Cambiemos costumbres... ¡Habla de tus alegrías!
Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater
En este artículo te proponemos cambiarte a ti mismo y a tu alrededor para dedicar más tiempo a hablar de todo aquello que nos hace felices: de nuestras alegrías.
Seguro que también tú tienes esa amiga o esa vecina que siempre está hablándote de todas las cosas negativas que le ocurren: de esos hijos tan rebeldes, de lo mal que está el mundo, de ese dolor de cabeza que nunca se le va, o incluso de lo mal que se lleva con sus familiares…
Más tarde, cuando te despides, notas que hay algo que te molesta. Sientes como un peso en tu corazón y una ligera molestia en tu cabeza. ¿Qué es lo que ocurre? Debes saber que las palabras cargadas de negatividad suelen tener efectos secundarios para quien las dice y quien las escucha. Nos dejan cierto pesar y esa sensación de que “todo está mal”.
Protégete de ellos y, lo que es más importante, enfoca también tus pensamientos para que vayan siempre hacia el positivismo, hacia lo que te llena de esperanzas y que te puede ofrecer ilusión. ¡Vale la pena intentarlo!
Al hablar de alegrías no significa que ignore mis tristezas
En absoluto. Al hablar de alegrías no estamos disimulando nuestras tristezas. Se trata solo de orientar nuestros pensamientos hacia la superación personal, hacia el optimismo.
Pongamos un ejemplo. Llegas a casa y le dices a tu pareja: ¡Cómo me duele la cabeza, este dolor me va a matar! Lo ideal, antes que reafirmar incluso para nosotras mismas que ese sufrimiento es horrible, es transformar esa expresión en algo útil: “Me duele la cabeza, voy a dar un paseo porque seguro que así me despejo”. Son, como ves, estrategias sencillas para el día a día.
Otro ejemplo lo tenemos en esas personas que, al llegar a casa, hablan durante horas sobre lo mal que se llevan con sus jefes, pudiendo incluso hasta despreciarlos o insultarlos. Esto no es bueno ya que lo que hacemos con ello es incrementar aún más nuestro malestar.
Si alimentas los problemas con rabia o palabras negativas, se harán más grandes. Entonces, ¿qué podemos hacer? Lo más adecuado es llegar a casa y hablar de esas cosas positivas que has hecho, visto o pensado durante el día. Habla de tus alegrías, de tus sueños. Te hará sentirte mucho mejor.
La mitad de la alegría reside en hablar de ella
Este es un viejo proverbio muy cierto. Estamos seguros de que siempre te será más agradable compartir tu tiempo con personas positivas que hablan de sus alegrías. Además, la vida parece mucho más fácil, divertida y feliz.
Ello no quita, en absoluto, que compartamos también nuestros problemas. Pero debe hacerse siempre desde una perspectiva constructiva y no “lamentándonos“.
¡Es que el mundo está empeñado en que sea infeliz! ¡Es que todo lo malo me pasa a mí! Evitemos este tipo de expresiones. Si yo trasmito positivismo y alegría, consigo que quien está conmigo se relaje y reciba esta energía positiva, y ambos salimos ganando. Por ello, ¡merece la pena!
¿Cómo puedo enfocar mi día a día hacia esas “alegrías”?
Lo sabemos. Nunca es fácil hablar de alegrías cuando nuestro interior se siente triste o apesadumbrado. Son muchos los problemas que hemos de superar todos los días. Sufrimos decepciones, tenemos miedos, ansiedades… Por tanto, ¿de qué modo podemos orientar nuestro pensamiento para ver siempre el lado bueno de las cosas?
Reflexiona sobre estos aspectos:
1. Entiende que todos tenemos problemas, pero todo pasa, y todo se cura. Tu salud y tu bienestar son lo más importante. Gestiona adecuadamente esos problemas estableciendo ideas para solucionarlos. Además, si te centras solo en el aspecto “negativo” del problema, este será cada vez más grande. Enfócalo como algo que vas a superar.
2. Controla la charla negativa. ¿Sabes a qué nos referimos con esta expresión? Son esos pensamientos que nos asaltan y que nos dominan a todo momento. Son frases como “tú no vas a poder”, “eso no es para ti”, “tú no sabes”, “tú no mereces”, “esto te va a superar…”. Elimina estos pensamientos, pon una barrera y no los escuches. Solo es ruido.
3. Construye afirmaciones positivas. Si lo deseas, puedes utilizar un cuaderno para reorganizar ideas. Se trata solo de decirnos a nosotros mismos afirmaciones que nos ofrezcan seguridad, motivación y energía. “Yo voy a poder con esto”, “Yo merezco ser feliz y nada va a poder conmigo”.
No es difícil. Te aseguramos que orientar nuestra vida hacia el lado bueno de las cosas es, en ocasiones, no solo algo recomendable, sino necesario. Prueba cada día a hablar de tus alegrías. Irás notando como, poco a poco, se rompen muchos muros y te sientes plena, feliz.
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