Adicciones comportamentales: definición, tipos y tratamiento
Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater
No todas las adicciones tienen que ver con el consumo de alcohol o drogas. De hecho, hay otro tipo de conductas mucho más comunes y hasta cotidianas que casi hemos llegado a normalizar sin saber que detrás de ellas hay un claro problema psicológico. Ejemplo de estos son las adicciones comportamentales.
El uso intenso del teléfono móvil hasta el punto de no poder desprendernos de él es una conducta adictiva. Como también quien canaliza sus emociones a través de la comida y los atracones. Hay muchas formas y variantes de esta categoría clínica. Es más, dentro del campo de la psicología y la psiquiatría supone un avance que el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V) incluyera por fin esta nomenclatura.
No fue hasta el 2013 en que se estableció una separación entre adicciones a sustancias y adicciones comportamentales. Y algo que nos puede parecer poco relevante, en realidad es decisivo para el abordaje terapéutico. Profundicemos un poco más en este tema.
¿Qué son las adicciones comportamentales?
Hasta hace unas décadas se asumía que toda adicción requería del consumo de algún tipo de sustancia. Así, aquel comportamiento perjudicial que una persona no podía dejar de repetir se consideraba un problema de control de impulsos.
Sin embargo, hoy ya sabemos que los hechos como la adicción al móvil o a la pornografía no se basan solo en aquello de «no puedo controlarme». El mecanismo cerebral de la adicción no necesita del consumo de sustancias externas, como cannabis, anfetaminas, cocaína, cafeína, nicotina y alcohol.
Existen hábitos de conducta, en apariencia inofensivos e intrascendentes, que pueden convertirse en adictivos. La razón está en los cambios cerebrales que generan esos comportamientos. La dopamina y los refuerzos gratificantes, pero breves, que nos aportan, se convierten en ese elemento que el cerebro necesita para sentirse bien.
Adicciones sin drogas: ¿cómo puede ser?
Las adicciones comportamentales son un conjunto de conductas que escapan al control de la persona y que resultan perjudiciales. Asimismo, comparten las mismas características que las adicciones a las sustancias, pero en este caso no se produce el consumo de ningún producto o elemento externo.
Por otro lado, si nos preguntamos por qué aparecen estos comportamientos, la respuesta está en la emoción que pueden generar: positiva, reconfortante, placentera y siempre obsesiva. La persona afectada no siempre es consciente de esa adicción porque, por lo general, son comportamientos inofensivos (como jugar a los videojuegos).
Esas conductas adictivas se activan por un mecanismo de refuerzo positivo, como es el placer experimentado o la euforia. Pero a medida que la conducta se vuelve obsesiva aparece el malestar y el síndrome de abstinencia cuando no se está desempeñando la acción.
¿Cuáles son los principales tipos de adicciones comportamentales?
Hay muchos tipos de adicciones comportamentales. Es más, desde la llegada de las nuevas tecnologías han surgido tipologías novedosas. Todo ello obliga a los profesionales del campo de la salud a desarrollar mecanismos de detección y tratamiento. Muchas de estas condiciones suceden en una población cada vez más joven.
Veamos ahora cuáles son las más comunes:
- Trastorno por juego de apuestas o ludopatía: la práctica de los juegos de azar está muy presente en nuestra sociedad y más desde el auge de las casas de apuestas y la falta de regulación de las mismas en la protección a los menores.
- Trastorno de juegos por internet: estudios científicos, como los llevados a cabo en la Universidad de Nottingham Trent, nos señalan que este tipo de adicción es muy común en adolescentes.
- Adicción a internet: hay miles de personas incapaces de levantar la vista de todo aquello que acontezca en redes.
- Adicción a la pornografía: el consumo de material audiovisual de contenido sexual es una de las adicciones comportamentales más comunes.
- La adicción al móvil: este es otro fenómeno recurrente del que muchos no somos conscientes. El simple hecho de separarse o perder este dispositivo desencadena una gran ansiedad.
- La adicción al sexo: la necesidad de satisfacer el deseo sexual puede volverse algo obsesivo y perjudicial.
- Trastornos de la alimentación: como los atracones o la obsesión por la comida saludable.
- Las compras compulsivas.
- Trastornos de dependencia afectiva o adicción al amor: en estos casos, las adicciones comportamentales también pueden surgir en el ámbito relacional. Define a las situaciones en que nos es imposible dejar a una pareja, aunque ese vínculo sea destructivo.
¿Cuáles son los síntomas de una adicción comportamental?
Todo comportamiento adictivo puede manifestarse de muchas maneras. Ahora bien, expertos en el campo de las adicciones comportamentales, como el catedrático de psicología Enrique Echebarrúa, nos explica en su libro «Adicciones sin droga» que estos trastornos se manifiestan de la manera siguiente:
- Intenso deseo y ansia por llevar a cabo la actividad placentera.
- Pérdida progresiva del control sobre la actividad, sin poder dejar de ejecutarla.
- Descuido de las actividades cotidianas: como las laborales, académicas o relacionales.
- Cuando el entorno es consciente de lo que sucede y se lo advierte a la persona, esta lo niega y se pone a la defensiva.
- Progresivo desgaste de las relaciones.
- Cuando la persona no puede realizar esa conducta, experimenta síndrome de abstinencia: ansiedad, irritabilidad, malestar, ira, enfado.
¿Cómo se tratan este tipo de adicciones?
El modo de abordar las adicciones comportamentales pasa siempre por un hecho: estos trastornos suelen presentar comorbilidad con depresión, ansiedad o trastornos de la personalidad. Es imprescindible llevar a cabo un buen diagnóstico y atender la realidad particular de cada paciente.
Por lo general, se aplica un enfoque multidimensional que combina el enfoque farmacológico con el psicológico. Dentro de este último son efectivas la terapia cognitivo-conductual, la terapia motivacional, así como las terapias de grupo y la familiar/conyugal.
Por otro lado, las áreas que debemos trabajar en terapia psicológica son la autoestima, la racionalización de pensamientos, el control de impulsos, el manejo de las emociones y las estrategias de afrontamiento, así como las destinadas a prevenir recaídas. Se deben establecer nuevas metas y proyectos de futuro.
Las adicciones comportamentales son muy frecuentes en jóvenes y adolescentes. Necesitamos, por tanto, de la colaboración y concienciación de familias y educadores para prevenir y detectar este tipo de realidades.
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