¿Por qué me duelen tanto los pies? 15 posibles razones
Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina
Entender por qué nos duelen tanto los pies, no siempre es una tarea fácil. Muchas veces pasamos días con el dolor y las molestias, pero no logramos descifrar la causa.
En realidad, puede provenir de problemas en los músculos, los huesos, los nervios, los vasos o las articulaciones de las extremidades. Desde el uso de un calzado inadecuado hasta la acumulación de líquidos y esguinces, son muchos los posibles orígenes del trastorno.
Se calcula que casi 8 de cada 10 personas adultas ha experimentado alguna vez dolor en sus pies. Además, entre los mayores de 40 años son bastante frecuentes algunas alteraciones de la anatomía que explican las molestias, como los dedos en garras o el hallux valgus (juanete).
A continuación, te presentamos una lista de posibles causas por las que duelen los pies. Tómalo solo como una guía orientativa, ya que el diagnóstico definitivo te lo dará un médico.
1. Fascitis plantar
Los músculos están recubiertos por unas membranas conocidas como fascias, gracias a las cuales se reduce la fricción y se facilita el movimiento. Sin embargo, esta membrana puede inflamarse.
Es lo que ocurre con la fascitis plantar. Se trata de un problema bastante común que afecta de manera particular a la fascia que va del talón a la parte anterior del pie. Esto causa dolores agudos y punzantes en la planta o en el arco. Suelen ser más graves al levantarse o tras períodos prolongados de descanso.
A veces, se relacionan con depósitos anormales de hueso debajo del talón, llamados espolones. También se considera que usar zapatos inadecuados, con poco soporte, así como permanecer de pie durante largos períodos, correr en superficies duras o caminar descalzos, contribuye con su aparición.
Las fascitis pueden remitir en unos meses, pero requiere reposo. Significa suspender la actividad física que exige mucho al pie. Para prevenirla se recomienda usar un calzado que tenga arco, pero que no se deforme.
2. Metatarsalgia
La metatarsalgia es otra posible causa de la molestia en los pies. Se caracteriza por dolor e inflamación en la zona del metatarso, o lo que es lo mismo, detrás de los dedos.
El 80 % de las personas experimenta metatarsalgia en algún momento de su vida. Sus causas son variadas. Se suele producir al realizar actividades que impactan y estresan la planta del pie, como correr y saltar. Hay diversas medidas para aplicar e intentar aliviar la molestia:
- Uso de plantillas ortopédicas: en la medida de lo posible, recetadas por un médico y elaboradas de modo personalizado.
- Reposo y modificación de actividades: evitar por un tiempo las acciones que impactan demasiado en la planta.
- Cambio de calzado: a veces, basta con cambiar a zapatillas anchas y acolchadas para prevenir futuros episodios.
- Fisioterapia: hay ejercicios específicos para fortalecer los músculos del pie y mejorar la mecánica al caminar.
3. Neuralgia
Un problema en el sistema nervioso también puede ser la causa de que nos duelan tanto los pies. Cuando se afectan los nervios que llevan información a las extremidades, podrían aparecer sensaciones inusuales de ardor, dolor, quemazón o pérdida de sensibilidad.
Una de las causas es la neuralgia interdigital o neuroma de Morton. Se caracteriza por la irritación de los nervios interdigitales, es decir, los que corren entre los dedos. Lo más frecuente es entre el tercer y cuarto dedo del pie.
Por otro lado, tenemos a la neuralgia periférica. Es habitual en pacientes con diabetes, infecciones por herpes zóster y trastornos metabólicos. También puede ser una consecuencia de traumatismos o de intervenciones quirúrgicas. El tratamiento de estas condiciones es médico. Las opciones son las siguientes:
- Medicamentos: anticonvulsivantes y antidepresivos para manejar el dolor neuropático. También cremas de capsaicina o parches de lidocaína. En forma inyectable, se recurre a corticoides o anestésicos.
- Fisioterapia: para aliviar presiones.
4. Sesamoiditis
A pesar de su nombre extraño, la sesamoiditis es una lesión relativamente común en personas que practican danza. Hasta tal punto, que se le conoce como dedo de bailarín.
Debe su nombre a los sesamoideos, que son huesos pequeños debajo del dedo gordo. Sin embargo, no todas las personas los poseen. A través de repetidos microtraumatismos al caer, se sobrecarga la zona y estos huesos se inflaman. Si continúa la sobrecarga, puede sobrevenir una fractura por estrés.
Es fundamental reducir la actividad física para permitir que la inflamación disminuya. Esto es clave para deportistas y bailarines. En personas con alto rendimiento se evalúa el empleo de inyecciones para infiltraciones y ondas de choque.
