resistentes es posible que sea necesario realizar una cirugía llamada funduplicatura para evitar que el contenido del estómago suba hasta el esófago. Si hay hernia de hiato, también puede ser recomendable una cirugía. Los resultados suelen ser muy positivos.

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El síndrome de Sandifer, una afección pasajera

Lo más habitual es que los síntomas del síndrome de Sandifer desaparezcan por sí solos alrededor de los 18 meses de edad. Esto ocurre porque los músculos del esófago maduran y el reflujo gastroesofágico desaparece.

Sea de forma espontánea o por medio de tratamiento, siempre que desaparece el reflujo también se elimina el síndrome de Sandifer. Hay que tener en cuenta que esta no es una afección grave, pero sí provoca molestias y puede afectar la alimentación y, por lo tanto, el crecimiento del bebé.


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