Cuanto más grande es la herida más privado es el dolor
Escrito y verificado por el psicólogo Bernardo Peña
Cuanto más grande es la herida, más privado se torna el sufrimiento y más sola se siente la persona. Porque la expresión de las emociones negativas a menudo queda silenciada, escondida, lo que impide comunicar a los demás el dolor que sentimos.
Nos referimos a esos hechos que, a lo largo del ciclo vital, han dejado una huella traumática en el recuerdo que tenemos de los mismos. Se trata de experiencias adversas ante las que nos vemos incapaces de reaccionar. El afrontamiento queda mermado y la propia conducta condicionada.
Además, cabe señalar que estas heridas se viven de modo diferente según la etapa del desarrollo en la que las mismas tengan lugar. Por ejemplo, un niño carece de recursos personales para gestionar un daño, una agresión o una decepción.
No obstante, hay un aspecto común al margen de la edad del individuo. Cuanto más intenso es el trauma, mayor suele ser la sensación de soledad. Te invitamos a reflexionar sobre ello.
Cuánto más grande es la herida…
Una traición, un desengaño, el dolor emocional que alguien nos produjo… Todo ello rompe el equilibrio y la percepción que hasta el momento teníamos de lo que era ‘fiable’, de lo que nos aportaba bienestar y respaldo.
Pero ¿cuáles son los criterios para identificar estas heridas? ¿Cómo nos afectan o qué otras consecuencias se desprenden de tales acontecimientos?. Te lo contamos a continuación.
¿Qué condiciones reúnen los traumas?
Aunque el origen y el contexto en que se produce del daño varían, se distinguen algunas características generales en esta clase de eventos:
- La ruptura con el sentimiento básico de seguridad: por ejemplo, aquellos que nos son significativos nos traicionan. Con ello, perdemos pilares básicos que en el día a día nos ofrecían seguridad.
- La carencia de interacción afectiva: esta circunstancia es frecuente cuando los padres no establecen un vínculo de apego con los hijos. También suele ser habitual en las parejas en las que uno de los miembros no siente el apoyo y cariño del compañero. Son vacíos que dejan una profunda herida.
- La presencia de determinadas agresiones: son daños que afectan tanto a aspectos físicos como psicológicos. Por ejemplo, la transgresión de los propios derechos o voluntad llega a ocasionar importantes secuelas.
¿Cómo nos afectan estas experiencias traumáticas?
El impacto de una agresión, de las carencias afectivas o de la ruptura de la seguridad repercute de forma directa en el organismo. Así, una herida emocional de este tipo crea una situación de alerta continua para el cerebro.
El miedo, la desconfianza y la ansiedad se instalan. Otras señales como el insomnio, el cansancio, la irritabilidad o los cambios de humor acaban de dar nombre a lo que se conoce como estrés postraumático.
Además, a pesar de que cada persona presenta una sintomatología concreta, a nivel neurológico existen ciertas alteraciones químicas y estructurales que caracterizan a este trastorno. Un estudio publicado en 2018 por un grupo de investigadores de la Universidad de Yale (Estados Unidos) así lo señala.
Sigue leyendo: Trastorno por estrés postraumático: síntomas, causas y tratamiento
El sentimiento de soledad cuánto más grande es la herida
A medida que los daños emocionales son más intensos, la persona muestra una mayor tendencia al aislamiento. En tales casos el afectado tiene sensaciones como las siguientes:
- Siente que nadie llega a entender lo que está pasando, lo que está sufriendo.
- Se ve solo en medio de una amalgama de temores que no sabe cómo expresar.
- El malestar se traduce también en signos físicos como el agotamiento, la apatía, los dolores musculares y de cabeza.
- Todas esas dificultades propician una ‘desconexión’ con el entorno.
Como vemos, no es tan sencillo compartir las heridas emocionales. Uno puede comentar lo mal que le ha ido el día, la discusión que ha tenido con alguien… Ahora bien, revelar a los demás que una pareja nos humilla o que de pequeños fuimos abandonados es más complicado.
El afrontamiento de las heridas emocionales
Las emociones negativas aportan información que nos ayuda a reorientar el camino, a reconstruirnos.
- Estar triste, abatido o lleno de ira puede paralizarnos en un momento determinado, pero la solución pasa por reaccionar y tomar cartas en el asunto.
- Nadie es débil por pedir ayuda, por decir que no se encuentra bien o por hablar de aquello que le impide avanzar.
Aunque la herida no acaba de curarse del todo, es posible vivir otra vez con alegría y sin que duela tanto. Las llagas cicatrizan revistiéndolas de nuevas ilusiones, con el apoyo de quienes nos quieren…
El pasado queda, entonces, atrás y el presente nos abraza con un manto de entusiasmo.
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