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¿Sabes en qué consiste el slow gardening? Te lo contamos

7 minutos
Si disfrutas de la jardinería y te gusta pasar parte de tu tiempo libre entre las plantas, tal vez te interese conocer sobre el «slow gardening». Te contamos de qué se trata.
¿Sabes en qué consiste el slow gardening? Te lo contamos
Última actualización: 19 noviembre, 2023

El concepto de slow gardening podría traducirse como «jardinería lenta». Sin embargo, si lo decimos de esta manera, no se podría apreciar su verdadera esencia, que va más allá de lo que puede o debe hacerse con respecto al cuidado de las plantas.

En tal sentido, se considera que este movimiento o tendencia constituye toda una filosofía de vida, que no tiene que ver solo con podar, regar y trasplantar. Claro que para llegar a trascender de una cosa a la otra, hay que seguir ciertos principios. Sigue leyendo y te contamos más sobre el slow gardening.

¿Qué es «slow gardening»?

El slow gardening fue iniciado por Felder Rushing, horticultor norteamericano, quien ha escrito varios libros con respecto a este y otros temas afines. Además, tiene su propio blog, donde brinda consejos sobre plantas y cultivos.

Este movimiento se inspira en el de la comida lenta, con el que comparte algunos principios, que son comunes a lo que ahora se denomina, de manera general, slow life. Desde dicho enfoque se busca revertir o combatir la natural propensión a la prisa, tan acentuada en el mundo occidental.

Así, se preconiza que en todo momento debemos concedernos el tiempo necesario para disfrutar de las cosas que nos gustan y ser conscientes de lo que somos, dónde estamos y lo que hacemos. Y esto abarca las diversas facetas de nuestras vidas, desde vestirnos y leer lento, hasta decorar la casa con total calma y viajar paso a paso.

En el caso de las plantas, el slow gardening se considera también un enfoque filosófico o de vida, orientado hacia los mismos fines. Por ello, se alienta a poner toda la atención y los sentidos en lo que se hace en el jardín.

Es oportuno aclarar que sus principios se pueden aplicar a cualquier tipo de cultivos: árboles grandes, arbustos con flores, verduras, plantas frutales, incluso en el césped y los bonsáis. La idea no es solo cultivar o tener un jardín, sino disfrutar cada tarea, respetando sus lapsos y valorando ese tiempo de calidad que pasamos al aire libre.

Por ende, en la jardinería lenta no se piensa tanto en el aspecto visual o en el resultado que se apreciará al final, una vez terminemos el trabajo. La idea es enfocarnos en el proceso antes que en el producto.

En suma, hay que entender que todas las cosas toman tiempo para madurar. Y una de las mejores formas de saberlo es plantar una semilla, regarla, ver cómo crece, poco a poco, todos los días, hasta convertirse en un arbusto o en un árbol, grande y fuerte.

Beneficios del «slow gardening»

Con el movimiento de jardinería lenta se busca restablecer o fortalecer nuestra conexión con la naturaleza, a la vez que nos brinda la posibilidad de disfrutar de un momento de solaz y de la belleza de las plantas.

Además, hay otros beneficios que se atribuyen al slow gardening:

  • La persona puede sembrar sus propias verduras y frutas. De este modo, se asegura tener cultivos orgánicos y más sanos, sin pesticidas.
  • En general, se considera que el trabajo de jardín trae beneficios para la salud, ayudando a reducir el estrés. Más, si se cultiva de esta forma, con calma.
  • La jardinería lenta es una actividad que de manera particular nos ayuda a estar plenamente conscientes de lo que hacemos. De igual modo, nos permite reconectarnos con nosotros y con nuestro entorno.
  • Fomenta la sensibilidad con respecto a la biodiversidad.
  • Nos enseña a ser responsables con lo que hacemos y con otros seres vivos. En este caso, las plantas, los insectos y las aves que acuden al jardín.
  • La jardinería lenta ayuda a reducir el cultivo industrializado, así como el uso de productos tóxicos y de medios de transporte de alimentos, aunque sea en una pequeña escala.
  • En otro estudio realizado en Suecia, los resultados muestran que el slow flower, un movimiento afín a la jardinería lenta, aporta valores sostenibles. Incluso, contribuye con la cultura y el paisajismo local.
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La producción familiar, el menor uso de pesticidas y la economía circular se unen con el concepto del slow gardening.