5. Osteoartritis
La osteoartritis, también conocida como artrosis, es una enfermedad degenerativa que puede afectar las articulaciones del pie. Se produce por el desgaste del cartílago que recubre los huesos que permanecen en contacto entre sí. En las extremidades, afecta especialmente a la zona metatarsofalángica y al primer metatarsiano.
Además del dolor, los síntomas predominantes son los siguientes:
- Rigidez y dificultad para mover los dedos.
- Deformidades visibles en la estructura ósea.
- Callosidades o durezas debido a la presión constante.
- Hinchazón y sensibilidad alrededor del tobillo o los dedos.
Es importante tomar medidas para prevenir la artrosis desde la edad adulta, ya que la acumulación de malos hábitos acelera su aparición entre adultos mayores. A continuación, te presentamos algunas recomendaciones:
- Usar calzado adecuado que ofrezca soporte y amortiguación.
- Realizar ejercicios de bajo impacto, como nadar o andar en bicicleta.
- Mantener un peso saludable para reducir la carga sobre las articulaciones.
6. Dedo en martillo
Los dedos en martillo son una deformidad del pie y de la mano. El nombre se debe a que los dedos quedan en una posición flexionada, como si fueran un martillo a punto de golpear.
Puede tener orígenes congénitos o desarrollarse posteriormente. Por ejemplo, por el uso de calzados ajustados.
Una situación particular es el conocido como dedo de Mallet. Se produce por un traumatismo que daña el tendón extensor, que es el responsable de extender la punta del dedo. Aunque existen tratamientos no quirúrgicos, también se puede recurrir a diferentes tipos de cirugía, que suelen tener resultados exitosos.
7. Pérdida de colágeno
La pérdida de colágeno en los pies puede ser una causa significativa de dolor y malestar; sobre todo, a medida que envejecemos. El colágeno es una proteína que proporciona estructura y soporte. Su deficiencia se expresa en deterioro del cartílago articular.
Consumir suplementos de colágeno podría ser de ayuda. Sin embargo, no es una indicación para todas las personas. Se debe evaluar si es necesario, según el contexto.
Lo más importante es compensar la pérdida a lo largo de los años. Para ello, las actividades de bajo impacto son útiles. También es posible recurrir a alimentos con colágeno e incluirlos en la dieta.
8. Resequedad
La sequedad extrema de la piel puede facilitar las grietas y fisuras en los pies. A través de esa piel agrietada, entran bacterias, aumentando el riesgo de infecciones. Hay varias razones posibles para una piel muy seca en las extremidades:
- Bañarse con agua muy caliente o usar jabones potentes.
- Padecer condiciones médicas, como eczema, psoriasis o diabetes.
- Vivir en climas fríos y secos, usar mucha calefacción o exponerse al sol.
Hay medidas sencillas que pueden ayudar en estos casos. Se recomienda aplicar cremas hidratantes dos veces al día, después de la ducha. Optar por productos con glicerina o vaselina y bañarse por corto plazo con agua tibia en lugar de caliente.
9. Edema o retención de líquidos
Se denomina edema a la hinchazón causada por acumulación anormal de líquidos bajo la piel o dentro de los tejidos. Ocurre en los pies y los tobillos por una variedad de causas: diabetes, várices, problemas de circulación, cardiopatías, estilos de vida sedentarios.
La enfermedad renal puede llevar a la retención de líquidos, mientras que problemas hepáticos, como la cirrosis, también. Algunos fármacos antiinflamatorios no esteroideos y antihipertensivos llevan al edema en los pies.
A veces, el problema se soluciona con cambios en el estilo de vida. Elevar las piernas para facilitar el retorno venoso, mantener una dieta baja en sodio y realizar ejercicios regulares podría ser suficiente. Luego, dependiendo de cada enfermedad de base, se elegirá un tratamiento médico acorde.
10. Juanetes
El hallux valgus, llamado popularmente «juanete», es un padecimiento bastante común y doloroso. Se manifiesta como una deformidad en la articulación del dedo gordo del pie.
Puede deberse a factores hereditarios, que se agravan por usar calzados inadecuados o zapatos de tacón alto. Asimismo, las personas con poco arco o pie plano son más propensas.
Hay dos formas de abordar el problema. Por un lado, están las medidas conservadoras que no implican cirugía, como las siguientes:
- Realizar fisioterapia.
- Usar plantillas personalizadas.
- Colocar hielo durante 20 minutos, varias veces del día.
- Aplicar almohadillas protectoras específicas para juanetes.
- Usar zapatos amplios y cómodos que no compriman los dedos.
