¿Cómo curar heridas emocionales causadas por la ausencia de los padres?
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
Quizás muchas personas recuerdan su infancia con una mezcla de nostalgia y cariño. Paseos en bicicleta con mamá al volver del colegio, noches de película con papá, dormir la siesta con ambos progenitores. En esta nota vamos a explorar aquellas situaciones de ausencia de los padres, sus efectos y cómo afrontar este hecho.
Se trata de casos en los que la infancia es el deseo de esos recuerdos que no existieron. Esto implica una angustia de aquello que se quería, pero que no estaba.
Sobre la ausencia de los padres
Para pensar en la ausencia de los padres es importante empezar por la contracara: la presencia, la proximidad y la atención. Todas esas características forman el vínculo de apego. Este se refiere a la conducta de búsqueda de seguridad y cercanía en una figura de cuidado.
La teoría del apego, cuyos principales exponentes son J. Bowlby y M. Ainsworth, destaca su importancia en los primeros años de vida. Sin embargo, no se trata de una experiencia que se limite únicamente a esta etapa.
El vínculo de apego funciona como un organizador mental que nos permite regular nuestra conducta y las expectativas acerca de qué esperar de los demás. De allí que el apego que también sea la base desde la que nos vinculamos a lo largo de la vida.
Cabe destacar que cuando hablamos de ausencia de los padres no nos referimos a aquellas situaciones en las que los progenitores pasaban muchas horas fuera de casa. Lo que aquí caracteriza a la ausencia es la lejanía y la falta de conexión. De lo que se trata es de la calidad del tiempo y del vínculo, no de la cantidad.
Algunas consecuencias de la ausencia de los padres
La ausencia de los padres tiene efectos sobre el desarrollo social, psicológico y emocional de los niños. En general, algunas de estas consecuencias se relacionan con lo siguiente:
- Temor a ser abandonados.
- Baja autoestima: la persona se siente poco valorada, poco importante.
- Inseguridad y temor. En la infancia, por ejemplo, se nota porque se trata de niños y niñas que tienen poco entusiasmo y curiosidad por explorar el mundo. Esto se debe a que no cuentan con esa base de seguridad que los motiva a hacerlo.
- Pueden comportarse de manera complaciente con las demás personas para ser queridos y valorados.
- Problemas para regularse: para poder autorregularse, alguien nos tiene que haber enseñado a hacerlo primero. Ante la ausencia de los padres, falta este aprendizaje.
Esto no quiere decir que debamos dar todo por perdido y que las experiencias tempranas funcionen como un destino inquebrantable. La resiliencia de las personas es capaz de transformar situaciones y convertir crisis en oportunidades.
Cómo afrontar la ausencia de los padres
Para poder superar la ausencia de los padres, lo primero y principal es disponerse a perdonar. Es difícil avanzar si no somos capaces de seguir adelante, de dejar de lado el rencor. Incluso, si se tiene la posibilidad, puede ser la oportunidad para empezar una nueva relación con los padres.
Para ello, es importante reconocer y sincerarse con las propias emociones, ya que muchas veces intentan esconderse y evitarse. Es necesario explorar aquello que sentimos. Allí pueden surgir creencias y justificaciones sobre lo que queremos, merecemos, hacemos o dejamos de hacer.
En segundo lugar, también es necesario cuestionar todas aquellas ideas que nos formamos respecto a dicha ausencia. “No me querían, no era importante, otros temas le interesaban más”.
A veces, intentar comprender la historia y la situación personal de los progenitores, su infancia y sus propias experiencias de apego, nos permite descubrir cuáles fueron sus posibilidades reales y recursos. En otros casos, se trata de aceptar la ausencia de los padres moviéndonos del lugar de la autoculpabilización.
La conducta parental está influenciada por múltiples variables, que implican factores personales y del entorno. Estas variables trascienden a los hijos y sus características.
Es importante que trabajemos nuestra autoestima. El desapego tiene impacto sobre la percepción que tenemos de nosotros mismos, como si no fuésemos merecedores de afecto y de atención.
Por último, tenemos que poner atención en nuestro propio cuidado. Muchas veces nos abandonamos. Nos alimentamos mal, no descansamos lo suficiente, no nos permitimos pequeños placeres, no acudimos a controles médicos.
Cuando repensamos la ausencia de los padres y la relación que tuvimos con ellos, surgen algunas heridas emocionales que pueden ser profundas. En ese caso, siempre es bueno contar con ayuda profesional en la búsqueda de bienestar para perdonar y seguir adelante.
La crianza no es un hecho individual, sino social
Al pensar en la enorme responsabilidad de criar a los hijos, la mayoría visualiza a una o dos personas adultas como referentes. Esto debería llamarnos la atención respecto a cómo concebimos la crianza.
¿Una o dos personas son suficientes? ¿Por qué somos incapaces de figurarnos una amplia red de contención? Acompañar en el desarrollo tiene que ser algo que se pueda hacer desde lo colectivo. Las personas adultas también necesitan apoyo.
La tranquilidad que reciben quienes crían tiene beneficios no solo para su bienestar, sino que también se traduce en la capacidad de acompañar y ser sostén de las infancias. Entonces, si bien cada quien tiene una historia particular y heridas por sanar, también esta es una invitación a salirnos de la lectura individualista y lineal.
Tenemos que comprender que la crianza en soledad es de gran dificultad. Es también una invitación para repensarnos y comprometernos como sociedad, en especial reformulando qué parte aportaremos a la crianza.
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- Di Bártolo, Inés (2006). Patrones de apego en la niñez: medición en una muestra en riesgo. XIII Jornadas de Investigación y Segundo Encuentro de Investigadores en Psicología del Mercosur. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
- Montoya Zuluaga, D. M., Castaño Hincapié, N. y Moreno Carmona, N. (enero-junio, 2016). Enfrentando la ausencia de los padres: recursos psicosociales y construcción de bienestar. Revista Colombiana de Ciencias Sociales, 7(1), 181-200.
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