¿Por qué incorporar la perspectiva de género en la salud?
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
Incorporar la perspectiva de género en la salud significa entender que no solo existen diferencias biológicas, sino también aquellas que surgen a partir de factores sociales y culturales. Estos factores que operan, pero se omiten en el diagnóstico y en la atención, ocasionan desigualdades de género.
Algunos datos destacables del Ministerio de Sanidad a través de su informe Salud y Género 2006 pueden servirnos como disparadores para comprender la importancia de la perspectiva de género en salud.
El estudio se realizó con una población entre los 45 y los 65 años y se observó lo siguiente:
- Las mujeres sufren más enfermedades crónicas que los hombres.
- Los hombres presentan patologías más graves y mayor índice de mortalidad.
- Las mujeres viven una media de 6,6 años más que los hombres.
- En los hombres son menos frecuentes los síntomas somáticos sin causa orgánica, así como los estados depresivos y ansiedad.
- Ellas ingieren más psicofármacos que los hombres y suponen el 75 % de los consumidores totales de somníferos o tranquilizantes.
¿Qué es la perspectiva de género?
Para comprender de qué se trata la perspectiva de género es importante entender a qué se refieren el género y diferenciarlo del sexo. Empecemos por este último, que se utiliza para designar las diferencias biológicas, anatómicas y fisiológicas entre hombres y mujeres.
Por su parte, el género da cuenta de un sistema de relaciones sociales, simbólicas y psíquicas que valora de manera desfavorable a las mujeres y todo lo considerado como femenino en relación a los hombres.
Este concepto dinámico, en revisión y sensible al contexto histórico, evidencia que hay diferencias construidas social y culturalmente que van más allá de la biología y que son el origen de la desigualdad en el acceso o atención a la salud.
El género aparece como un elemento ordenador y configurador de prácticas, normas, valores y comportamientos. Entonces, incorporar un enfoque de género supone empezar por reconocer que existen tales diferencias e interesarse por ellas.
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¿Cuál es la importancia de la perspectiva de género?
Incorporar la perspectiva de género permite adecuar la actuación de los profesionales a la persona que tienen en frente, entendiendo que lo biológico no es el único factor que influye en la salud.
De hecho, al no tenerlo en cuenta se corre el riesgo de cometer sesgos de género en la atención y, por lo tanto, no brindar el tratamiento que la persona necesita. De modo que la efectividad de las intervenciones también depende de este abordaje integral.
Entre los sesgos más frecuentes encontramos los siguientes:
- Androcentrismo: lo humano se equipara a lo masculino, invisibilizando las diferentes experiencias que existen y considerando como universales las de los hombres.
- Insensibilidad de género: casos en los que no se contempla la influencia del sexo y el género, en contextos que son significativos por los efectos diferenciales que producen en la salud.
- Dobles estándares: se da en aquellos casos en que se contempla el género, pero con una doble vara o basándose en diferentes criterios. El más conocido suele ser la histeria de las mujeres, mientras que se habla de pasión en el caso de los hombres.
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¿Por qué incorporar la perspectiva de género en la salud?
La perspectiva de género pretende superar el análisis enfocado en el sexo para reconocer las distintas experiencias de salud que tienen hombres, mujeres y otras identidades, en razón de su género y en el cruce con otros factores, como la clase social, la etnia, la edad.
La incorporación de la perspectiva de género en salud permite, entre otras cosas, comprender de qué modo los estereotipos y los roles de género influyen en la calidad de vida de las personas. Esto explica, por ejemplo, que las mujeres viven más, pero tienen peor calidad de vida.
Visibilizar las diferentes características de la enfermedad en cada sexo
Por sus características biológicas, la mujer puede padecer cáncer de mama o patología ovárica. A su vez, la morbilidad por vulnerabilidad biológica diferente supone distinguir que frente a los mismos factores, hombres y mujeres tienen distinta sensibilidad.
Las mujeres son más vulnerables a los factores químicos ambientales, debido a diferencias en la absorción y metabolismo de sus organismos. De este modo, aunque ambos sexos estén expuestos a las mismas condiciones, las mujeres serán más vulnerables biológicamente.
Reconocer la influencia de los roles e identidades de género
Los ideales o mandatos a incluir en función de lo que la sociedad prescribe son factores que condicionan nuestra calidad de vida. Por ejemplo, en los trastornos de la conducta alimentaria en las mujeres, tratar de ajustarse a un ideal de cuerpo perfecto tiene altos costos para su salud.
En el caso de los hombres, los roles de género explican sus conductas de riesgo, como conducir a mayor a mayor velocidad o tener un elevado consumo de alcohol. Vemos cómo el acceso y el control de los recursos y la socialización diferencial impactan en los hábitos de cuidado.
La salud no es un objetivo de vida, sino un recurso diario
Con esta idea central de la Organización Mundial de la Salud (OMS), debemos tener en cuenta que la salud no es un objetivo lejano, a concretar a largo plazo, sino que es un derecho, entendido como un recurso del que debemos disponer a diario.
En este punto, el personal de salud es clave para poder conseguirlo, por lo que es necesario cambiar por nuevos modos de investigar y de hacer ciencia, así como modificar las formas de tratar a las personas que asisten a la consulta.
La sociedad debe activar un cambio, con los derechos universales y de acceso a todas las personas. La educación en la igualdad tiene un papel muy importante por desempeñar, junto a la transversalización de la perspectiva de género en las leyes y las políticas públicas.
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- García-Vega, Elena (2011). Acerca del género y la salud. Papeles del Psicólogo, 32(3),282-288.[fecha de Consulta 8 de Marzo de 2021]. ISSN: 0214-7823. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=778/77822236009
- Guía para incorporar la perspectiva de Género en Salud de la Escuela Andaluza de Salud Pública.
- Vall Llobet, Carme (2006). Mujeres invisibles para la medicina, Barcelona, Debolsillo.
- VELASCO, Sara (2008), Recomendaciones para la práctica del enfoque de género en programas de salud, Madrid, Observatorio de Salud de la Mujer.
- Informe Salud y Género 2006 -Las edades centrales de la vida- Ministerio de Sanidad, Madrid, España.
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