"¿Qué bien haré hoy?": la pregunta de Benjamin Franklin para empezar el día con propósito

Es común comenzar el día haciendo un repaso de todas las cosas por hacer. Esto, muchas veces, nos pone en modo de supervivencia. El objetivo es terminar el día sin nada pendiente. Benjamin Franklin tiene una frase sencilla, pero poderosa, que puede lograr que cambies por completo la perspectiva que tienes sobre tu jornada: “¿Qué bien haré hoy?”.
No se trata de transformar el mundo, sino de poner una intención positiva en lo que hagas. Salir del piloto automático de las obligaciones y proponerte cumplir con un propósito, por pequeño que sea. Para Franklin, esa frase era un ancla mental y tú puedes usarla para asumir una postura activa ante la vida.
Una pregunta que puede cambiar tu mentalidad
Pasar de “¿qué me toca hacer?” a “¿qué bien haré?” te saca de la obligación y te invita a actuar con proactividad. Dejas de ser una persona que reacciona a demandas o impulsos externos y, en cambio, te conviertes en alguien que elige cómo responder al día.
Para cambiar a este enfoque no requieres tiempo extra ni recursos especiales, solo necesitas poner atención. Al preguntarte qué bien harás, tu cerebro comienza a buscar oportunidades, en lugar de detectar amenazas.
Esa diferencia marca cómo interpretas las situaciones que aparecen. Un correo puede ser una interrupción o una oportunidad de ayudar a un compañero. Una llamada puede ser un trámite o una forma de cuidar una relación.
Cómo puedes comenzar a “hacer el bien”
El “bien” que propone Franklin no es abstracto ni grandioso. Por el contrario, es concreto y accesible. Hay muchas pequeñas acciones que marcan una gran diferencia:
- Escuchar a alguien sin interrumpir o mirar el móvil.
- Dejar el espacio de trabajo ordenado para quien venga después.
- Resolver un problema antes de que alguien te lo pida.
- Compartir información útil con un compañero.
- Preparar la cena en casa para aligerar la carga de los demás.
- Responder un mensaje que llevas días posponiendo.
No necesitas planificar una estrategia ni invertir horas, solo presta atención a tus rutinas y las cosas que suceden a tu alrededor.
El bien también puede ser hacia ti mismo. Por ejemplo, elegir ordenar tus ideas antes de reaccionar, tomarte un respiro cuando lo necesitas o terminar algo que llevas postergando. Cuidarte también cuenta, porque estar bien te permite dar más de ti.
Cuidado con los frenos que te impiden cumplir con tu propósito
Hay varios obstáculos mentales que te sabotean, permanece atento a ellos para que no se conviertan en un problema:
- Creer que te falta tiempo: un buen gesto no añade más tiempo a tu jornada, solo la reorganiza.
- Buscar el perfeccionismo: es un error pensar que, si el bien no es significativo o visible, entonces no vale la pena.
- Actuar en piloto automático: no comiences el día sin una pausa para pensar. Evita ir de una tarea a otra sin levantar la cabeza.
- Confundir “hacer el bien” con autosacrificio: si siempre priorizas a otros y descuidas lo tuyo, acabas agotado y sin capacidad real de aportar.
Te invitamos a convertir la pregunta de Franklin en práctica diaria. Empieza mañana. Justo antes de revisar el móvil o de meterte en la ducha, párate un momento y pregúntate qué bien harás hoy. Elige algo concreto y alcanzable. Solo una cosa.
Puede ser tan simple como devolver una llamada, o explicar algo con paciencia a alguien que lo necesita. Lo importante no es la magnitud, es la intención consciente de dar algo.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.







