Enfermedad arterial periférica: síntomas, causas y tratamiento
Escrito y verificado por el médico Leonardo Biolatto
Por definición, hablamos de enfermedad arterial periférica cuando se estrechan los vasos sanguíneos del cuerpo. Es decir, cuando achican el tamaño de su luz interior disminuyendo el flujo de sangre que puede atravesarlos.
Pensemos que los vasos sanguíneos son como tubos transportadores de sangre. Estos tubos tienen un determinado calibre, o sea, una determinada luz interior que constituye su diámetro. Si ese diámetro disminuye, entonces hay enfermedad arterial periférica.
Generalidades
Para ser más específicos tenemos que aclarar que se diagnostica esta patología cuando los vasos sanguíneos afectados son las arterias grandes del cuerpo humano que no se encuentran en el corazón, en el sistema aorta ni en el cerebro. Principalmente, las arterias implicadas son las de los miembros.
Ya sea que el origen provenga de la aterosclerosis, de la formación de trombos o por procesos inflamatorios, siempre el resultado final es el mismo. El efecto de la obstrucción arterial es la generación de isquemia, esto es la falta de irrigación sanguínea a una parte del organismo.
En cuanto a distribución de la enfermedad arterial periférica, sabemos que afecta a un doce por ciento de la población, aproximadamente. A mayor edad es mayor la prevalencia, llegando hasta el veinte por ciento en personas de más de setenta años.
Lamentablemente muchos pacientes pueden ser asintomáticos. Hasta el 80 % de los que la padecen se enteran cuando es demasiado tarde y ya se han instalado daños irreversibles. Por eso, es importante que tanto pacientes como médicos aprendan a conocerla y reconocerla.
Causas de la enfermedad arterial periférica
La causa principal y por excelencia de la enfermedad arterial periférica es la aterosclerosis. Se trata de la formación de placas de grasa en las paredes de las arterias, lo cual disminuye el diámetro interno de las mismas, permitiendo menor flujo sanguíneo.
El lugar más común de aparición de estas placas son las piernas. Al disminuir el riego de sangre en los miembros inferiores se desarrollan síntomas característicos de la patología que nombraremos más adelante. Si evoluciona sin tratamiento los tejidos pueden llegar a morir por la falta de oxígeno y nutrientes.
Se han identificado factores de riesgo que, estando presentes en la persona, aumentan la posibilidad de formar aterosclerosis. Estos factores son los siguientes:
- Diabetes.
- Tabaquismo.
- Envejecimiento.
- Hipertensión arterial.
- Elevados niveles de colesterol.
También hay una sustancia que los estudios científicos vinculan con la enfermedad arterial periférica: la homocisteína. Es una parte de las proteínas que participa en diferentes procesos metabólicos.
La homocisteína provocaría fallos en la función de la capa interna de las arterias, evitando que la misma se proteja del colesterol circulante. A causa de ello, aumentaría la formación de placas de grasa y el riesgo de creación de coágulos, que también son capaces de interrumpir el flujo sanguíneo.
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Síntomas
El signo clásico de la enfermedad arterial periférica, descrito desde hace mucho tiempo por los médicos, es la claudicación intermitente. Se trata de la aparición de dolor al caminar, localizado en la pantorrilla, que obliga a detener la marcha. El dolor desaparece cuando se descansa.
Si la patología evoluciona, el dolor deja de ser sólo con el esfuerzo y aparece en el reposo. Es un signo grave de avance de la enfermedad. Puede aparecer incluso a la noche interrumpiendo el sueño y obligando a despertar al paciente.
Otros síntomas de la enfermedad son los siguientes:
- Pesadez en las piernas: sensación de cansancio en los músculos de los miembros.
- Pulso débil: en los miembros inferiores sobre todo.
- Heridas y úlceras de la piel: de aparición progresiva, pero de lenta curación.
- Cambios de color en la piel: las piernas pueden ponerse pálidas o azuladas.
- Enfriamiento: una pierna más fría que la otra, por ejemplo.
- Poco crecimiento de las faneras: las uñas de los pies o los vellos de las piernas pueden volverse frágiles y crecer de forma lenta.
- Disfunción eréctil: los varones puede sufrir dificultades para lograr o mantener la erección.
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Tratamiento de la enfermedad vascular periférica
Hay tres abordajes para el tratamiento de la enfermedad vascular periférica: cambios en el estilo de vida, medicación y cirugía. A veces es suficiente sólo con los cambios de hábitos, otras veces se necesita agregar medicación y, en los casos graves, puede requerirse cirugía.
Las modificaciones del estilo de vida implican dejar de fumar si se es tabaquista. Es la medida principal. La actividad física y la alimentación variada y saludable son el complemento ideal. Para aquellos que padecen hipertensión arterial o diabetes, se aplican las recomendaciones propias de esas enfermedades.
En cuanto a medicamentos, el profesional tratante puede indicar al paciente fármacos que eviten la formación de coágulos sanguíneos, como la aspirina. También se utiliza el cilostazol y la pentoxifilina, que tienen como función mejorar el flujo sanguíneo, sobre todo cuando ya existe el síntoma de la claudicación intermitente.
Finalmente, la última opción es la cirugía. Se reserva para los casos graves y consta de tres técnicas que el profesional elegirá de acuerdo al cuadro clínico:
- Angioplastia: se inserta un catéter hasta la arteria afectada para inflar un balón allí dentro que reabre la zona obstruida.
- Bypass: se utiliza un injerto con un vaso sanguíneo de otra parte del cuerpo o con tejido artificial para que la sangre esquive la obstrucción mediante una especie de puente.
- Trombolítico: se inyecta un medicamento directamente en la arteria que tiene como función disolver coágulos.
Una enfermedad compleja pero tratable
La enfermedad arterial periférica se origina cuando se estrechan los vasos sanguíneos del cuerpo debido a la formación de placas de grasa en las paredes arteriales. Aunque al principio trascurre de forma asintomática, con el tiempo puede causar graves complicaciones en la salud. Por eso, es importante recibir un diagnóstico y tratamiento oportunos.
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