¿Cómo cultivar un jardín lento?

Es importante aclarar que el slow gardening no significa remodelar o cambiar totalmente el jardín. Ni hay necesidad de hacer algo muy elaborado.

Unas pocas plantas, algo pequeño, podrían ayudar a lograr el objetivo: enfocarnos en el aquí y el ahora. Veamos otros consejos al respecto

Paciencia es la clave

Se trata de pequeños cambios en la manera de realizar el trabajo. Por ello, la primera recomendación que da Felder Rushing en su libro es no trasladar al jardín el estrés cotidiano, sino ejercitar la paciencia.

Respetar los tiempos

Cada cultivo tiene su momento ideal. Debemos conocer esto y ver cómo crecen las plantas gradualmente. No hay que tratar de acelerar el proceso con fertilizantes.

Por otra parte, al sembrar distintas especies según cada estación, estas se desarrollarán de forma saludable. Lo mejor es que podremos disfrutar de un jardín con plantas que florecen durante todo el año.

Variedades de plantas

Se pueden incluir varios tipos de plantas en un jardín lento:

  • Plantas ornamentales, que sean atractivas a la vista.
  • También se incluyen especies con flores u otras que sean aromáticas.
  • Árboles que den sombra: el tamaño de estos dependerá del área de jardín de que disponemos.
  • Vegetales comestibles: albahaca, pimientos, entre otros, que puedan complementar nuestras comidas.

Especies autóctonas

Estas son las adecuadas para un jardín lento. No solo resultan más resistentes, puesto que están adaptadas al clima, sino que evitaremos caer en la presión de tratar de hacer que prosperen, a como dé lugar, especies que no son propias de la zona.

Abonos naturales

En lugar de productos químicos, podemos preparar nuestros propios abonos orgánicos. Para ello, aprovecharemos los restos de frutas y verduras, café, cáscaras de huevos. Solo se requiere de un cajón de madera para ir depositando los residuos naturales que generamos.

Usar herramientas manuales

Nada de podadoras o sierras eléctricas ni de sopladores para las hojas caídas. En el slow gardening se deben usar herramientas manuales, que sean silenciosas.

Así reforzaremos la idea de que todo debe hacerse con calma. Además, la azada y el rastrillo nos ayudarán a hacer un poco más de ejercicio.

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La jardinería lenta puede ser un punto de contacto entre las distintas generaciones de una familia.

Vida silvestre

Un jardín es aún más hermoso cuando abunda la vida silvestre. Pero para atraer animales polinizadores (aves, mariquitas, mariposas y abejas), no solo se necesitan plantas con flores, sino que también podemos añadir algo de comida y hasta pequeños espacios que sirvan de hábitat a estas especies.

Trabajo sostenido

El último consejo que da Felder Rushing es que ser lento no es ser perezoso. Hay que trabajar de manera continua, aunque a nuestro ritmo y a nuestra propia capacidad. Lo bueno es que esto implica también estar en el jardín.

Un jardín para el disfrute

Realizar un trabajo de jardinería lenta significa, entre otras cosas, hacer algo con nuestras propias manos y que sea acorde con las propias expectativas y necesidades. De esta manera, no hay una única regla con respecto a lo que podemos incluir.

Lo único que debemos tener claro es que se trata de que disfrutemos el proceso, así como de los aromas y los colores. Podemos incorporar, entonces, muchas especies con flores, así como distintos elementos: un banco, una fuente, una cascada, caminerías, siempre respetando el espacio de las plantas.

Todo esto, en conjunto, nos ayudará a disfrutar el tiempo que estemos allí, alejados de otros asuntos. Por supuesto, hay que olvidarse de los aparatos electrónicos cuando vayamos a nuestro jardín; si no, ¿qué sentido tiene?


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