Del sufrimiento surgen las almas más fuertes
Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater
A menudo, suele decirse que, una vez logramos controlar el sufrimiento y “apagarlo”, obtenemos el pasaporte hacia la libertad. Sin duda, esta es una frase de gran belleza pero, al leerlas, no podemos evitar preguntarnos: “bien, ¿y cómo se hace eso? ¿De qué manera apago mis miedos, derrotas, ansiedades y sufrimientos?”.
Para controlar nuestros estados emocionales y transformar esa energía negativa que atenaza nuestra mente, siempre nos va a ser de gran utilidad comprender “su anatomía” interna.
El sufrimiento y la tristeza aparecen en el cerebro a través de unos mecanismos sutiles y poderosos. Estos tienen, a su vez, una finalidad muy concreta que vamos a explicarte a continuación. Esperamos que puedan servirte de ayuda.
El sufrimiento y el cerebro “triste”
El sufrimiento es el diálogo interno que creamos en nuestra mente. Podemos tener experiencias dolorosas, sufrir pérdidas, fracasos, traiciones y amargas decepciones. Sin embargo, una cosa es el dolor físico y otra el dolor emocional.
El sufrimiento que nos atenaza y que, a menudo, provoca que derivemos en una depresión, tiene como único origen el diálogo interno.
Hay personas que, aun viviendo un mismo hecho traumático, lo afrontan de formas diferentes. Todo depende de esos recursos internos y de los diálogos que establezcan en sus mentes. En el momento en que se “apague” la negatividad, llegará la calma y el equilibrio.
Estas ideas, a priori, son fáciles de entender. Sin embargo, aún comprendiéndolas, resulta muy complicado apagar el interruptor de los pensamientos amargos y negativos para dar fin al sufrimiento. Porque el dolor emocional se adhiere al alma, nos atrapa y nos asfixia. No es tan fácil liberarnos de él solo con desearlo.
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El cerebro “triste” funciona de otro modo
El ser humano tiene millones de células nerviosas en el cerebro que conforman una maravillosa y fascinante red interconectada que, a su vez, erige eso que llamamos “conciencia”. Ahora bien, tal y como nos revelan los neurocientíficos: si hay una emoción que tiene un alto poder en el cerebro es el miedo.
A través de estructuras como el hipocampo o la amígdala el cerebro recopila información del entorno para advertirnos de riesgos sin necesidad de que lleguemos a verlos realmente.
El cerebro quiere que sobrevivamos. por lo tanto, emociones negativas como el miedo, la tristeza o el sufrimiento nos sirven como señales de advertencia “de que algo no va bien”. Vista a través de pruebas de diagnóstico, la tristeza consigue “alterar” a casi 70 regiones diferentes del cerebro.
- La amígdala, el hipocampo, la corteza prefrontal o la corteza cingulada anterior serían varias de esas estructuras, además de una tan específica como interesante: la ínsula.
- La ínsula se relaciona también con la percepción del cuerpo y el sabor. Todo ello nos explica por qué, cuando estamos tristes y experimentamos sufrimiento, todo “parece detenerse, todo pierde su sentido e incluso su sabor”.
A pesar de que nos digan aquello de “apaga tu sufrimiento para coger el pasaporte de la realidad”, el cerebro no va a poder reaccionar. Seremos incapaces porque la música interna está en otra sintonía. Porque el cerebro “triste” nos ha apagado del ruido de la vida.
Superar el sufrimiento, para ser más fuerte
Vale la pena recordar aquí una preciosa frase de Leonard Cohen: “Todo tiene una grieta, y es así como entra la luz”. Lo que está roto, lo que está fragmentado, no tiene por qué impedirnos avanzar en nuestra vida. Las roturas se sanan, pero ese cambio nunca nos va a permitir volver a nuestro estado original. No seremos los mismos de antes.
Ahora bien, podemos ser incluso más poderosos. Porque la grieta deja pasar:
- La luz de la sabiduría.
- Iluminar el conocimiento adquirido.
- Dar luz al aprendizaje asumido en ese cambio.
Para superar el sufrimiento debes darte tiempo. Ya sabes que el cerebro funciona a otro ritmo y a otro nivel. De ahí, que debas tener paciencia y apoyarte en las personas que te quieren.
Hemos de entender que el cerebro desea que “nos quedemos quietos” para concentrar toda la energía en dar solución a aquello que nos preocupa, que nos hace daño.
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El cambio
Tu única finalidad es cambiar algo de ti o de lo que te envuelve para sentirte mejor. Aceptar lo ocurrido y motivarte por algo nuevo o diferente son, sin duda, dos pasos esenciales que debemos promover.
Los neurólogos siempre nos dicen que entender los mecanismos mediante los cuales funciona el cerebro nos ayudaría a a afrontar mucho mejor estos estados de tristeza o sufrimiento.
Vale la pena recordar, por tanto, que la pena no es una dimensión eterna, sino un proceso puntual que superaremos para obtener una enseñanza y seguir sobreviviendo. Debemos aprender para seguir adaptándonos a estos océanos vitales, en ocasiones, tan complejos.
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