Explorando el fetiche por los pies o podofilia: qué es y por qué surge
El fetiche por los pies es un tipo de parafilia, en la cual una persona experimenta excitación y placer sexual al mirar, tocar, oler, besar o chupar los pies de otro. Lo han retratado en múltiples referentes de la cultura pop, desde películas, como Érase una vez en Hollywood, hasta series para adolescentes, como iCarly.
Si bien es cierto que, en varias culturas de la actualidad, existe una mayor apertura para hablar sobre preferencias y gustos a la hora de la intimidad, la podofilia sigue teniendo muchos mitos a su alrededor.
Hay quienes la consideran como algo perverso, malo o hasta un problema que requiere de ayuda psicológica. Y, por ejemplo, esto último solo sucede cuando se vuelve un trastorno fetichista. En las siguientes líneas intentaremos aportar un poco de luz al asunto y contarte más sobre este popular fetiche.
¿De dónde viene el fetiche por los pies?
El foot fetish no tiene un solo origen y es que son varios los factores que pueden influir en su aparición. Desde la sociedad hasta el propio organismo podrían jugar un rol en él. Los expertos tienen varias teorías al respecto. Algunas de las más comentadas y debatidas son las siguientes:
1. Psicológicas y psicoanalíticas
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5 señala que los fetiches pueden desarrollarse antes de la adolescencia, es decir, en la infancia. De manera que las vivencias durante ella pueden tener que ver en la aparición de la podofilia.
De acuerdo con un artículo publicado en la Revista Osmosis, cabe la posibilidad de que una persona que haya sufrido experiencias traumáticas en su niñez o adolescencia, sea más propensa a tener este fetiche. Esto también valdría para quienes hayan crecido en hogares sexualmente restrictivos.
Pero no necesariamente tiene que ser un hecho negativo el que lo genere. También hay otra teoría, conocida como la teoría del condicionamiento, en la que —durante la infancia— los pies podrían asociarse a comportamientos sexuales. Así, al observarlos en la actualidad, la persona puede sentirse excitada, por esa vinculación del pasado.
Por último, pero no menos importante, Sigmund Freud —el padre del psicoanálisis—, también tenía su teoría para el origen de este fetiche. Él consideraba que venía de la relación del niño pequeño con su madre. Al verla desnuda, el niño nota que ella no posee pene y busca darle un sustituto, que en este caso es el pie y los dedos.
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2. Biológicas
Muchos consideran al cerebro como el «CPU» del cuerpo, que coordina todo el organismo. En vista de esto, tiene sentido que algunos expertos lo relacionen con el origen de foot fetish.
En la investigación de la Revista Osmosis, antes mencionado, sugieren que la parte del cerebro que se activa durante la estimulación sexual se encuentra justo al lado de la que procesa la sensibilidad de los pies. De manera que, en algunas personas, las neuronas de estas zonas podrían «superponerse» y hacer que sientan placer al ver los pies.
3. Culturales
La sociedad y cultura en donde crezca y haga vida una persona también juegan un papel en la aparición de este fetiche sexual. Un estudio publicado en la revista Medical Journal Armed Forces India, señala que las sociedades positivas al sexo —las que lo ven como una diversión— son más propensas a desarrollar comportamientos fetichistas y parafilias. Estas se diferencian de las sociedades negativas a la intimidad, que ven al sexo como algo solo con un fin procreativo.
De igual manera, hay otra teoría que considera que tener los pies a la vista podría generar placer en ciertas personas, ya que es una zona que suele estar cubierta, como el área genital. Esto era más frecuente en la antigüedad, sobre todo en sociedades orientales.
¿Qué tan común es el foot fetish?
En realidad, se trata de uno de los fetiches sexuales más frecuentes. En el artículo de Osmosis hacen mención de una encuesta realizada a unas 5000 personas sobre la prevalencia de distintos fetiches.
Los resultados revelan que los relacionados con partes del cuerpo tenían mayor frecuencia entre los encuestados, con un 33 % del total. De esa categoría, el fetiche más frecuente fue la podofilia, representando un 47 %.
