¿Cómo se puede superar una agresión sexual o una violación?
Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz
Una agresión sexual es una de las experiencias más dolorosas y traumáticas a las que puede enfrentarse un ser humano. Al sufrirla, la integridad física y moral se ponen en peligro, los sistemas de alerta del cuerpo se movilizan y la mente vaga confusa entre el terror, la rabia, la vergüenza y la culpa. Y después ¿qué? ¿Es posible superar una agresión sexual o una violación? En las siguientes líneas, abordamos la respuesta.
En primer lugar, es importante mencionar la elevada prevalencia que presentan este tipo de eventos. Los datos estiman que 1 de cada 5 mujeres ha sufrido una violación completa o un intento de violación. Asimismo, el abuso sexual infantil afecta aproximadamente a un 20 % de la infancia y en más de un 80 % de los casos los agresores son personas conocidas y cercanas a la víctima.
Estas cifras resultan alarmantes, especialmente si tenemos en cuenta el grave impacto que estos sucesos generan a nivel psicológico. Trastornos mentales, problemas relacionales y sexuales acompañan a las víctimas en una gran parte de los casos, especialmente si no se obtiene apoyo y tratamiento. Entonces ¿cómo superar un suceso de esta índole?
Tomar conciencia sobre la agresión sexual y la violación
Cada persona que ha sufrido una violación o una agresión sexual reacciona de forma diferente y todas ellas son lícitas. Hay quienes buscan ayuda y, de inmediato, se deciden a denunciar. Pero también hay quienes comparten lo vivido solo con su círculo más íntimo y hay quienes, por diversos motivos, guardan en secreto lo sucedido.
El problema es que, además, en muchas ocasiones la persona ni siquiera es consciente de que ha sufrido un abuso. Bien sea porque procede de alguien cercano o porque se tienen normalizados ciertos tipos de comportamientos. Por ello, en primer lugar es necesario definir estos conceptos.
Una agresión sexual es uno de las manifestaciones más graves de la violencia sexual; esta designa cualquier acto que atente contra la libertad sexual de otra persona. Por tanto, aplica para cualquier comportamiento o contacto sexual en el que no media consentimiento y que se realiza por medio de coerción o intimidación.
Es importante recalcar que una agresión sexual puede producirse en el seno de una pareja o de un matrimonio y esto no le resta validez. Puede tener lugar, incluso, si en un inicio la persona accedió al acercamiento y, luego, retiró su consentimiento. De hecho, sigue considerándose agresión sexual si es la víctima la que se ve forzada a tocar sexualmente al agresor y no a la inversa.
Resulta necesario aclarar que la intimidación no siempre se produce de forma física y violenta. La coerción psicológica tiene un enorme peso y es frecuentemente utilizada por los agresores. Así, es posible que múltiples casos de agresión sexual no hayan sido reconocidos como tal por no tener en cuenta las anteriores consideraciones.
¿Qué consecuencias tiene sobre la víctima?
Superar una agresión sexual o una violación implica hacer frente a una serie de consecuencias psicológicas graves. Tras el evento pueden aparecer síntomas de ansiedad y depresión, insomnio, ideación suicida y un mayor riesgo de caer en el consumo de sustancias.
Suelen hacerse presentes diversas emociones negativas como la rabia, la culpa, la vergüenza o la desconfianza y pueden surgir una gran variedad de miedos. Estos afectan principalmente al plano relacional, haciendo que la víctima tenga miedo a estar sola, a ser tocada por otros o a estar cerca de personas que puedan recordarle al agresor.
Son muy comunes las dificultades para establecer y mantener una relación afectiva y pueden surgir diversas disfunciones sexuales. Pero, sobre todo, en muchos casos aparecen síntomas propios de un trastorno de estrés postraumático.
Entre los principales, destacan las pesadillas, los flashbacks, los recuerdos intrusivos y una apremiante necesidad de evitar todo lo que recuerde al trauma… Todas estas manifestaciones causan gran malestar y limitan de forma importante el día a día de la persona.
¿Cómo superar una agresión sexual o violación?
Superar una agresión sexual o violación es posible; sin embargo, es un camino arduo que lleva tiempo recorrer y que suele requerir un gran apoyo. Algunas de las medidas que pueden tomarse al respecto son las siguientes:
Ser consciente de lo ocurrido
Un primer paso fundamental es tomar conciencia de que se ha sido víctima de una agresión. Como hemos comentado, no siempre es sencillo identificar estas situaciones y, en muchos casos, la negación aparece como un mecanismo de defensa ante un impacto que no se puede tolerar. Por ello, la víctima ha de darse tiempo para procesar y aceptar lo ocurrido.
No importa si el evento tuvo lugar hace unos días o hace varios años, si fue perpetrado por un extraño o por una persona de confianza y si en el momento se fue consciente de la gravedad de la situación o si se ha tomado conciencia con posterioridad. En todos los casos este proceso reflexivo e introspectivo es crucial.
Obtener apoyo social
El apoyo social es un factor de suma relevancia para poder hacer frente a una agresión sexual. Contar con el acompañamiento y la comprensión de amigos y familiares puede ayudar a aliviar el sufrimiento y a recorrer el camino de la recuperación. Desafortunadamente, el entorno cercano no siempre está dispuesto a aceptar y reconocer lo sucedido y validar el sentir de la víctima.
En estos casos, es imprescindible rodearse de personas que verdaderamente estén dispuestas a apoyar y no dar cabida a quienes traten de culpabilizar a la víctima, restar relevancia a lo sucedido o tratar de que el evento se silencie o quede en el olvido.
Las comunidades y los grupos de apoyo a las víctimas (bien sea en línea o de forma presencial) pueden constituir un valioso recurso. Esto se debe a que se trata de espacios seguros donde la persona sabe que se encuentra rodeada de otros individuos que pueden comprender su vivencia.
Acompañamiento profesional
No todas las personas que han sufrido una violación o una agresión sexual se sienten preparadas para buscar ayuda profesional; sin embargo, este es uno de los mejores pasos que pueden darse.
En primer lugar, porque una consulta de psicoterapia ofrece un espacio destinado a escuchar, empatizar y acompañar en el que pueden relatarse los hechos con una libertad mayor de lo que quizá permite el entorno cercano. Pero, sobre todo, porque un profesional ofrece las herramientas para lidiar con las emociones, los síntomas y las limitaciones que han surgido a raíz del trauma.
Existen diversos enfoques psicológicos que se han mostrado eficaces en este tipo de casos. Por ejemplo, la terapia cognitivo-conductual ayuda a aliviar o eliminar los síntomas de estrés postraumático, las alteraciones emocionales y la evitación sexual.
Para ello, ayuda a la víctima a comprender las reacciones físicas y mentales de su organismo ante el ataque, permite reestructurar algunas ideas disfuncionales como la culpa y otorga herramientas de relajación y habilidades de afrontamiento para poder reanudar la vida cotidiana.
Por otro lado, la terapia EMDR (desensibilización y reprocesamiento por movimiento ocular) es también una excelente alternativa. En este caso, se ayuda a la persona a procesar la información de lo ocurrido de una forma adaptativa y a integrar las percepciones, las emociones, las creencias y las sensaciones derivadas.
En cualquier caso, es importante contactar con profesionales especializados en el tratamiento de traumas y en violencia de pareja si la agresión ha tenido lugar en el seno de una relación.
Pese a la inicial resistencia que puede sentirse a acudir a terapia, dar este paso evitará que los síntomas y los trastornos se agraven y se perpetúen en el tiempo. Superar una agresión sexual o una violación es posible, pero no hay por qué enfrentar este duro proceso a solas.
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