Las «microagresiones»: grandes enemigas en las relaciones de pareja
Escrito y verificado por el psicólogo Bernardo Peña
Las microagresiones son un tipo encubierto de maltrato psicológico. Se basan en el desprecio persistente y cotidiano, cuando el otro hace uso de la burla para robarnos, poco a poco, la autoestima. No se habla lo suficiente de este tipo de maltrato porque no es tan evidente. Tampoco deja marcas. Y, muchas veces, ni quien lo practica ni quien lo recibe es consciente de lo destructivas que son.
Para entender mejor de qué estamos hablando, pondremos unos ejemplos sencillos. Hay hombres y mujeres acostumbrados a decirles a sus parejas: “Me encanta lo torpe que eres; siempre me alegras el día con tus fallos y estropicios”. “Es mejor que hable yo, porque si lo haces tú, lo estropearemos”. “Deja, no lo hagas, ahora lo hago yo, porque con esas manos que tienes seguro que lo rompes todo”.
Como podemos ver, son situaciones donde está presente incluso cierto cariño, cierta cercanía. No obstante, en realidad, suponen quedarse uno mismo con el control mientras anulamos a la otra persona. Te proponemos profundizar más en el tema. Así, tomaremos plena conciencia de este tipo de práctica, ante las cuales es necesario reaccionar con la energía necesaria.
Características de las microagresiones
La relación de una pareja se erige sobre unos pilares básicos: respeto, comprensión, empatía, intimidad y complicidad. Cuando falla alguno de estos, los demás empiezan a debilitarse también. Sin una buena comunicación, por ejemplo, jamás podrá existir una adecuada empatía. Y, sin empatía, tampoco habrá una auténtica complicidad. Una relación sana es como un tejido fuerte formado por hebras de múltiples colores donde todas armonizan.
Las diferencias quedan respetadas porque existe un equilibrio en el conjunto de hilos que lo conforman. Las microagresiones son como si, día a día, fuéramos tirando de un hilo hasta debilitarlo o separarlo del resto. Se hacen pequeños agujeros por donde se escapa la armonía y, por ende, los potenciales momentos de felicidad. Veamos ahora sus principales características.
La desatención y la infravaloración
La desatención y la infravaloración se traducen en un desinterés declarado hacia el otro. Por tanto, es también un tipo de microagresión que se practica en el día a día de forma persistente. Estos serían algunos pequeños ejemplos que dibujan el perfil de uno de los enemigos más comunes de una relación de pareja:
- Ridiculizar lo que le gusta a la pareja.
- No tener detalles que cuiden de la relación.
- No tener nunca tiempo para hacer con la pareja algo que a ella le agrada; ningún momento es bueno para ello.
- Ironizar ante otras personas sobre lo que le gusta al cónyuge: «Es que se pasa el día leyendo, qué manera de perder el tiempo…».
Anular a la otra persona haciéndola sentir torpe
No obstante, lo más complejo de todo ello es que esta práctica suele iniciarse de forma consentida. Es decir, podemos llegar a creer que es algo inocente. E, incluso, interpretar que constituye una muestra más de afecto o atención de nuestra pareja hacia nosotros.
Estos son unos ejemplos sobre los que reflexionar:
- La otra persona empieza a ocuparse de cosas porque afirma que las hace mejor que nosotros y, así, nos ahorra esfuerzos.
- Es habitual también que exprese públicamente ante amigos u otros familiares, las carencias que supuestamente tiene la pareja: «Es que no sabe cocinar» o «Es que plato que agarra, plato que se le rompe». «Es que se hace un lío con el ordenador…» y así sucesivamente.
- Todas ellas son conductas desgastantes y muy nocivas para la autoestima de cualquier persona.
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Falta de confianza progresiva en la pareja
Conforme vamos sufriendo el impacto de las microagresiones, vamos experimentando progresivamente muchos cambios en nuestra persona. Sin embargo, el que se haga añicos nuestra autoestima, nos impide tomar plena conciencia de lo que nos pasa y del porqué. En el mejor de los casos, sentimos que ya no confiamos en nuestra pareja.
- No hacemos determinadas cosas por temor a recibir reproches o críticas.
- Dejamos también de comunicarnos cómodamente con la otra persona porque su lenguaje siempre está permeado de esa ironía sutil tan dañina y que tanto duele.
De ahí que sea tan común que la persona víctima de este tipo de maltrato, tarde en reaccionar. Tenemos interiorizada la idea de que el maltrato es solo físico. Mas, está claro que con las palabras también se puede hacer muchísimo daño.
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Las microagresiones son como embestidas suaves, apenas perceptibles. No obstante, son un tipo de agresión más. Por todas estas razones, no debemos olvidar que:
- Se basan en el desprecio.
- Buscan anular al otro para adquirir poder.
- Impiden que la otra persona sea ella misma, que se sienta satisfecha por lo que es.
- No importa las virtudes que tengas, tus fortalezas o tus éxitos. Cuando al menos uno de los miembros de la pareja se ha instalado en esa dinámica, la otra persona hará uso de las microagresiones para que todo ello se desvanezca.
Aprendamos a identificarlas y, sobre todo, seamos valientes para encararlas.
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- Hirigoyen, M. F. (1999). El acoso moral: el maltrato psicológico en la vida cotidiana. Buenos Aires: Paidós.
- Velazquez, S. (1996). “Extraños en la noche”. En Burin, M., y Dio Bleichmar, E. Género, psicoanálisis, subjetividad. Buenos Aires: Paidós.
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