Esto guarda mucha relación con lo indicado en el manual DSM-5. Allí señalan que, entre las partes del cuerpo más erotizadas y que se asocian al trastorno de fetichismo, se incluyen los pies, los dedos del pie y el cabello.
Mitos comunes a su alrededor
Ahora, a pesar de que es un fetiche bastante frecuente, hay muchos conceptos erróneos en torno a él. Como te adelantamos arriba, el más usual es que hay personas que consideran a la podofilia como «problema mental»; sin embargo, eso no es exactamente así.
Para que se considere como un trastorno clínico, el foot fetish debe pasar a trastorno del fetichismo. Este, según el manual DSM-5, se produce cuando —en un período de al menos seis meses— hay excitación sexual intensa y recurrente, por partes del cuerpo no genitales (en este caso, los pies). Esta excitación lleva a deseos y fantasías sexuales irrefrenables, que pueden causar malestar emocional y deterioro de los roles psicosociales.
Es decir, si la podofilia no te hace sentir mal emocionalmente ni afecta tu calidad de vida, a nivel laboral, social o en otras áreas de tu día a día, no representa un problema y no es algo malo. Pero, en caso de que te haga sentir mal, sí se vuelve negativa, porque afecta a tu salud mental y bienestar.
Otro mito en torno a ella es que es perversa, sucia o desviada. Lo cierto es que es una práctica sexual como cualquier otra y una muestra que, en lo que a sexo se refiere, no todo está escrito en piedra. El fetiche de los pies es solo otra manera de vivir la intimidad y alcanzar el placer.
También hay quienes consideran que la podofilia solo se da en la práctica del BDSM y eso no es cierto. El fetiche de pies puede suceder como juego previo en cualquier tipo de relación, no solo en las de dominación y sumisión. Por ejemplo, hay quienes le dan un masaje de pies a su pareja como parte de los previos a un encuentro sexual, que no implica roles preestablecidos.
¿Cómo abordar la podofilia en una relación?
Si consideras que tienes un fetiche con los pies, estás en pareja y te gustaría explorarlo con él o ella, lo primero que debes hacer es hablar sobre el tema. Si comunicas de manera efectiva y honesta tus gustos y preferencias sexuales, evitarás conflictos y malos entendidos entre ustedes.
Exprésale a tu pareja tu gusto por los pies, cómo te hacen sentir y qué actividades te gustaría hacer con su persona. Es muy probable que él o ella tenga preguntas para hacerte e intenta responderlas con la mayor honestidad posible.
Si se siente cómodo/a con ello y te da su consentimiento, entonces podrían explorar diversas prácticas. Además, esto le daría mayor variedad a sus relaciones íntimas, haciéndolas más placenteras y divertidas.
Por ejemplo, podrían comenzar con un masaje en los pies o hacer cosquillas, para luego subir a besar o lamer los pies de tu pareja. Pero si se sienten más arriesgados y cómodos, podrían ir por una masturbación con los pies. Eso sí, tengan siempre presente la buena higiene, que incluye lavarlos y recortar las uñas.
Ahora, también puede suceder que tu pareja no se sienta atraída por la idea de incluir ciertas prácticas con los pies en su intimidad. Por ejemplo, el lamerlos o la masturbación. En este caso, debes respetar su decisión.
¿Cuándo es momento de buscar ayuda profesional?
La podofilia es una práctica sexual que puede aportarle un giro interesante a tus relaciones íntimas. Si no afecta tu bienestar psicológico y social, entonces no tiene por qué representar un problema: vívela y explórala. Y, si tienes pareja, ten siempre presente la comunicación y el respeto de los límites que hayan establecido.
Pero, si este fetiche te hace sentir malestar, vergüenza, te imposibilita llegar a la excitación u orgasmo, si no están presentes los pies o te hace preferir una actividad en solitario con los pies antes de tener intimidad con tu pareja, entonces es momento de acudir con un experto.
La psicoterapia, y en especial la terapia cognitiva conductual, es una buena alternativa. Puede ayudarte a sobrellevar y gestionar mejor los sentimientos negativos que genera el trastorno de fetichismo y recuperar tu bienestar.
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