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Lesiones fantasma en los niños: ¿por qué es importante atenderlas?

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En ocasiones, los niños sufren un dolor que les impide continuar con sus actividades deportivas; incluso cuando no hay ningún daño físico real. Te contamos en qué consisten las lesiones fantasma y cómo abordarlas.
Lesiones fantasma en los niños: ¿por qué es importante atenderlas?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz

Última actualización: 06 julio, 2023

La práctica de ejercicio físico es beneficiosa para los menores en muchos aspectos. Sin embargo, cuando se le asocia un componente excesivamente competitivo, puede generarles un estrés que derive en lo que se conoce como lesiones fantasma. Estas no son otra cosa que la manifestación de una presión psicológica que no se logra afrontar y se somatiza.

Muchos niños afirman tener fuertes dolores de cabeza antes de ir al colegio cuando sufren bullying o reportan un gran malestar estomacal antes de un importante examen. Estos dolores y síntomas físicos para los que no se encuentra explicación orgánica, se producen también en el caso de las lesiones fantasma; solo que el detonante es la presión derivada del deporte.

¿Qué son las lesiones fantasma en los niños?

Las lesiones fantasma son dolores o malestares corporales similares a los que produciría una lesión deportiva, pero que aparecen sin que haya nada mal a nivel físico. Así, los niños pueden sentir dolor en el tobillo, el brazo o la pierna (generalmente aparece en las extremidades) o presentar dificultades para moverse; pero un examen médico revela que no hay lesión.

Este dolor fantasma suele convertirse en una afección crónica que puede estar presente de forma continua o aparecer de forma intermitente (en especial, antes de los partidos o entrenamientos). Causa gran malestar y sufrimiento a los niños y afecta su vida en otras esferas, como la social, la familiar y la personal.

Es muy importante recordar que el niño no está fingiendo la lesión ni se está inventando nada. Realmente siente dolor, sufre malestar y lo experimenta de un modo tan vívido como si hubiese un daño físico.

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Un pequeño con lesión fantasma siente que ese dolor está ahí de verdad y el sufrimiento es verídico.

Origen y causas de las lesiones fantasma en los niños

Los primeros casos de lesiones fantasma en los niños se identificaron en las ligas infantiles de béisbol en los Estados Unidos. Estos niños afirmaban sufrir un dolor similar al de una lesión deportiva, así como una serie de síntomas raros e imprecisos.

En realidad, se estaba produciendo un síndrome o trastorno de conversión, que en psicología designa a aquellas manifestaciones físicas que son fruto de un conflicto psicológico sin resolver. En casos graves, este trastorno puede llevar a una persona a manifestar hasta ceguera o parálisis.

El origen del malestar sin causa aparente es una excesiva presión a la que el niño es sometido con relación a la práctica deportiva. Una competitividad feroz, una exigencia muy alta por parte del entrenador o unas expectativas demasiado elevadas por parte de los progenitores pueden llevar al menor a una situación insostenible.

De este modo, las lesiones fantasma aparecen para otorgar un beneficio secundario: el niño puede ahora descansar o evitar los entrenamientos y competiciones, pues se encuentra lesionado. Es evidente que nadie desea sufrir dolor ni verse limitado, pero esta lesión ofrece la ganancia de poder escapar de la presión.

De nuevo, recordemos que todo esto sucede a nivel inconsciente; el niño no se lo está inventando ni genera los síntomas a propósito. Su dolor es real, obedece a una causa y necesita ayuda.

Prevención y tratamiento

En definitiva, la principal causa de las lesiones fantasma en los niños es la excesiva presión que se ejerce sobre ellos en el plano deportivo. Resulta curioso comprobar que este fenómeno se presenta con mucha más frecuencia en aquellos deportes más populares de cada región (como el béisbol en Estados Unidos o el fútbol en Europa).

Es que los padres esperan que los niños puedan hacer carrera. Esto incrementa las expectativas y las exigencias que los progenitores colocan sobre ellos y hace que el deporte pierda su componente lúdico.

Así, la principal clave de prevención es enfocar la actividad física como un entretenimiento, como un modo de cuidar la salud, de establecer relaciones, de divertirse y madurar.

Si la lesión fantasma ya ha aparecido, el primer paso será consultar con un médico. Este realizará las preguntas pertinentes y encargará las pruebas necesarias para identificar el origen. Una vez se hayan descartado etiologías físicas y orgánicas, y quede claro que no existe lesión real, será el momento de trabajar a nivel psicológico.

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Interpretar el deporte como un momento lúdico es esencial para no cargar presiones en los niños.
No existen fármacos específicos para este tipo de dolencias y no conviene abusar de los analgésicos.

Por ello, la intervención pasará por reducir la presión emocional que el niño está experimentando y cambiar la interpretación hacia el deporte. Será necesario un acompañamiento personal e individualizado y una buena orientación hacia la familia. En muchos casos, esta contribuye a que el estrés deportivo sea excesivo.


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