Mi hijo tiene miedo a los animales. ¿Qué debo hacer?
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
No todos los niños reaccionan igual cuando ven un perro u otra mascota. Algunos quieren acariciarlos y se sienten enormemente atraídos. Otros prefieren mantenerse alejados y demuestran que le tienen miedo a los animales. No hay una razón específica para que esto ocurra. A veces puede ser debido a una mala experiencia anterior o a que se les ha enseñado que un animal desconocido puede ser peligroso. También hay niños que simplemente se sienten intimidados por la figura extraña del animal.
“Hay niños más activos y aventureros, otros son más calmados y menos dispuestos a nuevas experiencias. Estos sienten más estrés ante lo nuevo y lo desconocido”, explica la doctora Tracy Dennis, del Departamento de Psicología de la Universidad Hunter de Nueva York.
Aunque tener miedo es un mecanismo de defensa que mantiene a los niños en una zona segura, es mejor enseñarles a tener precaución y respeto, pero no un miedo a los animales que los cohíbe de la enriquecedora experiencia de compartir con ellos.
¿Cómo perder el miedo a los animales?
Para dar ese paso entre el miedo y el respeto hay algunas recomendaciones que los padres se pueden seguir para orientar a los hijos:
Trata de entender el miedo
El miedo es irracional. Por eso, forzar a los niños que no tengan miedo a los animales no va a ayudar a eliminarlo.
Mejor es tratar de entender qué les causa el temor y buscar una estrategia para ayudarlos a enfrentarlo. Si, por ejemplo, tu hijo le tiene miedo a un perro por su tamaño, no le sugieras que se acerque a uno grande. Cuando estén con un perro pequeño y tranquilo acércate tu primero y anímalo a seguirte con tu protección.
Enséñale a acercarse al animal
Los niños pueden acercarse con excesiva emoción o con torpeza y asustar al animal, lo que suele generar una reacción violenta que asustará más al niño.
Lo mejor es guiarlos en cada paso y escoger cuidadosamente las palabras que usamos. Es mejor evitar palabras que alerten su temor como “Ten cuidado para que no te muerda” o “No te acerques demasiado que puede ser peligroso”. Usa refuerzos positivos, como “acércate con cariño, sé amable con el animal”.
Comienza por enseñarle que siempre hay que pedir permiso al dueño parta saber si está bien acercarse al animal. Luego es mejor que se dejen oler la mano antes de intentar acariciarlos. Tanto perros como gatos se sienten más cómodos después de inspeccionar con su olfato a una persona nuevas para ellos.
Trata de distraer al animal acariciando su cara. Luego invita al niño a tocarlo desde un lado, preferiblemente que no lo haga por la cola, para evitar asustar al animal. La cara del animal puede ser intimidante para el niño.
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Evita los cachorros
Los animales jóvenes son más impredecibles que los adultos. Para ellos jugar puede ser morder, arañar o saltar encima de las personas. Lo que para un animal puede ser un gesto de confianza, alegría y cariño, para un niño puede parecer un gesto hostil.
Aprender el lenguaje de los animales
Los animales domésticos tienen su forma de comunicarse con las personas. Aprender ese lenguaje y enseñárselo a tu hijo puede ser muy útil para facilitar un encuentro.
Por ejemplo: “La boca abierta con los labios hacia atrás, la lengua fuera y la cara relajada es una invitación para interactuar”, dice sobre los perros Linda Case, autora del libro Guía Para Entender a Nuestros Dos Mejores Amigos.
Enséñale buenas maneras
Al igual que los cachorros, los niños tienen reacciones impredecibles. Ese miedo se puede convertir en excitación una vez que el primer encuentro con el animal es exitoso. Con esa emoción, sus acciones pueden asustar o molestar al animal. Explícales que no deben empujarlo, cogerle del pelo o sujetarlos por la cola.
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No lleves un animal a casa
Muchos padres creen que es una buena idea llevar un animal a casa. Puede que con el tiempo el niño y la mascota se acostumbren el uno al otro, pero pasarán muchos días de tensión innecesaria.
Espera a que tu hijo esté listo. Hay quienes mantienen al animal en un cuarto hasta que el niño comienza a confiar en ellos, pero esto tampoco es aconsejable. La mascota se puede volver agresiva si esto pasa, pues entiende que su función no es socializar.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.