¿Qué es la terapia de activación conductual?
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
La depresión es un trastorno del estado de ánimo cuyas cifras son contundentes. Se pronostica que será la principal causa de discapacidad. 1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 10 hombres la sufren. Por si esto fuese poco, en el último año aumentaron un 20 % los casos. La terapia de activación conductual aparece como alternativa para su tratamiento.
Este abordaje pertenece a las llamadas terapias de la tercera ola. En ellas el problema no se trata desde el déficit de una persona, sino en relación a sus circunstancias. Conozcamos un poco más.
¿Qué es la terapia de activación conductual?
La activación conductual (AC) se centra sobre dos claves: el contexto y la función. Es decir, la pregunta que se hace un terapeuta es qué sucede en el entorno de esa persona y qué está haciendo al respecto. Esta terapia se sale del estado anímico y del énfasis en lo cognitivo para centrarse principalmente en la conducta.
Además, hay uso de reforzadores, que facilitan que la persona se conecte con aquellas actividades que le generaban disfrute, y se trabaja sobre aquellos mecanismos que sostienen la depresión, como lo son la huida y la evitación.
Asimismo, se trata de una terapia idiográfica, pensada a la medida de cada paciente. Al buscar lo que sirva como refuerzo para unos, se entiende que puede no ser lo mismo para otros.
Principios de la activación conductual
Esta terapia se basa en una serie de principios:
- Para cambiar cómo se sienten las personas hay que ayudarles a cambiar lo que hacen. Muchos pacientes esperan a recuperar la motivación para hacer cosas y esto es justamente lo que los deja encerrados.
- Diferentes situaciones de la vida podrían ser desencadenantes de una depresión. Si su afrontamiento solo se piensa a corto plazo puede darse un bloqueo. Este principio vuelve sobre una de las primeras explicaciones de la depresión, pues cuando hay un alto nivel de castigo o un bajo refuerzo, las personas aprenden a evitar esa situación.
- Para poder producir cambios, se debe empezar dando pasos pequeños.
- Si bien las acciones de activación se elegirán en función de lo que era importante o placentero para la persona, también es conveniente elegir acciones que por sí mismas funcionen como reforzadores.
- Al estructurar el plan, se debe pensar en objetivos que no estén en torno a un estado anímico. Cuando se eligen las conductas de activación se identifican obstáculos posibles y se trabajan desde un enfoque de solución de problemas.
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¿En qué consiste la activación?
Como su nombre lo indica, la terapia de activación conductual se centra en la activación de la persona con depresión para que retome sus actividades o el contacto con su vida anterior. Recordemos que estos pacientes suelen encerrarse, evitan el contacto social y hasta interrumpen la higiene personal, entre otras cosas.
Está orientada al afrontamiento, por lo que motiva a la persona a actuar, aunque no lo desee. El hecho de alcanzar un pequeño logro, como salir a caminar 10 minutos, puede mejorar el estado anímico.
Terapeuta y paciente trabajan juntos para decidir las actividades que se realizarán entre semana, ya que se trata de una terapia orientada a la acción y a la resolución de problemas. En todas las sesiones se dedicará un momento a monitorear el progreso (que se plasma en un registro actualizado por el paciente).
En esta interacción, el paciente aprende a observar su comportamiento y a pensar estrategias para detener determinadas acciones o para continuar con otras. Así, se convierte en el verdadero protagonista de su vida.
Ahora bien, la terapia de activación no se debe confundir simplemente con la cantidad de actividades que se realicen. Estas son elegidas muy específicamente y de acuerdo a objetivos concretos.
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Importancia de la terapia de activación conductual
En general, la depresión funciona a través de un circulo vicioso en el que la persona se siente deprimida, se aleja de la realidad que la rodea, cada vez se encierra más y realiza menos actividades, y como consecuencia aumenta su insatisfacción y malestar. Es por eso que la activación interviene en ese bucle y busca que la persona se active poco a poco.
Como se centra en el hacer y no en cómo se siente el paciente, plantea la actuación desde un comienzo. Además, al focalizarse en la capacidad de agencia de la persona, permite dotarla de recursos para que sus resultados se mantengan en el tiempo.
En este sentido, tiene ventajas en comparación con la medicación, cuyos efectos se diluyen cuando la misma es retirada. Por último, y no menos importante, al ser una terapia breve también resulta más accesible.
Ante la duda, hazlo
La potencia de la terapia de activación conductual radica en que trabaja con la conducta de la persona para ponerla a funcionar. Esa suele ser la parte más difícil de trabajar en casos de depresión.
Como contracara, volver a sentirse útil y retomar actividades placenteras funciona, en muchos casos, como el disparador para una mejora en el ánimo. Por eso se sintetiza el espíritu de este enfoque con la frase: “ante la duda, hazlo”.
Por último, al no centrarse en la depresión y sus causas biológicas, sino en las circunstancias vitales del paciente, también tiene un efecto con menos estigma y menos uso de fármacos. En este sentido, se orienta a intervenir en la persona y su entorno.
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