La búsqueda del Titán: ¿qué le pasa al cuerpo humano si se sumerge a la profundidad del Titanic?
Escrito y verificado por el médico Leonardo Biolatto
El reciente incidente del sumergible Titán, perdido en su intento por visitar los restos del Titanic, generó interrogantes sobre por qué no podían descender buzos para el rescate. Sin embargo, debemos saber que sumergirnos a grandes profundidades presenta riesgos significativos para el cuerpo humano.
El seguimiento minuto a minuto de esta noticia tuvo en vilo a todo el mundo. La posibilidad de que los tripulantes se quedaran sin oxígeno a las 96 horas y, finalmente, el hecho mismo de que se confirmara la muerte de los pasajeros por implosión, son temas no menores para la sociedad.
El cuerpo humano y la presión en el buceo
Ahora bien, ¿qué pasa con el rescate mediante buzos en este caso? ¿Era posible?
Cuando nos sumergimos en un líquido, como el agua, el cuerpo experimenta una serie de cambios a medida que se incrementa la profundidad. El primero de ellos es la diferencia de presión en los oídos.
A tan solo 5 metros de profundidad, el aire en el interior del tímpano se comprime, lo que causa dolor y molestias. Sin embargo, mediante la maniobra de Valsalva, podemos compensar el cambio de presión y seguir descendiendo.
A medida que descendemos más, la presión aumenta 1 atmósfera cada 10 metros. Esto implica que, aunque podamos compensar la presión en los oídos, la disponibilidad de aire se convierte en un problema.
Una publicación científica especializada en otorrinolaringología pone en evidencia que el buceo recreativo encierra riesgos para la salud. En especial, para el aparato auditivo. Por eso se insiste en su práctica supervisada y bajo estándares máximos de seguridad.
Para el buceo recreativo se utilizan botellas de aire comprimido para garantizar un suministro continuo de oxígeno.
Limitaciones del buceo humano en aguas profundas
A partir de los 30 metros de profundidad, comienza a manifestarse un fenómeno conocido como «narcosis de nitrógeno». El aire comprimido que respiramos aumenta la cantidad total de nitrógeno en los tejidos, lo que interfiere con los procesos metabólicos normales. De manera particular, esto afecta al cerebro.
La narcosis puede llevar a una toma de decisiones deficiente con otros síntomas acompañantes que son graves:
- euforia,
- dolor de cabeza,
- desorientación,
- pérdida de la consciencia.
A partir de los 60 metros de profundidad, la densidad del aire se vuelve mayor, lo que lleva a una mayor concentración de oxígeno en los tejidos. Esto puede provocar desde pequeños calambres hasta náuseas, visión en túnel e incluso convulsiones.
Para superar estas limitaciones, los buzos técnicos utilizan mezclas de gases especiales que están estudiadas y que permiten solventar, en parte, estos problemas. Un buceador técnico certificado puede descender a profundidades que van desde los 60 metros hasta más de 100 metros. Para ello, deberá obtener una credencial que le dé el aval y que esté expedida por instituciones autorizadas.
Bucear a profundidades extremas conlleva un mayor riesgo y requiere conocimiento especializado, habilidades avanzadas y precauciones adicionales.
Récords y avances en el buceo profundo
El récord actual de buceo con botella lo ostenta Ahmed Gabr, un exmilitar egipcio, quien en 2014 descendió a una profundidad de 332 metros en el Mar Rojo. Utilizó gases especiales para minimizar los efectos de la narcosis de nitrógeno y la toxicidad del oxígeno.
En el ámbito del buceo técnico, el récord más impresionante pertenece a un equipo de la compañía francesa COMEX. En 1988, repararon una tubería submarina a una profundidad de 534 metros.
Para el buceo en apnea o freediving, el récord actual de profundidad lo estableció el austriaco Herbert Nitsch, en 2012. Alcanzó los 253 metros en la modalidad de peso constante con bialetas.
A pesar de las limitaciones del buceo humano, se han logrado avances significativos en el campo del buceo profundo. Por supuesto que mediante el uso de los submarinos. Lo que hacen estos medios de transporte es soportar la presión que el cuerpo no podría.
El récord de buceo humano más profundo lo tiene James Cameron, quien descendió a una profundidad de 10 908 metros en el submarino Deepsea Challenger. Esta hazaña del 26 de marzo de 2012 quedó en la memoria y hoy todavía es un récord.
De manera curiosa, Cameron es el director de la película Titanic. Y el submarino Titán era una excursión a los restos de aquel barco que marcó el imaginario popular y la cultura occidental del siglo pasado.
El caso del Titán revela nuestras limitaciones
Explorar las profundidades del océano presenta desafíos y riesgos considerables. Aunque el buceo humano tiene limitaciones, los avances en tecnología submarina han permitido exploraciones impensadas antes.
El Titanic está sumergido a 3800 metros en el océano Atlántico. Por su parte, el sumergible Titán anunciaba su capacidad de descender hasta los 4000 metros sin problemas.
Así las cosas, era inviable que buzos sin submarino llegaran a la zona de rescate para apoyar la búsqueda. Los esfuerzos se coordinaron con vehículos no tripulados.
La Guardia Costera de Estados Unidos y la de Canadá habían registrado ruidos que podían proceder del Titán y, según declaraciones, luego habían hallado restos pertenecientes a la cápsula. Finalmente, la noticia de última hora confirmó la implosión de la misma y la muerte de todos sus tripulantes.
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