- Tomar antiinflamatorios como ibuprofeno o naproxeno para el dolor.
Por otro lado, tenemos las opciones quirúrgicas:
- Extirpación de tejido inflamado.
- Osteotomía: implica realinear los huesos en la articulación del dedo gordo.
- Fusión articular: se pueden unir los huesos de la articulación afectada para estabilizarla.
11. Obesidad
La obesidad es un factor que contribuye al dolor en los pies. El exceso de peso aumenta la carga que las extremidades deben soportar.
Además, el sobrepeso es un factor de riesgo para metatarsalgias, fascitis plantar y espolones calcáneos. La explicación de este fenómeno es que los kilos de más provocan un achatamiento del arco del pie, lo que lo aplana y cambia su mecánica.
En estos casos, lo primero es usar cremas hidratantes para evitar la resequedad y las grieta. También hay que elegir un calzado adecuado y transpirable. Por supuesto, en paralelo, se deben implementar medidas para tender a la reducción del peso.
12. Gota
La gota es una forma de artritis. Sucede por la acumulación de cristales de ácido úrico en las articulaciones. Provoca episodios de dolor intenso e inflamación, sobre todo en el dedo gordo del pie.
Los ataques de gota pueden ser desencadenados por una dieta rica en purinas (carnes rojas y mariscos), consumo excesivo de alcohol, obesidad y ciertos medicamentos. El tratamiento se centra en reducir los niveles de ácido úrico y aliviar el dolor durante los ataques.
Además de los antiinflamatorios, los médicos pueden prescribir medicamentos específicos para reducir el ácido úrico. Entre ellos, el alopurinol.
13. Pie plano
El pie plano es de una de las deformaciones de las extremidades más características de los niños. Sucede por la ausencia o el descenso del arco plantar, lo que puede provocar dolor y malestar.
El tratamiento suele comenzar con enfoques no quirúrgicos. Las plantillas ortopédicas son una de las soluciones más efectivas. En casos en los que los tratamientos conservadores no son efectivos, se puede considerar la cirugía para corregir la alineación del pie.
14. Tendinitis de Aquiles
Esta tendinitis es una inflamación del tendón de Aquiles, que conecta los músculos de la pantorrilla con el hueso del talón. Es una condición común entre atletas y personas activas físicamente.
Los síntomas incluyen dolor en el pie, así como rigidez en la parte posterior del tobillo, hinchazón y sensibilidad en el área. Tiende a mejorar con el reposo.
Por un tiempo, mientras el dolor es más agudo, se sugiere modificar las actividades físicas, optando por ejercicios de bajo impacto. La fisioterapia también puede ser beneficiosa para fortalecer los músculos de la pantorrilla.
15. Bursitis
La bursitis es la inflamación de una pequeña bolsa llena de líquido que actúa como amortiguador entre los huesos y los tejidos blandos. Las causas en el pie son el uso excesivo, los traumatismos, algunas infecciones o las enfermedades inducidas por cristales, como la gota.
El tratamiento se basa en medidas conservadoras. Reposo y modificación de actividades pueden bastar para calmar las molestias. La aplicación de hielo en la zona afectada durante los primeros días también reduce la hinchazón.
¿Cuándo consultar al médico?
Es menester consultar a un profesional si se presenta alguna de las siguientes situaciones:
- El dolor impide caminar.
- Se presentan mareos, náuseas o fiebre.
- La molestia no se calma con un analgésico.
- El dolor dura varios días e, incluso, semanas.
Si duelen tanto los pies, una opción es visitar al podólogo. El profesional observará la forma del pie, la manera de caminar y pararse, el calzado usado, entre otros aspectos. Eventualmente, se requerirán algunos estudios y exámenes complementarios.
No se recomienda aplicar remedios caseros para los pies sin el aval médico. Tampoco sería útil comprar plantillas de venta libre, sin que medie una medición correcta de la planta y de la biomecánica.
Pequeños cambios alivian nuestros pies
Realizar ejercicios de bajo impacto es una buena forma de mantenerse entrenado, sin dañar las articulaciones. Por otra parte, si bien no existen alimentos milagrosos para curar la fascitis u otras dolencias, una dieta equilibrada puede ayudar en varios sentidos. Por ejemplo, al bajar el consumo de sal se reduce la acumulación de líquidos.
Asimismo, algunos alimentos ayudan a disminuir la inflamación en general. Entre estos se tienen a las nueces, el aceite de oliva, los pescados y los vegetales verdes.
El cuidado de las extremidades es una tarea diaria. No basta con implementar medidas momentáneas, sino que se requiere una rutina para mejorar la calidad de vida y prevenir los daños propios del envejecimiento.
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