Trastorno negativista desafiante en niños: ¿Cómo actuar?
¿Conoces el trastorno negativista desafiante en niños? Es posible que no hayas oído hablar de él o que tal vez estés buscando información para saber si tu hijo sufre este problema. En este artículo te detallamos en qué consiste y cómo deberías actuar.
El trastorno negativista desafiante (TND) se suele diagnosticar en la infancia. Se caracteriza por comportamientos muy negativos y desafiantes, como su propio nombre indica. El niño se muestra poco cooperativo, irritable y molesto frente a las personas que le rodean: sus padres, compañeros, profesores, etc.
El trastorno negativista desafiante en niños: ¿Lo tiene mi hijo?
Este trastorno de conducta afecta a un porcentaje de entre un 1 y un 16% de los niños en edad escolar, y más a los niños que a las niñas, tal como indica una investigación publicada en 2008 en la revista American Family Physician. No obstante, debemos diferenciar cuando se dan los síntomas de manera preocupante o como algo transitorio, por ejemplo cuando el niño tiene hambre, sueño o cansancio.
Esto puede ser habitual cuando el hijo tiene entre 2 y 3 años como una etapa transitoria. En cambio, debemos prestar atención cuando la actitud desafiante y de oposición se repite con más frecuencia. También cuando está dificultando el proceso de aprendizaje, las clases o las relaciones con sus compañeros.
Síntomas frecuentes
Los síntomas de este trastorno en niños puede variar; sin embargo, a menudo se manifiestan con conductas agresivas, berrinches y actitudes negativas.Los síntomas más frecuentes del trastorno negativista desafiante en niños pueden ser los siguientes:
- Berrinches y enfados.
- Actitudes vengativas.
- Lenguaje frío e irrespetuoso.
- Discusiones constantes con las personas que les rodean.
- Negativa y cuestionamiento a hacer lo que le dicen los adultos.
- Actitud de molestar a los demás y susceptibilidad cuando los demás le molestan.
¿Cómo actuar ante el trastorno negativista desafiante en niños?
Aunque lo mejor es consultar con un psicólogo o psiquiatra, a continuación te dejamos algunas recomendaciones para actuar adecuadamente ante este problema en el niño.
1. El diagnóstico adecuado
En primer lugar, estos síntomas se pueden confundir también con otros trastornos de conducta. Por ello, si son constantes, es importante acudir al médico para que sea él quien realice el diagnóstico oportuno. De este modo podremos hablar de cómo actuar.
En la mayoría de los casos, los padres y los profesores son quienes detectan estas características en los niños. No obstante, es necesario que un psiquiatra infantil o profesional de la salud mental los evalúe mediante su historial y algunas pruebas específicas.
2. Tratamiento a base de terapia
A nivel terapéutico se puede actuar de diferentes maneras. En primer lugar, el niño puede asistir a psicoterapia de manera individualizada. Se suele usar la terapia cognitivo-conductual para mejorar sus habilidades sociales e interpersonales así como el control de sus impulsos y emociones.
Además, también puede ser importante incluir a toda la familia en la terapia, en especial los padres. La terapia familiar puede promover una buena comunicación y resolución de conflictos. También se presenta como un apoyo emocional y práctico para los progenitores, a menudo desbordados por la situación.
Por otro lado, la terapia a nivel familiar también pretende resolver este trastorno desde su causa. En la actualidad, se apunta a patrones de conducta aprendidos en los primeros años de personas referentes como origen de este desequilibrio. También se relaciona con falta de disciplina, maltrato, situaciones traumáticas y estresantes o falta de armonía familiar, entre otros factores.
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3. Medicación
La medicación no suele ser el tratamiento habitual para el trastorno negativista desafiante en niños, ya que conlleva también efectos secundarios para la salud. No obstante, en algunos casos el médico puede valorar este tratamiento con antipsicóticos.
En especial, cuando el niño muestra conductas de agresividad, si hay un empeoramiento importante o cuando ninguna otra opción terapéutica da resultados. También si peligra la permanencia del niño en su hogar o en la escuela.
En algunos casos, si este trastorno va acompañado de otros problemas de conducta, se podrían recetar otro tipo de fármacos. Por ejemplo, estimulantes si sufre TDAH o antidepresivos si tiene que lidiar con etapas de depresión y ansiedad. El objetivo es mejorar su calidad de vida, pero siempre se deberán tener en cuenta los efectos adversos de los fármacos.
Por último, tanto el niño como sus familiares y seres queridos van a tener que hacer un gran esfuerzo de cariño y paciencia. Este tipo de trastornos mentales causan una gran angustia y desesperación a todo el entorno, así como una constante sensación de impotencia. Pero con el tratamiento adecuado y una actitud positiva, este trastorno se puede superar.
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