La generación sándwich vive el reto emocional de cuidar a padres e hijos a la vez

El término generación sándwich resume la experiencia que viven las personas entre 45 a 55 años que viven su día a día entre el cuidado de los hijos y el de sus padres mayores. ¿No te has sentido atrapado por lo abrumadoras que son esas responsabilidades? Entonces, quizás pertenezcas a ese grupo de personas que deben cumplir con un doble rol de cuidado y protección.
Y aunque lo hagas con todo tu amor y dedicación, existe un alto coste a tus expensas. Se trata de la carga invisible del cuidado, un conjunto de responsabilidades logísticas y emocionales no reconocidas que demandan constante atención y afectan el bienestar. Por ello, es importante abordar esta situación para encontrar formas de aligerar la carga que hoy llevas.
Sentirse en «el medio» agobiado por la presión
Esa es, con frecuencia, la sensación que tienen quienes intentan equilibrar la crianza de los niños con el cuidado de padres mayores. La generación sándwich es una que se siente en el medio de dos roles que exigen tiempo, así como esfuerzo físico y emocional, reduciendo incluso cosas tan simples como el descanso.
¿Te ha pasado que intentas dar lo mejor de ti para satisfacer las necesidades de tus seres queridos, pero relegas las tuyas? Puede que lo hagas porque tienes un sentido de deber con tus padres y obviamente una responsabilidad con tus hijos, pero aun así debe existir el espacio para que puedas atender a tu bienestar.
De lo contrario, te podrías exponer a un gran agotamiento que, aunque invisible para quienes te rodean, podría afectar tu salud mental, física, tu desempeño en el trabajo y la calidad de tus relaciones. De hecho, los expertos afirman que una de las consecuencias más notorias para la generación sándwich es el estrés.
Estar al pendiente de las actividades de los hijos y de los padres, velar por la organización del hogar y la presión económica de suplir para un grupo dependiente numeroso puede provocar ansiedad crónica e insomnio. Además, las personas en esta situación llegan a sentirse muy solas y carentes de apoyo, así como incapaces de darse un tiempo para el autocuidado.
Entonces, que este sea el comienzo de algunos cambios positivos que te ayuden a disminuir la presión. Ten presente que, para cuidar de otros, primero debes cuidar de ti mismo.
Aliviar la carga invisible de cuidar a tus seres amados es posible
Tener un diálogo sincero con tu familia, hacer una nueva organización de tareas y darte un tiempo de exclusivo descanso son algunas de las estrategias que te ayudarán:
- Reconoce cómo te sientes: la carga dejará de ser invisible cuando hables de ella con tus familiares e incluso con un terapeuta, para recibir ayuda y tratar con el estrés y la ansiedad. Un profesional te dará la guía para adoptar hábitos de autocuidado.
- Ten una conversación con tu familia: discutan sobre las necesidades de cada uno y juntos definan nuevas responsabilidades que hagan a todos participar en el cuidado de la familia.
- Delega las tareas: tu pareja, hijos y abuelos pueden asumir actividades que mejoren la convivencia y eviten que solo tú debas hacerte cargo de la limpieza o cocinar, por ejemplo. También, tus hermanos y amigos cercanos pueden ser parte de tu red de apoyo. No temas pedir ayuda.
- Prioriza tu descanso sin culpa: sí, debes tener un momento todos los días para relajarte y no solo al final del día, cuando ya vas a la cama. Asegúrate un tiempo para hacer algo que te permita desconectar haciendo alguna actividad que te agrade, por ejemplo, caminar, leer, bailar o ver una película.
Puedes seguir cuidando de tus familiares con amor y, al mismo tiempo, no minimizar tu bienestar. Eres un pilar fundamental para tus seres amados, pero eso no significa que debes hacer todo solo. Al dejar que otros compartan el rol de cuidador contigo también los haces sentir productivos y parte de una solución que hará a tu círculo más unido.
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